LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006GroussaquianasGroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Tampoco fue poder el arquitecto francésUlric Courtois, otro íntimo, quienproyectó y dirigió la construcción de labasílica de Luján; y fue administradorde Le Courrier Français. Ni fueron poderEnrique Larreta ni Jorge Lavalle Cobo,sus entrañables, hasta el punto de habersido, hacia 1916, Enrique Larreta –porentonces embajador argentino en París–con su mujer Josefina Anchorena,los encargados de traer con ellos a BuenosAires a Taita, la hija de Groussac queestaba en el noviciado del Sacré Coeur,y cuyo regreso reclamaba su padre, conmotivo de la guerra del 14.Y en el caso de Lavalle Cobo, el amigode doble visita diaria, por la mañanay por la tarde, en el Hotel Lutétia deParís, durante el postoperatorio quellevaría a Groussac a la ceguera definitiva.A pedido de su oculista, el Dr.Poulard, es Lavalle Cobo el encargadode darle a Groussac la mala noticiasobre lo irreversible de su ceguera. Elincapacitado le pide que le procureun revólver: “¡Yo no viviré así!” Y elnoble amigo será quien encuentre <strong>las</strong>palabras justas que darán a Groussac lafortaleza moral para reaccionar y abandonarsu funesta determinación.Ni puede decirse que otros entrañablescomo Carlos Ibarguren o el Coronel NapoleónUriburu hayan sido poderosos.Los profesores Wilde (1884)Cronológicamente nos toca referirnosal caso de los profesores Wilde. En1884, Groussac viaja a Salta en susfunciones de Inspector Nacional deEnseñanza. El ministro Wilde habíaubicado en el Colegio Nacional a susparientes Alfredo y Guillermo Wilde.Y seguiremos aquí a Páez de la Torre:este último [Guillermo Wilde] dictabaÁlgebra ‘con indolencia y falta de método’.Groussac lo comprobó en la mesa examinadora:sólo media docena de alumnoslogró la nota mínima. El inspector pidióal ministro –y lo obtuvo– la separación deGuillermo, ‘por más Wilde que fuera’.¿Qué pasó, Papá Paul? ¿Te olvidaste laescalera en Buenos Aires? ¿ Te pusistea enfrentar al ministro, pidiendo la cesantíade su pariente? Efectivamente,Wilde se la concede y deja cesante a supropio primo.Otros enfrentamientos con el poder(1885)Nuestro defendido empieza a enhebrar,uno tras otro, episodios no de galanteocon el poder, sino, por el contrario, deenfrentamiento con el mismo. Perodebemos aclarar que no son enfrentamientosgratuitos ni caprichosos, sinoactitudes bien fundadas, que respondena reacciones de honorabilidad ydignidad. Tal es el caso, en 1885, de sualejamiento, junto con Delfín Gallo,del diario Sud América, cuya direcciónejercía el ya director de la BibliotecaPública de Buenos Aires.Es el tema de la sucesión presidencial,que divide a los cinco socios: Pellegrini,Lucio López y Roque Sáenz Peñaapoyan a Miguel Juárez Celman. Galloy Groussac prefieren a Bernardo de Irigoyen.Y yo me animo a pensar que suopción por Bernardo de Yrigoyen contraJuárez Celman (el caballo del comisario,ya que era concuñado de Roca,el presidente en ejercicio) no se debió afalta de olfato y de sensibilidad políticade Groussac, a no haber vislumbradode qué lado caería la suerte. Pienso, encambio, que fue otro acto de su probidady honradez intelectual lo que lo llevó aapoyar al candidato que él simplementejuzgaba como la mejor opción para losdestinos del país. Tal vez en esto, hoy,nosotros, con el diario del lunes –es decir,juzgando ex-post– nosotros, pues,analizando el desastre financiero, políticoy social que se desató durante elgobierno del candidato triunfante, JuárezCelman, tenemos que percibir queGroussac y Delfín Gallo habían optadono por lo más poderoso sino por lo mássaludable para el país.Y pregunto una vez más en dónde está,pues, “el galanteo con el poder” queintenta demostrarnos esta “tesis quefalla por la tesis”. Esta tesis que busca,con compulsión serial, presentarnos aun Groussac cortesano y