LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Reflexiones sobre la condición intelectualReflexiones sobre la condición intelectualLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006El escritor es también, y quizásobre todo, un crítico del lenguaje.Porque está sometido ala extraña paradoja de tener quemanejarse con la lengua corriente,con la lengua de la comunicación,para expresar aquello que élimagina, que él está produciendo,y para lo que no alcanza conla lengua de la comunicación.y no acaba por encontrar su verdaderositio, mientras nuevos y refinadossistemas se combinan para mantenerlaen una incómoda ambigüedad. <strong>Las</strong>“ilusiones literarias” retroceden díaa día ante la indiferencia crecientede quienes necesitan y recompensan<strong>las</strong> cosas concretas, palpables, eficaces,evaluables. Pero también avanzanbajo <strong>las</strong> catacumbas de los hospitalespsiquiátricos y de <strong>las</strong> antiguas yrenovadas prisiones, descubriendo quémagnos rencores concita, qué altaspotestades hiere.Lo cierto es que sólo poquísimasdemocracias actuales toleran (y el usocasi habitual de este verbo es de por síharto significativo) el ejercicio irrestrictode la libertad de escribir y depublicar. Pero, hasta en el<strong>las</strong>, sectoresmuy importantes del poder social (y,en oportunidades, del oficial) inhiben,perturban, atacan o impidenel conocimientoy la difusiónde determinadasobras o textos.Hay también unacensura (unasveces larvada,otras evidente,otras que, afortunadamente,quedancomo intentos)en distintoscanales de exposición o de comunicación,que evita o demora el conocimientode ciertas creaciones literarias,o que, desde el origen, es decir en laproducción, mediante la presión económico-financiera,paraliza o coarta lalibre expresión artística.Pese a todo, en dichos regímenes democráticosnos encontramos, evidentemente,lejos de fenómenos del tipo de la censuranazi o franquista, o de “casos” comolos de un Boris Pasternak, un HebertoPadilla, un Breyten Breytenbach o unSalman Rushdie.(Sería motivo de otras conjeturas elhecho, históricamente probado, deque el carácter bárbaro de ciertosregímenes haya comenzado a manifestarse,casi constantemente, por suvelocidad y dureza en la represión demanifestaciones estéticas, ratificandode tal modo interesantes hipótesissobre los componentes tan peculiaresde esta actividad humana.)(Y, aun, de otras conjeturas más, elhecho, en apariencia paradójico, deque los regímenes llamados socialistashayan alentado durante su vigenciaun arte obediente, compuesto y ordenado,temiendo toda prolongaciónde los desarreglos y utopías vanguardistasque, en sus orígenes, habíaninspirado y acompañado <strong>las</strong> luchasrevolucionarias.)Los dilemas están entre los tantos(no los más graves, probablemente;sin embargo, significativos) que laépoca de <strong>las</strong> computadoras, el controlde cuerpos y de cerebros, y launiformidad en cadena, plantean almínimo hombre. Pero así como éstesiente que su trabajo, en medio delintrincado mundo, parece no valernada (y constituye, no obstante, labase y el alimento de todo), otrostan comunes y tan problematizadosindividuos, dedicados en este caso auna práctica social específica, puedenllegar a sentir que si sus menguadosmovimientos ciertas veces alcanzan airritar de ese magnífico modo, quizásalberguen en su propia textura, en supropia conformación, tal vez en supropio ejercicio, insufribles datos deuna tarea de remoción del presente,huel<strong>las</strong> insoportables de un porvenir.¿Acaso porque la ficción dibuja unmundo donde <strong>las</strong> normas, <strong>las</strong> consignas,<strong>las</strong> leyes, importan por lo que noimporta, pueden por lo que no puede,hacen “contar” lo que no cuenta?¿Acaso porque, liberada de <strong>las</strong> compulsionesde “lo real”, la ficción poneen tela de juicio, desde el más alejadopolo, <strong>las</strong> condiciones de producción yde reproducción de todo “lo real”?El escritor es también, y quizá sobretodo, un crítico del lenguaje. Porqueestá sometido a la extraña paradojade tener que manejarse con la lenguacorriente, con la lengua de la comunicación,para expresar aquello que élimagina, que él está produciendo, ypara lo que no alcanza con la lenguade la comunicación.El escritor es el único artista que debevivir en medio de esta contradictoriaambigüedad: servirse de un lenguajeque, aparentemente, ya existía antes,independientemente de su arte (loque no sucede ni con la música ni conla pintura ni con la escultura ni conla arquitectura), el lenguaje que todossus congéneres usan para la comunicación,y escribir, supuestamente, enla lengua corriente entre sus conciudadanosy contemporáneos, cuandoen realidad está recreando esa lengua,distorsionándola, transformándola,inventando otra lengua en la que,como dice en uno de sus magníficosepigramas Ernesto Cardenal, quizápurifique en sus poemas el lenguajedel pueblo “en el que un día seescribirán los tratados de comercio,la Constitución, <strong>las</strong> cartas de amor, ylos decretos”.No hay probablemente nada que atentemás contra un orden establecido, ybien o mal defendido, que la utopía:su empecinado horizonte es el defundar nuevos mundos, nuevas reg<strong>las</strong>(o la falta de el<strong>las</strong>), nuevos órdenes (ola falta de ellos) que hagan más felizla vida del hombre sobre la tierra.Pero, de todas <strong>las</strong> utopías conocidas,la de fundar un nuevo lenguaje es lamayor y la más radical porque, siendola que da origen a <strong>las</strong> otras, está tambiénen su fin:sólo hablándosede otro modo,escuchándose yentendiéndose deotros modos, serealizará la fraternidad.Y