Nombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006134Héctor Libertella: la pasiónhermética del crítico a destiempoPor Martín KohanLa crítica siempre logró desplegarse en <strong>las</strong> resistencias.Resistencia contra los poderes y <strong>las</strong>obviedades de cada época. Héctor Libertella hadesarrollado una notable y singular resistenciadespojada de toda connotación épica. Conuna clara vocación por el “destiempo” capazde trastocar <strong>las</strong> temporalidades sincrónicas queconfunden y homologan como conjunto a loscontemporáneos, Libertella resistía desde unaliteratura a la que reservaba otros tiempos. Sustrazos, que bordeaban el hermetismo y la opacidad,eran reivindicados frente a <strong>las</strong> formasutilitarias de un lenguaje ligado a la sociedadcomunicativa y mercantil que reclama para síuna escritura normativa, comprensible y explicativa.No se trata de una resistencia ideológicapuesto que el mercado actúa en niveles de mayorconcretitud: tiene siempre un lugar acechante enel que cobijar al crítico. Otro tipo de resistencialigada a la supervivencia, a una guerra incesantedonde la astucia es la condición para transitarun desfiladero estrecho sin despeñarse en él. Elmétodo: un hermetismo capaz de fundar interioridadesdonde el sigilo devenga capacidad dedesplazamiento en esa intemperie, del mismomodo que –compara Martín Kohan en esta profundaevocación– lo imaginaba Rodolfo Fogwillpara los combatientes, habitantes de <strong>las</strong> cuevassubterráneas, de la guerra de Malvinas.Para Rafael CippoliniI.“La desgracia de los sincrónicos –define,sereno, Héctor Libertella–. Vivirel presente” (ECH, pág. 191). ¿Acasose podrían leer los distintos momentosde su obra crítica (hasta donde quepasepararla, aunque sea provisoriamente,de su obra narrativa) bajo el signoperseverante de la neutralización deesa desgracia? Un prolongado esfuerzoliterario para acabar con la sincronía.Llama la atención, sin embargo,el fuerte sentido de la contemporaneidadque exhibe Libertella. Cuandoescribe sobre Osvaldo Lamborghini,sobre Luis Gusmán, cuando cita aGermán García, cuando cita a JosefinaLudmer, vale decir cuando visita –y prologa y antologa– el mundo de larevista Literal, que es el suyo, exhibela plena decisión de ser un contemporáneode sus contemporáneos (quesean sus contemporáneos es un hechoobjetivo, pero que él también lo seade ellos, es un acto de voluntad). Claroque, en cuanto Libertella desplazasu enfoque crítico en el tiempo, eseefecto de contemporaneidad no sediluye, y hasta podría decirse que, yacomo artificio, por el contrario, hastase intensifica. Cuando se ocupa, porcaso, de Manuel Puig o de Saer, o deBorges o de Mujica Lainez, o si seva hasta Macedonio Fernández, o si,más aun, se retira hacia el siglo XIX yse sitúa en los días del Salón Literariode Marcos Sastre, se vislumbra siempreun mismo arrimarse confiado y ala vez cuidadoso, un aire similar defamiliaridad general matizado con unsoplo (o un suspiro) de cierta reserva,que expresa la condición fundamentaldel contemporáneo. Y lo mismose percibe cuando Libertella prestaatención (y en el hecho mismo de quegenerosamente preste tanta atención)al futuro literario de esa contemporaneidadcronológica: a César Aira(pero ya desde Moreira, ya en 1975),y luego a Daniel Guebel o a SergioBizzio, y luego a Marcelo Damiani oa Damián Tabarovsky, hasta hoy.Esta expansión gozosa de la contemporaneidades precisamente aquelloque termina por liquidarla. Libertel<strong>las</strong>e apoya en cierta premisa que dejasentada justamente en el prólogo a laantología de Literal: “El tiempo enliteratura es otro” (L, pág. 8). Al amparo,o al desamparo, de esta cualidaddiferencial, Libertella ensaya