Nombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006110La traducción entre forma yfantasma: el escritor-crítico-traductoren el cruce de horizontes culturales 1Por Delfina MuschiettiLa tarea de la traducción de una obra poética es unasunto delicado. Tal es así que Delfina Muschiettipropone el nacimiento de una nueva filología poéticacapaz de desarrollar una devota vocación porescuchar <strong>las</strong> respiraciones originales de la poesía. Susingularidad, tramada de ritmos y tonalidades, revelala intensidad sólo en la forma espectral de una potenciaelevada a la forma. Si nada se sabe respecto a <strong>las</strong>intenciones previas al poema, el lector crítico debeentregarse a <strong>las</strong> formas captando lo que, en su repetición,permite anudar sonido, sentido y grafema. Nose trata de una equivalencia en el pasaje de una lenguaa otra sino, y de ahí la maestría del traductor, derecomponer ese fantasma para indagar el por qué unapalabra ha sido escogida entre otras tantas posibles.Así, el desafío, consiste en volverse un investigador dela propia lengua evitando los peligros del “traductornarcisista” que sobre la dificultad que presenta eltexto original produce una invención para escucharsu propia voz, y el “traductor explicador” quien sepropone salvar la dificultad neutralizando el lenguajepara hacer de su enigmática presencia algo “comprensible”.Bajo esta particular óptica, Muschiettirevisa <strong>las</strong> traducciones de la obra de Emily Dickinsonelaboradas en nuestro país por Amelia Roselli y porSilvina Ocampo. Del juego de sus diferencias sededucen sensibilidades diferentes para captar aquelloque habla en el habla de Dickinson.Este trabajo se inscribe en el proyectode fundación de una Escuela deTraducción Poética, en la que nosproponemos pensar y practicar nuevoscriterios específicos para traducirpoesía. <strong>Las</strong> premisas teóricas de GiorgioAgamben y Walter Benjamin 2 nossirven para pensar nuestra tarea comouna Nueva Filología. Será fundamentalen ella el estudio interdisciplinarioen el que confluyen filosofía, historia,psicoanálisis, estética y teoría literaria.Una filología absorta en la facticidad yla devoción mágica por los particulares,por el detalle, que Agamben destacacomo fundamentales en Benjamin. Elpoema es una caja de resonancia y desdeella el sentido estalla, viaja, difiere.El poema parte <strong>las</strong> palabras, se parte,arma y desarma melodías, tonalidades,e insiste en la repetición como técnicaclave del ritmo, que desde Tinianov enadelante, se sabe principio constructivo,procedimiento dominante en elpoema. Para traducir un poema hayque estar atentos a esas intensidadesque llegan precisamente de esa formasingular. Hay que estar atentos comolectores a ese juego de la repeticiónsonora o de sentido, desmontarla, hacerlahablar. Traducir el poema será,entonces, hallar una nueva forma que,como afirma Benjamin, debe capturarel modo-de-decir del original, o podríamosdecir, el modo de repetir deloriginal. Como lectores-receptores,debemos aguzar nuestra capacidadpara leer dicha singularidad. Caja deresonancia, dijimos, intensidades de larepetición. Formas del fantasma quevan y vienen entre posiciones móviles(la del poeta, la del crítico-traductorescritor)que se intersectan y ponen encontacto diferentes horizontes culturalesy diferentes tendencias frente a lalengua. Para traducir no podemos sinoadiestrarnos en la lectura de la formaparticular del poema para analizar luegolos modos en que se relacionan lenguaprimera y segunda con el canonde la época para una y otra, <strong>las</strong> fuerzasde hospitalidad y hostilidad que allí seimbrican. En el acto de traducir poesíase cruzarían, según nuestra propuesta,<strong>las</strong> siguientes posiciones y momentos,siempre móviles, nunca fijos:1.Ocupamos el lugar de lectores-críticos.Nos enfrentamos a una forma,que remite a un estado de la lenguaoriginal, la del poema. Estado de lalengua, estado de la norma literariay poética, relaciones contiguas concontextos