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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Trazos malditosTrazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Hay diferentes maneras de presentara Murena como escritor. Una posiblees seguir progresivamente (el términoes injusto con el autor, por más queintente remedar la idea de currículo)el recorrido de su obra. En estos términospodemos sintetizar su producciónen el cruce, más o menos arbitrario,de un criterio genérico y otrotemporal. Murena publicó cuentos,nove<strong>las</strong>, ensayos, poesía y una obra deteatro 3 en <strong>las</strong> casi tres décadas en quese dedicó a escribir. Su labor puedeseguirse en la vinculación con diversasrevistas y editoriales, desde unacelebrada participación en la revistaVerbum 4 o el fallido intento de su propiarevista <strong>Las</strong> ciento y una 5 , hasta losaños en que participó activamente enSur (en la revista como colaboradoral principio, más tarde en la editorial)y La Nación o en Cuadernos, MundoNuevo y editorial Monte Ávila, ya enla década del sesenta. Recibió algunospremios por sus textos y hasta fuebien recibido por el público.Una segunda forma de presentarlo es lade recuperar sus efectos de lectura. Estoes bastante frecuente en los ensayosque, a partir de la muerte de Murena,propusieron más o menos periódicamenteuna recuperación y un ajustede sus lecturas. Durante <strong>las</strong> décadas enque su obra apareció más escuetamentemencionada, muchos de los ensayosmás lúcidos sobre su obra recurrieron aeste hecho para iniciar sus lecturas. <strong>Las</strong>razones por <strong>las</strong> cuales fue incomprendido,los modos en que fue injustamenteleído, los aspectos de su obra que fuerondejados de lado en función de unalectura apresurada o mezquina, sonsuficientes como para que a partir deellos pueda remontarse una lectura quedé cuenta de la riqueza y coherencia deesa obra, de esa búsqueda en la escriturade una verdad agobiante e inalcanzable.Américo Cristófalo 6 señala sullegada tardía a Murena en relación con<strong>las</strong> condiciones de recepción en que seencontraba su obra:Los jóvenes del setenta no alcanzamosa leerlo. Murena había dicho cosasinsoportables que no leímos a su tiempo.Estuvo ostensiblemente fuera del campode lecturas de esos años. O en todo casofue leído en una clave esotérico –románticaque lo deformó y lo situó al bordedel absurdo. Nada más antirreligiosoque el teísmo sin nombre de Murena,nadie más despojado de fórmu<strong>las</strong> y cultosde idolatría. Si es fácil entender por quéel clima político cultural de los sesentay setenta le fue hostil, que la generaciónde Contorno lo impugnara y viera enél una polémica inadecuación con elespíritu de la época, es en cambio másextraño, en cierto modo más perturbador,que hacia mediados de la décadadel ochenta, los dueños de Benjamin enla <strong>Argentina</strong>, no lo leyeran, no vierana quien “en más de un sentido –comoseñala Schmucler– repitió a Benjaminen América Latina” (pág. 105).El destiempo, la llegada tardía, elanacronismo pueden ser una terceramanera de presentarlo. Es cierto quela inadecuación con <strong>las</strong> urgencias dela época era una de <strong>las</strong> premisas desde<strong>las</strong> que Murena desarrolla su obra, yla plantea desde sus primeros ensayos.El anacronismo de un escritor que leey piensa la obra de Walter Benjamindesde sus primeros ensayos, es unalínea de lectura interesante y quepermitiría explicar gran parte de susdecisiones de escritura 7 . Nos interesan,sin embargo, dos lecturas máscercanas al escritor, que conduceneste anacronismo a un espacio vitalque trasciende ese resto que nos dejaen libros. Recientemente la editorialÓpera Prima publicó una compilaciónde escritos de diversos escritores cuyopunto en común es el final de sus vidasen un suicidio 8 . Sin detenernos en locomplejo del criterio (por arbitrario ypor lo que debería deducirse de él), yen la discutible decisión de incluir aMurena en la selección, nos detenemosen la breve reseña biográfica quese agrega al final del volumen:Héctor Álvarez Murena (1923-1975)Este poeta, dramaturgo y novelista fue ungran conocedor de la realidad argentinaa la que criticó con pesimismo. Trabajócomo gerente de la editorial Sur y fuecolaborador del diario La Nación trasrealizar estudios de ingeniería y filosofía.Con fama de huraño y trato difícil, veíala vida con una sensibilidad poco frecuente.En 1975 se halló su cuerpo sin vida ensu cuarto de baño, acompañado de unnúmero considerable de botel<strong>las</strong> de vino.Su propia mujer le dedicó la siguientenota necrológica: “Personaje absurdo, casifuera de nuestra época, interesado por <strong>las</strong>ciencias esotéricas, dotado de una memoriaprodigiosa y de una extraordinariacultura, por señales para otros inadvertidaslogra captar la realidad que lo circundacon admirable exactitud”.La referencia nos interesa tanto por loque aporta como por el enunciador:Sara Gallardo introduce y reedita elúltimo libro de Murena, que consisteen la transcripción de los diálogos deMurena con D. J. Vogelmann en RadioMunicipal, en un espacio que tuvieronentre 1971 y 1972 9 . El libro ve la luz en1977, cuando ambos habían muerto, yel prólogo, breve, se centra en lo másanacrónico para esa circunstancia: larespiración de ese diálogo.De manera tácita queda en estos diálogostambién aquello que el oyente de radiono suele adivinar: la tempestad silenciosaque a veces los acompañaba, hecha deademanes vehementes, de gestos de negacióno afirmación por parte de Murena;de pausados movimientos de cabeza,de un fruncir deojos, de un sonreírpor parte deVogelmann. Y<strong>las</strong> risas, a vecesmudas, a vecesabiertas.Está aquí esa respiraciónque es elir venir de un diálogode dos amigos...(pág. 7-8).<strong>Las</strong> dos afirmacionesde quienfue la mujer deMurena sitúanotras preguntasrespecto de suobra: “por quéleerlo (ahora)”y “cómo leerlo(ahora que, quizás, irrite menos)”. Almenos son <strong>las</strong> formas en que podemossintetizar <strong>las</strong> inquietudes que surgendesde Cristófalo, en la medida en quese supone que ahora sí sabríamos cómoleerlo. Algunas lecturas intentan registrar<strong>las</strong> muestras de esa sensibilidadsobre la realidad que el paso del tiempopermite observar con la distancianecesaria. Otras encuentran <strong>las</strong> sutilesmarcas de singular mirada de la culturaamericana y occidental de fin de siglo.Otras más pueden revisar de qué maneraintroduce y comprende lecturas quetardarían años y hasta décadas en ingresaren los espacios de saber, los debates,discusiones culturales en <strong>Argentina</strong>.218 21903. Trazos malditos.indd 218-219 13/11/06 21:39:22

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