el juegoartificioso de extender y contraer esacondición de contemporáneo, sabiendoque así, con la evidencia del artificio,la vacía como dato real. Es el trayectoexactamente opuesto al del saltoa la c<strong>las</strong>icidad, que en su pretensión desuprahistoria se especializa en ser ubicua.Libertella va justo al revés: aprendea desfasarse, se ejercita para ser unexperto en el destiempo.Al comenzar “La leyenda de Jorge Bonino”,por excepción admite: “Preciso<strong>las</strong> fechas; <strong>las</strong> necesito para no perderme”(¡C!, pág. 51). La regla de esta excepción,sin embargo, lo libera de laprecisión y del precisar, y revela porcontraste la despreocupación de perderse.La vocación del desfasaje exigetanto esmero como la puntualidad ola sintonía. El narrador de Memoriasde un semidiós lanza la pregunta decisiva:“¿Cuánto tiempo es necesario parallegar tarde?” (MS, pág. 83). Teníaque ser Libertella, a quien el reconocimientocomo escritor le llegó bienpronto (Premio Paidós en 1968, PremioMonte Ávila en 1971), quien con-13502. Nombres, linajes y recorrido134-135 134-135 13/11/06 21:31:38
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006cibiera este afán por retardarse. Llegartemprano o llegar tarde, pero nuncallegar a tiempo, es la gracia que reviertela desgracia de los sincrónicos.La laboriosa extemporaneidad de Libertella(laboriosa y larga: le llevó sutiempo) se irradia sobre su maneraentera de pensar a la literatura. Parapensarla como él lo hace, se vuelveindispensable dislocar determinadaspremisas y coordenadas temporales(quien sabe si <strong>las</strong> cosas no ocurrierona la inversa: a fuerza de sabotear temporalidades,acabó por desfasarse élmismo). La consigna teórica de “desbaratarla ilusión de progreso” (LSE,pág. 195) se multiplica en una saga dedesbaratamientos cronológicos en serie:decir que “el futuro ya fue” (EAS,pág. 43), y después preguntarlo: “¿Elfuturo ya fue?” (EAS, pág. 99); decirque hay que hacer “de pasado presente”(EAS, pág. 44) (¿y eso qué vienea ser? ¿sincronía o asincronía?); proponer“una memoria retrospectiva delo que vendrá” (EAS, pág. 99); definirlo posmoderno como “aquello muymuy antiguo que se pone en choqueeléctrico con aquello muy muy delfuturo” (LSE, pág. 108); entendera <strong>las</strong> vanguardias no como anticipación,sino como lo más ancestral (elpictograma); establecer, en el prólogoa una antología de la nueva narrativaargentina, que hay un “arte de inventarruinas” (NRA, pág. 8). De estemodo, con futuros ya pasados, conpasados presentes, con vanguardiasancestrales, con <strong>las</strong> ruinas del ahora,Libertella elabora su enciclopedia deldestiempo y cultiva su propia entradaen esa misma enciclopedia.Si bien su interés crítico privilegia losobjetos de cierta sofisticación artística(Jorge Bonino del Di Tella a París;Mirtha Dermisache comentada porRoland Barthes) o literaria (descentrados:Enrique Lihn, Salvador Elizondo),hay en Libertella al menosdos momentos en los que el foco sepone sobre la cultura popular. Enuno se refiere al fútbol de la Selecciónuruguaya: su estilo cansino, demasiadoreposado, su parsimonia ancestral,su desafío abdominal a la fina líneaatlética (ver PPC, pág. 60). En vez delUruguay campeón del mundo, el deltreinta o el del cincuenta, Libertella sefascina con el Uruguay del Mundial70: el que queda, ya para siempre,fuera de época, desfasado, obcecadopor nobleza con un fútbol ya extinguido.En otro momento, Libertel<strong>las</strong>e ocupa de Roberto Goyeneche, delcanto de Goyeneche, de su pronunciación;no es su edad de oro la quelo convoca, no es el Goyeneche en esplendorde Troilo o de Salgán, sino elúltimo, el habitualmente disminuidoGoyeneche del final. A Libertella