sociales y culturales queinvolucran cuerpos, géneros, subjetividades,memoria individual y colectiva.Sólo la lengua del poema nosprovee de modos de acercamientos aese previo al poema. Del texto y susintensidades localizadas en la repeticiónde la palabra, parten envíosque nos llevan a esa trama previa ala que nunca llegaremos en verdad, ala que nunca conoceremos a cienciacierta, como no podremos nunca saberintenciones o propósitos previosal poema. Tampoco son importantesde frente a lo dado. Sólo tenemos esaforma, esos envíos disparados por <strong>las</strong>palabras y la repetición, ese esqueletofantasmático y a la vez pura potenciaque se eleva de la forma. El traductortiene que detenerse allí para dejarsetomar por esa voz, por esa respiración,por ese estado de la lengua, esos contextosque llegan aletargados en losenvíos del poema. En ese lugar, espíatambién los pre-textos, juega a tomarel lugar del poeta de frente a ciertos11102. Nombres, linajes y recorrido110-111 110-111 13/11/06 21:31:22
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Porque la maestría del traductorreside en un trabajo sutil:recomponer el fantasma de larepetición, y allí tornarse invisible.Dejarse tomar por la formaprimera y su lengua, ahuecar lapropia, alojando ese fantasmadesprendido de la repeticiónprimera. Un fantasma que (…)es pura potencia y espera reencarnaren otra lengua.materiales. Pero sólo es un modo dela especulación, porque el poema yaha sido escrito y ahora se trata, comobien dice Benjamin en clave formalista,de una relación entre lenguas.A partir de allí,claramente, estála informaciónbibliográfica ehistórica, otrostextos, otros poemasde la mismafirma o no, quese cruzan con esaforma a traducir,eso que llamamosoriginal, escritoen la lengua1, o lengua de partida. Primero, entonces,habría que detenerse a escuchar,a leer, a componer el fantasmade la repetición antes de partir de lalengua de partida. Y por sobre todo,escuchar la extrañeza que se pega yse desprende de cada momento de larepetición. Foucault ya nos enseñabaen Arquelogía del saber la importanciade leer lo que esta allí de hecho enun discurso y preguntarse por qué esapalabra, esa lengua allí y no otra entre<strong>las</strong> muchas posibles. Preguntar al datoinmanente de la forma para construirlos sentidos y los desvíos que llevan alcontexto. No se trata, entonces, de sero no literales. Se trata de ser fiel a esaextrañeza que deriva de la repetición.2.Nos movemos de lectores-críticos a lade escritores dadores de forma. De lapotente materialidad del poema, sólonos queda un fantasma en el oído, elfantasma de su repetición, esa que anudasonido, sentido y grafema; esa en laque radica su singularidad. Habrá quedarle nueva forma en la lengua de llegada.Sólo que se trata, como bien diceBenjamin una vez más, de una formaderivada o segunda, lo cual para nadaindica una sacralización del original endesmedro de la traducción, como algunasma<strong>las</strong> lecturas de Benjamin insistenen señalar 3 . Porque la maestría deltraductor reside en un trabajo sutil: recomponerel fantasma de la repetición,y allí tornarse invisible. Dejarse tomarpor la forma primera y su lengua, ahuecarla propia, alojando ese fantasmadesprendido de la repetición primera.Un fantasma, que como dijimos, espura potencia y espera reencarnar enotra lengua. Porque en la posición detraductores hay que volver a repetir.Componer una misma forma pero otra,en la economía de la repetición, comoquería Deleuze: economía del robo y ladiferencia, por oposición a la economíade la equivalencia o del intercambio.Como se sabe no hay equivalencias entre<strong>las</strong> lenguas, hay cercanías oblicuas,choques, expansión de connotacionesque se irradian casi sin querer por fueradel radio del original, y que el traductordebe controlar. Es allí donde el traductorse vuelve equilibrista, minuciosotécnico de la repetición. Es allí cuandogana y cuando pierde. Un luminosofracaso, sabido de antemano y que igualno obstaculiza el afán de traducir. Y entanto el traductor