trepador, y lohace deformando la verdad, al menospor omisión, ya que olvida poner en labalanza, bien sopesados, bien destacados,sus inconfundibles gestos de dignidad.Efectivamente, este no apoyo alcandidato Juárez Celman le acarrea eldecreto de su destitución como directorde la Biblioteca Nacional. Tambiénaquí seguimos a Páez de la Torre que,desde luego, se basa en <strong>las</strong> afirmacionesde Groussac en Los que pasaban.En mayo y junio, Groussac pasa unatemporada en la estancia santiagueñaLomitas, de sus suegros. La salida alcampo le viene bien. Su vida de funcionarioes cada vez más difícil. Según sutestimonio, durante toda la presidenciade Juárez Celman fue ‘tratado comoenemigo’. Al punto que ‘esperaba siempreser destituido’, medida que inclusiveprofetizaba el oficialista Sud América.Pero él se mantenía ‘sin hacer una visitaprivada al presidente ni a sus ministros’.(pág. 142)Y pensamos nosotros: hubiera podido hacerla–sin necesidad de practicar una, enél, inimaginable adulonería– ya que jamástuvo cerradas <strong>las</strong> puertas de la Presidencia,tal era entonces el peso de la personalidaddel Director de nuestra BN.Groussac durante unareunión en su homenaje374 37506. Groussaquianas.indd 374-375 13/11/06 21:44:14
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006GroussaquianasGroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Una cesantía evaporadaRetomamos a Páez de la Torre:Llegó así el mes de julio. ‘El ministeriome envió una comunicación que juzguéinconveniente: respondí y ahora de bonneencre 1 , como debía. Hubo reunión degabinete –la última del período– y fueresuelta mi destitución’. Pero el ministroRoque Sáenz Peña consiguió que la medidadefinitiva sobre el director de la Bibliotecase postergara por unos días. Fuesuficiente: ‘me desperté a la mañana porlos cañonazos del Parque, y mi destituciónfue arrastrada junto con los destituidores’.Los hombres del poderEn cuanto a su proximidad a los hombresdel poder, el hecho se dio por lacoincidencia de que los espíritus másdistinguidos del momento estrechanvínculos con este otro finísimo espírituque fue Paul Groussac. Y esos hombresson quienes en esos tiempos administranlos destinos de la nación.En cuanto a los dos presidentes, Avellaneday Pellegrini, ambos de su mayorintimidad, no fue Groussac quienbuscó acercarse a ellos, sino todo locontrario. Ya vimos cómo fue el ministroAvellaneda quien lo hizo llamaral muchachito escritor para conocerlo.En cuanto a Pellegrini, Groussac cuentaen Los que pasaban su primer encuentro.En un banquete de homenajea Pellegrini, el amigo común de ambos,Julián Martínez –“ese gran zurcidorde amistades”– se acerca a Groussaccon estas palabras: “Dice el gringoque quiere conocerlo”. Así Martínezlos presenta, y la inclinación del saludoprotocolar por parte de Groussacqueda desarticulada por “el zarpazo delgringo que lo estrecha sobre su pecho”.Lo que hará decir a Paul Groussac, alevocarlo años después, y ya muertoPellegrini: “quedé imantado para siempre”.Y después también dirá: el hombreque más he amado en esta tierra.Cómo habrá sido la amistad con Pellegrinique, cuando se casó María Groussac,la hija mayor (que después con sumarido Esteban Macías serán mis padrinos),justo en ese día su padre sufreuna indisposición y la novia es llevadaal altar por Carlos Pellegrini.Les cuento estas anécdotas porque quienesme distinguieron invitándome paraesta charla, me sugirieron que esperabanestos matices de cálida intimidad.El cierre de la revista La Biblioteca(1898)Retomamos el hilo cronológico de <strong>las</strong>actitudes de dignidad de nuestro defendido:ni “estratega” ni “piola”.No podemos pasar por alto (1898) elenfrentamiento con el ministro de InstrucciónPública, Dr. Luis Beláustegui,a causa del choque Paul Groussac-Norberto Piñero sobre el Plan de Operacionesatribuido por éste a MarianoMoreno, y cuya autoría es