leinteresa éste y no otro, para Libertellala culminación se verifica ahí, enel fraseo fantasmático del que cantadesde otro tiempo, para Libertella ésaes la gracia, ése es el don, el arte de inventarruinas, el arte de hacer de pasadopresente, con el futuro ya sido,para habitar ese presente en estado deasincronía, y en la ilusión consecuentede la contemporaneidad total.II.La actualidad que se procura HéctorLibertella es ante todo teórica. Suslecturas críticas se escriben siemprecon <strong>las</strong> categorías de vigencia másprobada: el borramiento del yo y sureinscripción en el nombre propio;el juego literario en su inutilidad ycomo derroche; el privilegio de unapura superficie sin volumen y sinadentro; la proliferación, el descentramiento,el desvío; el énfasis en loparcial y el descreimiento del todo;la impregnación intertextual: la parodia,el pastiche, la postulación de que“la literatura es un papel que viene deotros papeles” (LSE, pág. 92 y EPRH,pág. 79/80), de que “lo escrito provienede lo escrito” (LSE, pág. 10); elerotismo del texto: el goce o la perversión;la diferencia (Pierre Menard: ladiferencia en lo mismo de lo mismo).Dichos o implícitos, Roland Barthes,Julia Kristeva, Jacques Derrida, MauriceBlanchot, Gilles Deleuze, GeorgesBataille, Michel Foucault, MijaílBajtin y algunos otros, rondan o habitanlos textos de Libertella. Tambiénfunciona una tradición, la de losformalistas rusos; la noble fidelidaddel arte como artificio, la prácticacontinua de la desnaturalización, laatención puesta en los procedimientos,la insistencia aforística en que“la literatura no es un pensamiento”(EPRH, pág. 97; EAS, pág. 56; LSE,pág. 103 –sólo que aquí el sujeto es“escritura”–; LLA, pág. 70). En elmismo orden de puesta al día en lateoría literaria, se destaca en Libertellael énfasis aplicado a la nociónde escritura. La escritura se subrayacomo objeto privilegiado (y allí otravez Barthes, allí otra vez Derrida); laescritura es abordada en términos deproducción (y allí otra vez Kristeva,pero también Pierre Macherey, y también,desde otro tiempo, Bertolt Brecht);la escritura es vista como trazomaterial, como dibujo, como marcatipográfica (“algo físico tiene que aparecercuando el que escribe escribe”(EPRH, pág. 37). Y desde esta nociónde escritura, se abren dos prácticas odos pasiones: la del cruce disciplinario(en especial entre la ficción y lateoría: la crítica lírica, la literaturacrítica) y la de la reescritura (Libertellainscribe, heráldicamente, el lemade su método de obstinación crítica:“Volveremos con variaciones sobre lomismo” (LSE, pág. 21).Si hay algo que sin dudas puede decirsede este universo de categorías yaun de este índiceonomástico, esque está nítidamentefechado.Entre el final delos años sesentay el comienzode los años setenta,se verificasu afirmación;en los setenta ya comienzos delos ochenta, suexpansión y suesplendor; de ahíen más, su reduccióna vulgata ysu domesticacióncomo moda. Héctor Libertella, contemporáneo,vive el presente y se afiliaa sus lecturas; pero Héctor Libertella,extemporáneo, saturado de contemporaneidades,despega de ese presentehacia un pasado (en su interés porla etimología, en su gusto por la letraantigua) y hacia un futuro (¿cuántotiempo es necesario para llegar tarde,para que se haga tarde?), y entonceszafa. Y por eso hay siempre un plusen Libertella. Por ejemplo: disuelve elyo, pero lo hace mediante una captacióngenial: que, en castellano, “yo” secompone de “y” (conjunción) y de “o”(disyunción), una letra que une y otraque separa (EAS, pág. 45; LSE, pág.11). O se tienta con la idea de que lomás extremo es el Centro, porque elHéctor Libertella136 13702. Nombres, linajes y recorrido136-137 136-137 13/11/06 21:31:40