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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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Reflexiones sobre la condición intelectualLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006336El escritor como críticoPor Mario Goloboff<strong>Las</strong> motivaciones que subyacen en la compulsióncrítica se nutren de diversas anomalías delespíritu. La disconformidad con la realidad quevive el escritor, en tanto crítico potencial, sueleexpresarse a partir de manifestaciones estéticasno siempre toleradas e incluso en ocasiones condenadas.De este modo es difícil superar el pensamientouniforme (publicitario) que homologay subsume la diferencia.Diversas acciones, solapadas o explícitas, soportala propensión literaria y su obra. Reacciones quea la vez sustentan los textos enfrentados, no entanto objetos sino más bien como destinos, conlos preceptos que enmarcan lo establecido en lapráctica social. Conciente de estas adversidades,Mario Goloboff sugiere intentar un reconocimientode esta convergencia entre escritura y críticaque encuentra al autor encausando su textoa partir de inevitables y sucesivas rectificaciones.El<strong>las</strong>, después de todo, son capaces de desentrañarla naturaleza cuestionadora de su pensamiento.El escritor es siempre un crítico.Del mundo, de la realidad, de los sistemas,de los gobiernos, de <strong>las</strong> sociedadesque eligen y/o aceptan a éstos,de los demás hombres y mujeres queconviven con él.Del mundo, porque, si no, no dedicaríasu actividad a crear otros mundos,a llevarlos durante mucho tiempo ensu cabeza, a componerlos y a recomponerlossegún sus deseos, según susinsatisfacciones frente al mundo real.De la realidad, porque, si no, no estaríacreando otras realidades, imaginandootras realidades, futuras, irreales (oirreales para aquellos según los cuales larealidad tiene una precisión y una limitaciónacorde con los postulados delracionalismo y de la lógica kantiana).De los sistemas imperantes y de los gobiernos,porque el escritor es un descontentoradical, para quien todo orden,toda coerción, toda sujeción a lalibertad individual cercena los poderesde la mente y, por ende, de la producciónestética, literaria.Esto no quiere decir que el escritor,para quien la literatura es sólofuente de más trabajo y de pasión(aquel que, naturalmente, se sitúafuera de los vaivenes del mercado yde la publicidad), escriba porque sepacomo ningún otro de dónde vieney hacia dónde va; escriba porquetenga, como se pretende, un mensajeclaro, algo que enseñar, que “decir” alos demás. Por el contrario, lo hace,justamente, porque su mensaje notermina en él, porque sus textosson una apelación hacia los otrospara encontrar todo lo que le falta.Y, fundamentalmente, porque sienteque tiene algo que hacer; que hay unimpulso interior irresistible alojadoen la delgada sombra que todavía losepara de la muerte.En sustancia –apuntaba Cesare Pavese–¿por qué deseamos ser grandes, ser genioscreadores? ¿Para la posteridad? No. ¿Paracircular entre la multitud, y que ésta nosseñale con el dedo? No. Para sostenernosen la fatiga cotidiana, en la certeza deque vale la pena cuanto hacemos, de quees algo único. Por el presente, no por laeternidad.Sí: escribir supone una disconformidadprofunda con el mundo en que se vive;sin embargo, el pasaje del campo de esedesacuerdo a la mesa y la lámpara estásujeto a muy complejas mediaciones.Cuando Juan Carlos Onetti firmabanotas en Marcha bajo el seudónimo de“Periquito el aguador”, escribió estostodavía desoídos consejos:Que cada uno busque dentro de símismo, que es el único lugar dondepuede encontrarse la verdad y todo esemontón de cosas cuya persecución, fracasadasiempre, produce la obra de arte.Como en tantos otros casos semejantes,<strong>las</strong> posturas civiles de este escritory sus textosdemuestran hastaqué punto esinnecesario quela literatura tengaque estar, casiconstantemente,justificándose.De ahí tambiénque se transformen en dudosos, encontradictorios, en inconstantes, tantoel estatuto que nuestras sociedadesreconocen a la literatura como <strong>las</strong> funcionesque, a veces, ella misma se asigna.Vilipendiada y temida, silenciaday usada, halagada, cortejada, destruida,manoseada, incendiada, ella vacilaentre tanta ausencia y tanta presencia,Sí: escribir supone una disconformidadprofunda conel mundo en que se vive; sinembargo, el pasaje del campode ese desacuerdo a la mesa yla lámpara está sujeto a muycomplejas mediaciones.33705. Reflexiones sobre la condici336-337 336-337 16/11/06 22:46:52

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