LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Trazos malditosTrazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Hay diferentes maneras de presentara Murena como escritor. Una posiblees seguir progresivamente (el términoes injusto con el autor, por más queintente remedar la idea de currículo)el recorrido de su obra. En estos términospodemos sintetizar su producciónen el cruce, más o menos arbitrario,de un criterio genérico y otrotemporal. Murena publicó cuentos,nove<strong>las</strong>, ensayos, poesía y una obra deteatro 3 en <strong>las</strong> casi tres décadas en quese dedicó a escribir. Su labor puedeseguirse en la vinculación con diversasrevistas y editoriales, desde unacelebrada participación en la revistaVerbum 4 o el fallido intento de su propiarevista <strong>Las</strong> ciento y una 5 , hasta losaños en que participó activamente enSur (en la revista como colaboradoral principio, más tarde en la editorial)y La Nación o en Cuadernos, MundoNuevo y editorial Monte Ávila, ya enla década del sesenta. Recibió algunospremios por sus textos y hasta fuebien recibido por el público.Una segunda forma de presentarlo es lade recuperar sus efectos de lectura. Estoes bastante frecuente en los ensayosque, a partir de la muerte de Murena,propusieron más o menos periódicamenteuna recuperación y un ajustede sus lecturas. Durante <strong>las</strong> décadas enque su obra apareció más escuetamentemencionada, muchos de los ensayosmás lúcidos sobre su obra recurrieron aeste hecho para iniciar sus lecturas. <strong>Las</strong>razones por <strong>las</strong> cuales fue incomprendido,los modos en que fue injustamenteleído, los aspectos de su obra que fuerondejados de lado en función de unalectura apresurada o mezquina, sonsuficientes como para que a partir deellos pueda remontarse una lectura quedé cuenta de la riqueza y coherencia deesa obra, de esa búsqueda en la escriturade una verdad agobiante e inalcanzable.Américo Cristófalo 6 señala sullegada tardía a Murena en relación con<strong>las</strong> condiciones de recepción en que seencontraba su obra:Los jóvenes del setenta no alcanzamosa leerlo. Murena había dicho cosasinsoportables que no leímos a su tiempo.Estuvo ostensiblemente fuera del campode lecturas de esos años. O en todo casofue leído en una clave esotérico –románticaque lo deformó y lo situó al bordedel absurdo. Nada más antirreligiosoque el teísmo sin nombre de Murena,nadie más despojado de fórmu<strong>las</strong> y cultosde idolatría. Si es fácil entender por quéel clima político cultural de los sesentay setenta le fue hostil, que la generaciónde Contorno lo impugnara y viera enél una polémica inadecuación con elespíritu de la época, es en cambio másextraño, en cierto modo más perturbador,que hacia mediados de la décadadel ochenta, los dueños de Benjamin enla <strong>Argentina</strong>, no lo leyeran, no vierana quien “en más de un sentido –comoseñala Schmucler– repitió a Benjaminen América Latina” (pág. 105).El destiempo, la llegada tardía, elanacronismo pueden ser una terceramanera de presentarlo. Es cierto quela inadecuación con <strong>las</strong> urgencias dela época era una de <strong>las</strong> premisas desde<strong>las</strong> que Murena desarrolla su obra, yla plantea desde sus primeros ensayos.El anacronismo de un escritor que leey piensa la obra de Walter Benjamindesde sus primeros ensayos, es unalínea de lectura interesante y quepermitiría explicar gran parte de susdecisiones de escritura 7 . Nos interesan,sin embargo, dos lecturas máscercanas al escritor, que conduceneste anacronismo a un espacio vitalque trasciende ese resto que nos dejaen libros. Recientemente la editorialÓpera Prima publicó una compilaciónde escritos de diversos escritores cuyopunto en común es el final de sus vidasen un suicidio 8 . Sin detenernos en locomplejo del criterio (por arbitrario ypor lo que debería deducirse de él), yen la discutible decisión de incluir aMurena en la selección, nos detenemosen la breve reseña biográfica quese agrega al final del volumen:Héctor Álvarez Murena (1923-1975)Este poeta, dramaturgo y novelista fue ungran conocedor de la realidad argentinaa la que criticó con pesimismo. Trabajócomo gerente de la editorial Sur y fuecolaborador del diario La Nación trasrealizar estudios de ingeniería y filosofía.Con fama de huraño y trato difícil, veíala vida con una sensibilidad poco frecuente.En 1975 se halló su cuerpo sin vida ensu cuarto de baño, acompañado de unnúmero considerable de botel<strong>las</strong> de vino.Su propia mujer le dedicó la siguientenota necrológica: “Personaje absurdo, casifuera de nuestra época, interesado por <strong>las</strong>ciencias esotéricas, dotado de una memoriaprodigiosa y de una extraordinariacultura, por señales para otros inadvertidaslogra captar la realidad que lo circundacon admirable exactitud”.La referencia nos interesa tanto por loque aporta como por el enunciador:Sara Gallardo introduce y reedita elúltimo libro de Murena, que consisteen la transcripción de los diálogos deMurena con D. J. Vogelmann en RadioMunicipal, en un espacio que tuvieronentre 1971 y 1972 9 . El libro ve la luz en1977, cuando ambos habían muerto, yel prólogo, breve, se centra en lo másanacrónico para esa circunstancia: larespiración de ese diálogo.De manera tácita queda en estos diálogostambién aquello que el oyente de radiono suele adivinar: la tempestad silenciosaque a veces los acompañaba, hecha deademanes vehementes, de gestos de negacióno afirmación por parte de Murena;de pausados movimientos de cabeza,de un fruncir deojos, de un sonreírpor parte deVogelmann. Y<strong>las</strong> risas, a vecesmudas, a vecesabiertas.Está aquí esa respiraciónque es elir venir de un diálogode dos amigos...