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Edição Nº 19 - Uneb

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Biología del monstruo: la identidad del otro en el positivismo del Cono Sur<br />

periodo de la primera colonización, aborda el<br />

fenómeno de la creación de Monstruos, seres<br />

“anormales” que habitan en regiones desconocidas<br />

por los europeos. Si bien aquellas imágenes<br />

no hacen referencia a que dichos Monstruos<br />

estén ligados a los indígenas, sí forman parte<br />

del mundo cultural que ellos habitan. El imaginario<br />

europeo, dice Rojas Mix, realizó una naturalización<br />

de lo Otro diferente como algo nefasto,<br />

o anormal. Los Monstruos habitaban en<br />

las “fronteras del mundo”, lo que implicaba<br />

también, en las fronteras de su conocimiento.<br />

(<strong>19</strong>92, p.66-67)<br />

Estas imágenes monstruosas de la Otredad,<br />

entonces, referían a un Otro Mundo habitado<br />

por la anormalidad. Mi Mundo se constituye en<br />

un Orden, que implica la normalidad, la<br />

Beatitud (según la concepción medieval) y un<br />

espectro bien delimitado de las posibilidades del<br />

“Yo”. Lo Otro es un espacio en donde reinan<br />

las tinieblas, el Caos, la anormalidad, el Pecado<br />

y un espectro amplio y diverso de las proyecciones<br />

de la Maldad, sustentado por la Fatalidad<br />

de Ser lo Otro. El paradigma que definirá la<br />

acción de la colonización de América se basará<br />

en este fundamentalismo: hay una diferencia<br />

natural entre el Nosotros-Orden-Normalidad,<br />

que gnoseológicamente se expresará en la<br />

ipsidad (¿Qué es lo que forma parte de nosotros<br />

mismos?), y lo Otro-extraño-caótico, manifiesto<br />

como la Otredad signada por una fatalidad<br />

inmodificable.<br />

Este paradigma cultural no sufrirá modificaciones<br />

significativas a lo largo de los siglos de<br />

colonización. Los positivistas latinoamericanos<br />

de fines del siglo XIX retomarán el imaginario<br />

de los colonizadores en sus análisis e interpretaciones<br />

de la formación de la cultura americana.<br />

Dentro del marco del proceso de modernización<br />

que se imponía durante ese momento, los<br />

positivistas se propusieron “objetivar”, mediante<br />

sus principios metodológicos (“la experiencia<br />

histórica”) aquella naturalización de las diferencias.<br />

Si en un primer periodo la relación<br />

establecida por los colonizadores con América<br />

se sustentaba en lo “fantástico” (porque el Otro<br />

era desconocido), y en un segundo periodo se<br />

transformó en “Teológica” (ya que conociendo<br />

al Otro, éste se manifestaba como una amenaza<br />

a la cultura cristiana), para los positivistas, dicha<br />

relación deberá establecerse mediante la razón<br />

determinada por la práctica histórica. A la diferencia<br />

naturalizada en un principio, se propusieron<br />

revestirla y fundamentarla empíricamente<br />

en una objetivación que podía expresarse en una<br />

tipología étnica.<br />

Para los intelectuales positivistas, el Otro no<br />

se construiría como la alteridad de Europa, sino<br />

como la Otredad americana de la clase dirigente,<br />

blanca, criolla. En momentos en que la construcción<br />

de la Nación moderna se especifica<br />

inexorablemente como un proyecto social y cultural<br />

homogéneo, el Otro se configuraría entonces<br />

como un problema de índole étnico. Negros,<br />

indios y mestizos se inventaron como un<br />

impedimento de la modernización “nacional”,<br />

porque carecían, a grandes rasgos, de algunos<br />

elementos indispensables (tales como la voluntad,<br />

el carácter y la educación) para incorporarse<br />

o adaptarse a los “nuevos tiempos”. El<br />

revestimiento “científico” del racismo milenarista<br />

europeo, se pondrá en práctica desde el Estado<br />

moderno para justificar la exclusión de la<br />

Otredad étnica. El Otro posee una naturaleza<br />

biológica contradictoria con el Progreso.<br />

Sobre la violencia innata del “negro”:<br />

Nina Rodrigues<br />

Desde un trabajo sobre el Derecho penal vinculado<br />

a la Responsabilidad Civil en el Brasil<br />

inmediatamente posterior a la abolición de la<br />

esclavitud, Nina Rodrigues, en As raças humanas<br />

e a responsabilidade penal no Brasil (1894),<br />

trazó una caracterización biológica de negros e<br />

indios. Con un criterio evolucionista, determinó<br />

que había razas “superiores” y razas “inferiores”;<br />

estas últimas eran las que estaban en un<br />

estado de atraso en la evolución humana en<br />

referencia a un esquema dominado por el<br />

“perfeccionamiento psíquico” (RODRIGUES,<br />

<strong>19</strong>57, p.35). Como el indio tendía a desaparecer<br />

“naturalmente”, antes de una supuesta acción<br />

civilizatoria, el negro se constituiría en la Otredad<br />

biológica a estudiar, ya que se estaba mestizando<br />

rápidamente en la sociedad brasileña.<br />

56 Revista da FAEEBA – Educação e Contemporaneidade, Salvador, v. 12, n. <strong>19</strong>, p. 53-60, jan./jun., 2003

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