puestoque no otra cosaes la literatura,un lenguajenuevo, una permanentecreaciónde lenguaje, unainvención quecada gran escritorrecrea personalmente¿cómono habría de sertransgresora?Los malos entendidosson numerosos,pero (sila simplificación me es permitida)podrían ser reducidos a uno: desdeópticas a menudo distintas se ha tratadosiempre de establecer una suertede acuerdo entre literatura y moral. Yla primera, como no podía ser de otraforma, se ha resistido a lo largo de lossiglos. Simplemente, porque <strong>las</strong> leyesque gobiernan la actividad estética yliteraria no son <strong>las</strong> mismas que rigenel comportamiento social. O, en todocaso, determinados comportamientosdel presente. Ésos que condenan aSade, a Flaubert, a Michelet, en funciónde principios consagrados, fundamentoscontra los cuales, es cierto,atenta la obra, que es, casi siempre,338 33905. Reflexiones sobre la condici338-339 338-339 16/11/06 22:46:54
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Reflexiones sobre la condición intelectualReflexiones sobre la condición intelectualLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Finalmente, y como no podíadejar de serlo, el escritor es uncrítico de los textos de otros.Entre los dudosos descubrimientosteóricos del siglo literariopasado (descubrimientos oinvenciones que, además, pocoa poco se han ido transformandoen trivialidades), se hallanlos de afirmar que todo escritores ya un crítico literario, o quetodo escritor es el primer lectory, por ende, juez de su obra,o que en la p<strong>las</strong>mación de lapropia obra entran obligatoriamenteconsideraciones críticasque el autor se ha formuladosobre la obra de los otros.una apelación al futuro, quizás a unanueva conducta moral.En muchísimas ocasiones se ha habladosobre el tema, pero en pocas sehan explorado <strong>las</strong> razones que llevanal artista y su obra, poco menos quenecesariamente, a tal encrucijada. ¿Porqué el arte y la literatura tienen queterminar revistiendo, en casos de grandescreadores, ese carácter transgresor,impío, profanatorio?Por el momento, pienso que la únicarespuesta interna que puede ensayarse(al menos, en literatura) surge de suejercicio mismo. Y en el núcleo másconcreto: la lengua. Es como si el propiolenguaje, eltrabajo con él, suexploración hastael límite y másallá de los límitescondujeran inevitablementea <strong>las</strong>ubversión, al enfrentamiento,alescarnio. Comosi la invención derealidades verbalessupusiera el obligatorioataque ala realidad vigente,la violación deciertos principios,la destrucción detodo dogma. Ensuma, una agresióninsoportable para cualquier autoridadque se precie de serlo. (Si no fueseasí, no se comprendería la similitud en<strong>las</strong> reacciones de tan diferentes regímenespolíticos, iglesias, credos.)Todo hombre que escribe, siente, enalgún momento de su vida, que <strong>las</strong>palabras conocidas no le alcanzan,que debe buscar, descubrir o inventarotras nuevas. Lo que exige la desmesuray la trascendencia no es sólo “labúsqueda sollozante” de un Baudelaire(quien, dicho sea no de paso, señaló,a mediados del siglo XIX, que es unpobre escritor aquel que no tiene uncrítico dentro); no es sólo, tampoco,“el desorden de los sentidos” de unRimbaud; también el racionalismo deun Rousseau, cuando emprende susConfesiones, lo conduce a la desesperaciónen la empresa: “Para lo que yotengo que decir –asienta– se necesitaríainventar un lenguaje nuevo, tannuevo como mi proyecto”.La legalidad, los sistemas, <strong>las</strong> religiones,los (y <strong>las</strong>) órdenes, el pensamientototalitario, han creído encontrar remediopara tales violaciones: éste sería eldel fuego purificador. Desde que hahabido libros, vienen incendiándose<strong>las</strong> bibliotecas y quemándose textos,real o metafóricamente, hasta hacersecarne en la historia de la cultura la ideade que la amenaza específica contra latransgresión literaria es ígnea.No es casual que sea en Viena, y enpleno desarrollo del nazismo, dondeElías Canetti concibe su primera novela,Auto de fe, o que en Fahrenheit451 Ray Bradbury ilustre el avancetotalitario con su empecinamiento porquemar lo escrito. Y su fracaso. Porqueno basta con borrarlo, ya que lo que haentrado por la letra en la memoria delos hombres, no sale jamás.En nuestra América, Juan Rulfo, nomenos impuro, ni menos transgresor,también interiorizó en sus textostamaños pecados y tales castigos.Sabiendo cuánto infringía con su obra,colocó sobre <strong>las</strong> llamas al Llano, y ensu única, breve e infinita novela PedroPáramo designó Comala al pueblo delos grandes pecados y la dudosa purificación.Rulfo, justamente, que supotrabajar más con el silencio que con lapalabra; Rulfo, cuyos murmullos valenmás que los gritos en la gran memoria,en la gran vigilia literaria.Finalmente, y como no podía dejarde serlo, el escritor es un crítico delos textos de otros. Entre los dudososdescubrimientos teóricos del siglo literariopasado (descubrimientos o invencionesque, además, poco a pocose han ido transformando en trivialidades),se hallan los de afirmar quetodo escritor es ya un crítico literario,o que todo escritor es el primer lectory, por ende, juez de su obra, o que enla p<strong>las</strong>mación de la propia obra entranobligatoriamente consideracionescríticas que el autor se ha formuladosobre la obra de los otros.No sé de dónde exactamente procedenestas leyendas, tan fascinantes comoinciertas. Quizá, para ser tales, de algunosdichos de aedos sobre sus contemporáneosy competidores, de másde un sobreentendido rabelesiano,de la implacable quema que efectúanel barbero y el cura en El Quijote...o, más cerca de nuestro