(pág. 7-8).<strong>Las</strong> dos afirmacionesde quienfue la mujer deMurena sitúanotras preguntasrespecto de suobra: “por quéleerlo (ahora)”y “cómo leerlo(ahora que, quizás, irrite menos)”. Almenos son <strong>las</strong> formas en que podemossintetizar <strong>las</strong> inquietudes que surgendesde Cristófalo, en la medida en quese supone que ahora sí sabríamos cómoleerlo. Algunas lecturas intentan registrar<strong>las</strong> muestras de esa sensibilidadsobre la realidad que el paso del tiempopermite observar con la distancianecesaria. Otras encuentran <strong>las</strong> sutilesmarcas de singular mirada de la culturaamericana y occidental de fin de siglo.Otras más pueden revisar de qué maneraintroduce y comprende lecturas quetardarían años y hasta décadas en ingresaren los espacios de saber, los debates,discusiones culturales en <strong>Argentina</strong>.218 21903. Trazos malditos.indd 218-219 13/11/06 21:39:22
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Trazos malditosTrazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Pueden desprenderse dos ideasque recurrentemente afirmaMurena. Una es la idea de desplegarun pensamiento que afuerza de contradecir(se) enabsolutos pueda irritar o caeren su propia negación, perotambién hacer aparecer ungrano de verdad o la valentíapara enfrentar, sin autocomplacencias,<strong>las</strong> limitaciones dela razón frente a una realidadque la desborda.Para decirlo en términos más precisos,podemos mencionar algunos ejemplos.Así, en relación con la contingencia,podemos leer <strong>las</strong> observaciones quehace sobre <strong>las</strong> recurrentes revolucionescada vez más violentas, y los cambios designo político que no modifican demasiadoel destino, aparentemente inevitable,de un país como <strong>Argentina</strong> 10 , dejande ser de un “pesimista, determinista,denuncialista sin voluntad de cambio”11 para transformarse retrospectivamente,en <strong>las</strong> sutiles inflexiones deuna voz casi profética. En otro sentido,en relación consu filiación política,es necesariodesbrozar la desapasionadadescripciónque hacedel capitalismotardío, el comunismoy la iglesiacomo formas deopresión en unpunto homologables12 , ponenen evidencia sucompromiso conla indagación de la realidad antes quecualquier componenda o adscripcióncon lo que él llamaba <strong>las</strong> “facciones depoder” 13 . En términos de la afecciónque supone ponerle el cuerpo a la indagaciónde una realidad que lo desborda,podemos leer la convicción de hacersecargo de <strong>las</strong> limitaciones de su intelectoy su saber al desplegar como premisasus “ejercicios de contradicción consigomismo” 14 . Finalmente, es posible recostarsu obra contra voces con capacidadde legitimación, y entonces el pensamientode Adorno en relación con laidea de industria cultural 15 , los postuladoslingüísticos de Walter Benjamin 16 ola mirada sobre la técnica y la ciudad deMartin Heidegger o Lewis Mumford 17 ,cubren explicativamente afirmacionesde Murena que, en su momento fueronincomprendidas por arbitrarias,anacrónicas o descentradas respecto de<strong>las</strong> cuestiones que estaban en discusión.Cualquiera de estas lecturas cuenta conla colaboración del paso del tiempo,que permite trazar perspectivas concorroboraciones más certeras.De todos modos, el punto de mayorcoincidencia entre sus lectores máslúcidos está en su voluntad de provocacióncomo modo de interpelarun espacio por resquicios incorrectos.Para ser más precisos, nuevamente,señalan su capacidad para serlo. Y, enese sentido, el paso del tiempo juegaun papel diferente. La posibilidad deprovocar, de irritar, de generar unadiscusión o una inquietud inesperada,de despertar reacciones ambivalentes,tiene dos planos. Por un lado, en laconcordancia entre su proyecto deescritura y los efectos que genera entresus contemporáneos. Por otro, en larelación a establecer entre ese mismoproyecto y la pérdida que puede suponerpara él una explicación que lovuelva menos irritante.Vamos por partes. En primer lugar,existen en la obra de Murena unaserie de tópicos recurrentes y preocupacionesque se mantienen, máso menos constantes, a lo largo de suobra. Uno, la perspectiva metafísicasobre el ser americano, sostenida enla idea de que el destierro original delamericano se constituye en una culpa,un pecado original, que determina sudestino. Otro, la condición secular ydesacralizada del mundo occidental,tecnificado y deshumanizado de <strong>las</strong>egunda mitad del siglo XX. Un tercero,la función del hombre de <strong>letras</strong>en la sociedad. Este último es quizásel más persistente, aunque sus manifestacionesa veces se reduzcan a unenunciado en un prólogo, una nota,un excursus 18 en una recopilación. Dosde esas notas nos sirven como medidade ese proyecto que pone la profesióndel hombre de <strong>letras</strong> como un acto defe destinado a una subversión permanentede los valores culturales contralos que se recorta. El primero tieneque ver con uno de sus primeros textos,un diario que publicó entre 1949y 1950 en Sur y que tituló “Los penúltimosdías”. En la primera anotacióndel diario anuncia un proyecto dedifícil concreción, que se va a extenderal resto de su obra:Abril 4. Todo verdadero diario se escribecon decisión de criminal y con íntimavoluntad de santo. Es una repetición delos propios asesinatos no exenta de soberbia,pero disparada –misteriosamente–hacia la humildad y la perfección.Escribirlos es la valentía de afrontarlos yaceptarlos como culpa; interpretarlos significaesforzarse por hacer desaparecer lafuente de la