negada porel director de la revista La Biblioteca.Ante una nota de apercibimiento delministro, que es su superior jerárquico,Groussac responde en forma escuetaque la revista no volverá a salir.La profesora Bruno en nada valora ladecisión de Groussac como un acto dedignidad y valentía ante su superior.Ella no lo ve así y se limita a interpretarlocomo un gesto temperamentaldel director. En la conferencia enCeCTAF dijo: “nos muestra un poquitocómo era de carácter”.Es evidente que así, la profesora se enrolaen la leyenda del “ogro de Perú yMoreno”. Por nuestra parte aclaramosque el mote de “ogro” fue puesto comochanza y no como agresión por partede Ángel Estrada, un entrañable amigo.Aunque enseguida lo cazaron al vueloquienes estaban, ya desde entonces, alacecho de algo que pudiera servirlespara denigrar y desvalorar a Groussac; yle pusieron al mote vidrio de aumento,y lo repitieron y repitieron hasta consolidarel prefabricado mito. Pero nodebemos olvidar la explicación de laleyenda, que ha dejado el historiadorErnesto Palacio, confeso nacionalistacatólico, es decir, desde una veredaideológicamente opuesta a la de Groussac.En su artículo “La herencia deGroussac”, publicado en la revista católicaCriterio, inmediatamente despuésde la muerte (en junio de 1929) escribePalacio (agosto de 1929):Como todas <strong>las</strong> personalidades vigorosasy combativas que no temen alborotar <strong>las</strong>pasiones del clan, Paul Groussac sintióformarse a su alrededor, desde temprano,una leyenda. El odio y la envidia tejieron,con sus manos hábiles, la espesa tramade esa versión mentirosa cuyo objetoinconfesado era disimular, a los ojos delmundo, la verdadera fisonomía del nobleescritor que acaba de morir. A través dedicha leyenda, Paul Groussac aparecíacomo un hombre irascible y malvado,incapaz de simpatía, despreciador desu patria de adopción, profesional de ladiatriba interesada, vaso de hiel y de soberbia.Con el andar del tiempo, el mitofabricado por la vileza profesional de losliteratos aborígenes, se fue sustituyendopaulatinamente a la personalidad realen la mente de <strong>las</strong> nuevas generaciones.Todos nosotros alentamos, durante nuestrosbalbuceos literarios, una decididaantipatía por el “ogro de la Biblioteca”,a quien no habíamos visto nunca y aquien, por supuesto, tampoco habíamosleído... El amor por su obra nació, enalgunos, varios años después; y reciénentonces descubrimos la magnitud de laimpostura que se nos había inculcado...A Palacio (nacido en 1900) hay queubicarlo como unjoven de la generacióndel 22 (la valora la decisión de GroussacLa profesora Bruno en nadade Borges). Sería (el cierre de la revista) comouna segunda generaciónposterior tía ante su superior. Ella noun acto de dignidad y valen-a la de Groussac: lo ve así y se limita a interpretarlocomo un gesto tem-la del 80.A este mentís a la peramental del director.leyenda, no estáde más sumar el testimonio de GeorgesClemenceau. Durante su estada enBuenos Aires para el Centenario visita aGroussac en la Biblioteca, temiendo elriesgoso encuentro con el “ogro”. Algunosrepetidores de fábu<strong>las</strong>, que tal vezni habían tenido la experiencia de encontrarsefrente a un Groussac mansoni a un Groussac “ogro”, sin embargose habían encargado de anticipar, al futuropresidente de Francia, una imagenáspera y agria del bibliotecario. En palabrasclaras y actuales: “ le habían hechoel bocho a Clemenceau”. Pero estodejaría escrito en sus Notas de viaje porla América del Sud:Me arriesgué en el antro donde el monstruomás afable y sonriente me acogió apatas abiertas, con colmillos de azúcar yuñas de terciopelo. De esta manera quedéprisionero de la amable fiera (...)Groussac y su visión de la Unión Cívica(1919)Les traigo otra prueba contundente376 37706. Groussaquianas.indd 376-377 13/11/06 21:44:16
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