espacio, de<strong>las</strong> disputas sobre Descubrimiento yConquista entre cronistas (que jamásdejan de ser narradores y rivales). Otal vez, más cerca todavía en el espacio,el tiempo y la veneración folklórica,de aquel que “ha visto muchoscantores” que “se cansaron en partidas”aun antes de largar.Conferir categoría crítica a esos arreglosde cuentas entre colegas (algunasveces, justos; siempre subjetivos e inestables),parece un exceso y una desviacióndel lenguaje, y tiene menos quever con una tarea intelectual, reflexiva,reposada y ecuánime que con amistadesy enemistades cuyos motivos generalmentedesconocemos los de afuera.En todo caso, si esta práctica roza loque llamamos “crítica” o “crítica dearte” o “crítica literaria”, se vincularíamás bien con la vilipendiada crítica delgusto, y con una rama de la psicologíafantástica que alimenta cursos de liceosy universidades, y hasta columnas derevistas y diarios especializados, en losque profesores,alumnos e investigadoressiguenempeñándose enrevelar “qué habráquerido decirel autor”.Sería preferiblededicarse a lostextos (esos laboratorios,esasmáquinas del inconsciente en los quetantas veces se escribe más y otra cosaque lo que se dice y, aun, que lo que sequiere decir). Y luego, si perseguimos<strong>las</strong> significaciones en lo que es el texto,no en lo que se dice que es, habríaque preguntarse dónde puede verse,dónde puede registrarse, reconocerse,una auténtica actividad crítica, radical,profunda, no siempre programática,pero tampoco del todo espontánea;una actividad crítica que acompañe ala actividad creativa.Es cierto que hay autores con alta concienciay alto ejercicio de ambas prácticas,pero es también verdad que casoscomo el de un Henry James, un EzraPound, un Paul Valéry o un Jorge LuisBorges no son tan comunes, y aun enestos excepcionales ejemplos habría quedeterminar en qué medida se cubre, seedulcora, se transforma, se traiciona(hasta sin desearlo), se falsea, en fin, elrelato de los antecedentes, los motivos,<strong>las</strong> intenciones, los procesos que llevarona la constitución de un texto.Por eso, me parece que, del mismomodo que tratamos de leer <strong>las</strong> significacionesde un relato o de un poema... me parece que, del mismomodo que tratamos de leer <strong>las</strong>significaciones de un relato o deun poema en los elementos y enlos procesos que los constituyen,más allá de lo dicho y de <strong>las</strong>referencias, podríamos buscaren esos mismos trazos <strong>las</strong> huel<strong>las</strong>de una actividad crítica.340 34105. Reflexiones sobre la condici340-341 340-341 16/11/06 22:46:55
- Page 2 and 3:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006
- Page 4 and 5:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 6:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 11 and 12:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 13:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 16 and 17:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 18 and 19:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 20 and 21:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 22 and 23:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 24 and 25:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 26 and 27:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 28 and 29:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 30 and 31:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 32 and 33:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 34 and 35:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 36 and 37:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 38 and 39:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 40 and 41:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 42 and 43:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 44 and 45:
Un crítico se mide frente asu moti
- Page 46 and 47:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 48 and 49:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 50 and 51:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 52 and 53:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 54 and 55:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 56 and 57:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 58 and 59:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 60 and 61:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 62 and 63:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 64 and 65:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 66 and 67:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 68 and 69:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 70 and 71:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 72 and 73:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 74 and 75:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 76 and 77:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 78 and 79:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 80 and 81:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 82 and 83:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 84 and 85:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 86 and 87:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 88 and 89:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 90 and 91:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 92 and 93:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 94 and 95:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 96 and 97:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 98 and 99:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 100 and 101:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 102 and 103:
Trazos malditosComo cualquier otra
- Page 104 and 105:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 106 and 107:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 108 and 109:
Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 110 and 111:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 112 and 113:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 114 and 115:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 116 and 117:
Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 119 and 120:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 121 and 122: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 123 and 124: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 125 and 126: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 127 and 128: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 129 and 130: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 131 and 132: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 133 and 134: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 135 and 136: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 137 and 138: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 139 and 140: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 141 and 142: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 143 and 144: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 145 and 146: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 147 and 148: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 149 and 150: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 151 and 152: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 153 and 154: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 155 and 156: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 157 and 158: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 159 and 160: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 161 and 162: Reflexiones sobre lacondición inte
- Page 163 and 164: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 165 and 166: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 167 and 168: Reflexiones sobre la condición int
- Page 169 and 170: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 171: Reflexiones sobre la condición int
- Page 175 and 176: Reflexiones sobre la condición int
- Page 177 and 178: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 179 and 180: GroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 181 and 182: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 183 and 184: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 185 and 186: GroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 187 and 188: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 189 and 190: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 191 and 192: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 193 and 194: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 195 and 196: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 197 and 198: Cada voz que emergió de lacrítica
- Page 199 and 200: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 201 and 202: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 203 and 204: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 205 and 206: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 207 and 208: Tribunas literarias, memoria editor
- Page 209 and 210: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 211 and 212: Tribunas literarias, memoria editor
- Page 213 and 214: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 215 and 216: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 217 and 218: Tribunas literarias, memoria editor
- Page 219 and 220: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 221 and 222: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 223 and 224:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 225 and 226:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 227 and 228:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 229 and 230:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 231 and 232:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 233 and 234:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 235 and 236:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 237 and 238:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 239 and 240:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 241 and 242:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 243 and 244:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 245 and 246:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 247 and 248:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 249 and 250:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 251 and 252:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 253 and 254:
LaborbibliotecológicaDesde sus or
- Page 255 and 256:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 257 and 258:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 259 and 260:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 261 and 262:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 263 and 264:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 265 and 266:
Labor bibliotecológicaLA BIBLIOTEC
- Page 267 and 268:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 269 and 270:
Labor bibliotecológicaLA BIBLIOTEC
- Page 271 and 272:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 273 and 274:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 275 and 276:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 277 and 278:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 279:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006S