culpa. Intento una experienciaque puede resultar provechosa: aplicareste espíritu a la consideración de losacontecimientos públicos más que a losprivados con la convicción de que todossomos igualmente responsables por todolo que ocurre. La duda: respecto al gradoen que ello podrá resultar tolerable paralos partidistas de cualquier orden, paralos que creen que la verdad está sólo enalguna de <strong>las</strong> facciones de la vida.De la propuesta pueden desprendersedos ideas que recurrentemente afirmaMurena. Una es la idea de desplegarun pensamiento que a fuerza decontradecir(se) en absolutos puedairritar o caer en su propia negación,pero también hacer aparecer un granode verdad o la valentía para enfrentar,sin autocomplacencias, <strong>las</strong> limitacionesde la razón frente a una realidad quela desborda. La otra, la que no interesaen tanto marca la audibilidad de esarespiración del pensamiento, es la deaceptar que un proyecto así resultaintolerable: o mejor, debería resultarlopara saber que se va por buen camino.En su libro Ensayos sobre subversión,Murena presenta más claramente estaidea en un ensayo completo: “<strong>Las</strong>ubversión necesaria” 19 . Allí recurre auna metáfora, la del portero que miradesde atrás del vidrio <strong>las</strong> figuras quepasan por la calle y evalúa desde allísu grado de amenaza, para explicar elrol del hombre de <strong>letras</strong> en una sociedaddeshumanizada. Entonces, dice,misión es la de provocar, aguijonear,punzar <strong>las</strong> cristalizaciones y barrer contodo lo muerto que el<strong>las</strong> generan, yeso debe conseguirlo a partir de unaescritura que no le reditúa ningúnbeneficio, ya que, si alguna vez lograimponer sus ideas, tiene que enfrentarseinmediatamente con el<strong>las</strong>. Llevaradelante un proyecto así, con un temperamentoque conspira contra <strong>las</strong>posibilidades de éxito (un horizonteque se manifiesta deseado y se resuelvecomo si se despreciara), le hace anunciaren el prólogo de ese volumen sumisión como escritor:Este temperamento es además responsablede algunos de los defectos que el lectorhallará sin tardanza en el libro: repeticiones,contradicciones aparentes entre loque se dice en una página y otra respectoal mismo asunto, etc. El autor ofrece a<strong>las</strong> críticas un blanco fácil y lo sabe. Noobstante, ha dejado que así fuese. Tienela esperanza de que sus hipótesis –aunquecuestionables en los detalles– encierrenen el fondo un adarme de alguna220 22103. Trazos malditos.indd 220-221 13/11/06 21:39:24
- Page 2 and 3:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006
- Page 4 and 5:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 6:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 11 and 12:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 13:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 16 and 17:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 18 and 19:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 20 and 21:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 22 and 23:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 24 and 25:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 26 and 27:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 28 and 29:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 30 and 31:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 32 and 33:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 34 and 35:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 36 and 37:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 38 and 39:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 40 and 41:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 42 and 43:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 44 and 45:
Un crítico se mide frente asu moti
- Page 46 and 47:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 48 and 49:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 50 and 51:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 52 and 53:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 54 and 55:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 56 and 57:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 58 and 59:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 60 and 61:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 62 and 63: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 64 and 65: Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 66 and 67: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 68 and 69: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 70 and 71: Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 72 and 73: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 74 and 75: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 76 and 77: Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 78 and 79: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 80 and 81: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 82 and 83: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 84 and 85: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 86 and 87: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 88 and 89: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 90 and 91: Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 92 and 93: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 94 and 95: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 96 and 97: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 98 and 99: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 100 and 101: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 102 and 103: Trazos malditosComo cualquier otra
