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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Trazos malditosTrazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006se imagina a ésta buscando la pampa enun viejo at<strong>las</strong>). La repetición de la escenasugiere una sensibilidad compartidaentre <strong>las</strong> dos mujeres en torno alespacio vital, a la vez, el parecido entreel páramo y la pampa <strong>las</strong> aúna, aunquela tierra de cada una resulte distante ymisteriosa para la otra. En este esquema,la subjetividad se funde en el sentidode fusionarse con la naturaleza, asícomo el carácter y el destino (de nuevoBenjamin) son fuerzas naturales en elsentido en que conciernen a la condiciónnatural del hombre, o a la naturalezaen el hombre.De aquí, entonces, el enorme potencialsimbólico que adquiere el páramoen la interpretación de Ocampo: el espacionatural, la geografía de Brontë,y <strong>las</strong> formas que tiene de habitarla, setransforman en la metáfora de su experienciavital y literaria: “ese páramoque ella conoce, en el cual vive, en queha crecido como los brezos, en que elviento ha gemido y ha aullado al unísonode su corazón. Ese páramo no espara ella un paisaje, (...) sino una prolongaciónde sí misma que es imprescindibleexpresar” (pág. 141). Victoriaidentifica, reconoce esa “prolongaciónde sí misma que (según ella, para Emily)es imprescindible expresar” en unaatmósfera, en el clima de violencia yaspereza continuas en el que viven losprotagonistas de esa pasión tan intensacomo inusitada, cuya irrupción representa“algo muy nuevo en la novelainglesa” (Williams, 1997: 71), y porla que Dante tendría que inventar unnuevo círculo si quisiera condenar aestos amantes al infierno. Sin duda “elacento puesto en la intensidad del sentimiento,en una suerte de compromisohacia lo que, directamente, podríamosdenominar pasión”, al que aludeRaymond Williams a propósito deCumbres borrascosas (Williams,1997:71) constituye un elemento vital parala conformación de la atmósfera juntoal acento con el que se narra “esta intensidaddel sentimiento, llamada pasión”,un tono tan intenso como sombrío,tan desolado como furioso. En lapeculiaridad del tono que caracteriza aesta novela, por lo demás, peculiarísima,“sin historia: sin antecedentes nidescendientes”, según Williams, se vislumbracomo un espejismo el carácterde quien narra, “esa mezcla de infiernoy de cielo”, como resume Victoria alconjunto de rasgos disímiles (la austeridad,la pasión, la desnudez), queconforman la subjetividad de Emilymarcada a fuego por la experiencia delpáramo y sus formas de habitarlo.Esos páramos, como nuestra pampa, sonun paisaje monótono, aburrido y repetido,pobre de pintoresco para quien nolos lleva en sus entrañas. La imaginacióncapaz de complacerse en él no puede serde tipo “suave paloma”, asegura Charlotte,sino más bien del tipo “cuervoamante de la soledad”. Emily va a nutrirsede este paisaje, a identificarse coneste paisaje de tal modo que ya no podráprescindir de él (pág. 117).El carácter superlativo que le asigna ala experiencia del paisaje natural en relacióncon la cual se juega el destino dela literatura y la vida, hace que el climasocial en el que le tocó vivir y escribira Brontë, ese mundo de estricta moraly de fuertes restricciones para la mujer,quede relegado a un segundo plano. Sibien repara en el papel que juegan lafamilia y la época victoriana en el destinoliterario de Emily, estos factoressociohistóricos le resultan insuficientespara explicar la atmósfera de emocionese intensidades afectivas, la que, comovimos, representa lo más característicode la novela, y es la razón por la quealcanza el rango de obra excepcional.Aunque en su lectura, Victoria incorporedatos e indicios del contexto socialy de la biografía, y aun cuando los relacionecon elementos de la obra, éstosno son decisivos para su interpretación,como tampoco lo eran para la autora deCumbres borrascosas quien, como diceWoolf, posee “el más raro” de todos losdones, el que le permite “liberar la vidade su sujeción a los hechos”, o comodice Victoria “sus manos rápidas amasancomo un nuevo pan para el mundo,lo conocido y lo desconocido; lo que havisto y lo que imagina; lo que ha sentidoy lo que presiente; lo que sabe ylo que adivina; lo que posee y lo quenunca le será cedido” (pág. 140).Podríamos decir que el modo de leerde Ocampo comparte ese raro don deliberar la vida de su sujeción a los hechos,que elogia Woolf en la literaturade Brontë, y al que Proust, por suparte, incluye entre los placeres queprocura la experiencia de la lectura.Decimos que cuando lee Victoria liberala vida de su sujeción a los hechos,porque cuando se pregunta por la intensidadinusual de la novela, piensaen la atmósfera más que en los personajes,la trama, el argumento. <strong>Las</strong> atmósferasque fascinan a Victoria en loslibros no son algo distinto a “la esenciamisma de esta cosa, de alguna manera,sin espesor –espejismo detenido sobreuna tela– que constituye una visión”de la que habla Proust, “La bruma quenuestros ojos ávidos quisieran penetrar”(Proust, 2000: 44). Ella, como él,quisiera penetrar la bruma de ese espejismodetenido sobre una tela, o lo quees lo mismo, ese “poco de espuma, deimperceptible espuma” a la que se refierea propósito de la novela Orlandode Virginia Woolf. Es que una atmósferasólo puede cautivarnos cuando nosencantamos –en el sentido de vivir unencantamiento– como los niños conlos libros y por un momento ponemosentre paréntesis el mundo externo y,por consiguiente, la literatura comodocumento social. Justamente, la imagenque Victoria rescata del personajeOrlando 2 , quien “al leer, se quedabasolo, desnudo” como un “evadido deltiempo, evadido de los sexos, evadidode la carne”, alegoriza al lector queexperimenta la lectura. Aunque sinllegar a evadirsepor completo deltiempo, ni delsexo, ni del cuerpocomo haceOrlando, Victoria,cuando lee laobra de Woolf,no circunscribeni reduce el valorde la literatura ala problemáticade género, sinque por eso deje de reparar con ciertainsistencia en los guiños que hace lanovela acerca de la situación de la mujer.El “polvo de arco iris” que se desprendede los materiales de los que estáhecha la literatura de Woolf, creandouna atmósfera etérea, casi imperceptible,la fascina tanto, o quizá más,que los avatares a través del tiempodel personaje andrógino de la novela,aun cuando muchas de <strong>las</strong> vicisitudesque le acontecen en su fase de mujerposeen evidentes resonancias autobiográficas.En el mismo sentido, prefierecomo metáfora de Cumbres borrascosas,la imagen del páramo antes que la dela jaula. La diferencia entre estas dosimágenes se refiere a la oposición naturaleza/culturaen relación con la cualla metáfora del páramo explota su caudalsimbólico. Mientras la jaula comoAunque sin llegar a evadirsepor completo del tiempo, ni delsexo, ni del cuerpo como haceOrlando, Victoria, cuando lee laobra de Woolf, no circunscribeni reduce el valor de la literaturaa la problemática de género, sinque por eso deje de reparar concierta insistencia en los guiñosque hace la novela acerca de <strong>las</strong>ituación de la mujer.238 23903. Trazos malditos.indd 238-239 13/11/06 21:39:39

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