mantenga la decisiónde no neutralizar el texto de partida, respetarambigüedades e impactos, llegaráal objetivo deseado: mantener abiertala más abierta de <strong>las</strong> formas que es lapoesía. Igualmente, la traducción entanto implica una lectura del original,forma parte de su crítica y es una expansiónde la obra (Benjamin, otra vez)y de algún modo, la cierra. El desafíodel traductor es que ese cierre sea apenascomo un temblor: esa levedad estásustentada, sin embargo, por intensasinvestigaciones de <strong>las</strong> formas de la lengua,trabajo con diccionarios múltiples,despliegue de posibilidades. Por allí, secuela también la renuncia que está en eloriginal alemán del título del texto deBenjamin “La tarea del traductor”. Eslo que nos advierte dice Paul de Manen su artículo... 4 O sea que al traducir“tarea” perdemos la línea que en alemánse tiende hacia el campo semántico dela renuncia, del rendirse. ¿Ante qué?Ante la evidencia de que no hay equivalenciaentre <strong>las</strong> lenguas, que sólo valeen la traducción de poesía, trasladar elfantasma de la repetición a la lengua dellegada. Rendirse también ante el findel traductor-narcisista que hace escucharsu voz en lugar de la respiracióndel original. Por el contrario, el traductor-invisibletrabaja minuciosamentepara respetar una forma hallada, ser fiela una respiración fantasma. Y esa tareatrasladoimplica opciones, elecciones enel elenco de palabras y giros sintácticosque la lengua 2 o de llegada ofrece. Esasí como el traductor se vuelve investigadorde su propia lengua. Traducirpoesía especialmente, nos obliga a alejarnosde nuestra lengua, para mirarla,escucharla como extraños a ella, y poderasí calibrar, medir <strong>las</strong> diferentes opcionesa la hora de traducir. Un momentomás en el que el traductor se toca con elcreador: volverse extraños en la propialengua, como quería Rilke, para luegoempezar a escribir. Y en un momentopropio e inherente a la tarea de traducir,alojar la lengua del original y dejar queésta violente la lengua propia. Los defensoresde la traducción-narcisista preferiránque éste invente sobre <strong>las</strong> dificultadesdel original, en lugar de aceptar eldesafío que la forma de éste le ofrece ala investigación y el detalle de <strong>las</strong> lenguas.Paradójicamente, la renuncia deltraductor de poesía implica nunca renunciarante el desafío de la dificultad.Los defensores del traductor-explicadorpreferirán antes que la extrañeza ambiguaque el original propone, una formaneutralizada, “comprensible” y compuestaen “buen español”. Si un sentidonunca es trasladable, como nos enseñaDerrida 5 , menos aun en la forma de lapoesía, cuya singularidad implica atarsonido a sentido, a grafema, y volver elsentido indecidible,en constantefuga. Manteneresa indecibilidades el desafío deltraductor. Y noescribir en “buenespañol” porqueel poema quetraduce no fue escritoen español,ni responde alestado de la lenguadel traductor.Hay intercambioy violencia mutua entre los estados de<strong>las</strong> lenguas, alojos y desalojos. Por esoel español del traductor debe ser el másneutro y universal posible –como elmismo Borges lo admitía al final de sucarrera, luego de tantas idas y vueltasal respecto 6 – para que en él pueda inscribirsecomo en juego de veladuras ytransparencias, como quería Genette 7 .3.Cuando comparamos traducciones,pasamos a una posición tercera, otravez en el lugar de lectores-críticos. Sila tarea del traductor responde a determinadaselecciones, en esta posicióntercera podremos apreciar los modosSi la tarea del traductor respondea determinadas elecciones,en esta posición tercera podremosapreciar los modos en queel horizonte cultural y retóricode cada escritor-traductor (estoes, su forma de leer, su orientaciónen el campo estético eintelectual al que pertenece) havelado ciertas intensidades deloriginal, y ha guiado en otradirección <strong>las</strong> elecciones en elmomento de traducir.112 11302. Nombres, linajes y recorrido112-113 112-113 13/11/06 21:31:24