- Page 104 and 105: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 106 and 107: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 108 and 109: Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 110 and 111: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 114 and 115: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 116 and 117: Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 119 and 120: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 121 and 122: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 123 and 124: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 125 and 126: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 127 and 128: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 129 and 130: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 131 and 132: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 133 and 134: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 135 and 136: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 137 and 138: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 139 and 140: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 141 and 142: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 143 and 144: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 145 and 146: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 147 and 148: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 149 and 150: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 151 and 152: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 153 and 154: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 155 and 156: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 157 and 158: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 159 and 160: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 161 and 162: Reflexiones sobre lacondición inte
- Page 163 and 164:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 165 and 166:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 167 and 168:
Reflexiones sobre la condición int
- Page 169 and 170:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 171 and 172:
Reflexiones sobre la condición int
- Page 173 and 174:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 175 and 176:
Reflexiones sobre la condición int
- Page 177 and 178:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 179 and 180:
GroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 181 and 182:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 183 and 184:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 185 and 186:
GroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 187 and 188:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 189 and 190:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 191 and 192:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 193 and 194:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 195 and 196:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 197 and 198:
Cada voz que emergió de lacrítica
- Page 199 and 200:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 201 and 202:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 203 and 204:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 205 and 206:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 207 and 208:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 209 and 210:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 211 and 212:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 213 and 214:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 215 and 216:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 217 and 218:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 219 and 220:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 221 and 222:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 223 and 224:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 225 and 226:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 227 and 228:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 229 and 230:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 231 and 232:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 233 and 234:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 235 and 236:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 237 and 238:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 239 and 240:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 241 and 242:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 243 and 244:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 245 and 246:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 247 and 248:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 249 and 250:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 251 and 252:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 253 and 254:
LaborbibliotecológicaDesde sus or
- Page 255 and 256:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 257 and 258:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 259 and 260:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 261 and 262:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 263 and 264:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 265 and 266:
Labor bibliotecológicaLA BIBLIOTEC
- Page 267 and 268:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 269 and 270:
Labor bibliotecológicaLA BIBLIOTEC
- Page 271 and 272:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 273 and 274:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 275 and 276:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 277 and 278:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 279:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006S