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Descargar - SEFM, Sociedad Española de FÃsica Médica
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Tema 3<br />
Equipos de rayos X y receptores de imagen<br />
Como en la inmensa mayoría de los casos en que la fuente de potencia es una<br />
toma de corriente alterna, el generador ha de integrar sendas etapas de transformación<br />
de la tensión y de rectificación de la corriente. Durante casi un siglo la<br />
rectificación se ha basado en procedimientos progresivamente mejorados para<br />
obtener pulsos de seis y de doce ondas por ciclo que optimizaran el uso de la potencia<br />
consumida. Sin embargo, desde la última década del siglo XX se ha generalizado<br />
el uso de convertidores de frecuencia (o generadores de alta frecuencia)<br />
que garantizan una salida de tensión prácticamente constante, con un factor de<br />
rizado que típicamente se sitúa en valores inferiores al 5%, con el consiguiente<br />
incremento en el rendimiento de los tubos, en la estabilidad de su funcionamiento<br />
y en el control de calidad del conjunto generador-tubo. Además, la exactitud y<br />
reproducibilidad que se consigue con este tipo de equipos es también muy alta,<br />
alcanzándose por tanto cotas superiores en la calidad de imagen.<br />
2.3. Tubo de rayos X y colimador<br />
Tal y como se explicó en el tema 1, el tubo de rayos X es, junto con el generador,<br />
el otro componente fundamental de un sistema productor de rayos X. Es<br />
en él donde se van a producir los rayos X como resultado de la interacción de<br />
un chorro de electrones de alta energía con un blanco de material adecuado. La<br />
inmensa mayoría de los equipos de radiología general utilizan tubos de rayos X<br />
de ánodo rotatorio. Este tipo de tubos consta de dos electrodos colocados en<br />
el interior de una ampolla de vacío, entre los que se establece una diferencia de<br />
potencial de algunas decenas de miles de voltios. Simultáneamente, uno de los<br />
electrodos, el cátodo, se calienta para facilitar, por efecto termoiónico, su función<br />
como fuente de electrones. Los electrones evaporados del cátodo y acelerados<br />
por el campo eléctrico, convenientemente focalizados, inciden sobre el<br />
ánodo en una zona, el blanco, construida o recubierta de un metal adecuado<br />
(una aleación de wolframio y renio sobre molibdeno en los tubos más comunes;<br />
y de molibdeno o rodio en los tubos de mamografía).<br />
Casi la totalidad de la energía depositada en la interacción de los electrones<br />
con el blanco se transforma en calor y su evacuación constituye uno de los<br />
problemas técnicos clásicos de la construcción de tubos. Sólo una fracción del<br />
uno por ciento de esa energía resulta útil y da lugar a la aparición de rayos X.<br />
La mayor parte de esos rayos X se originan cuando un electrón se aproxima a<br />
uno de los núcleos del material del blanco e interacciona con el intenso campo<br />
electrostático creado por él. La energía perdida se transforma en un cuanto de<br />
radiación electromagnética, esto es, en un fotón de rayos X. Dicha energía es<br />
máxima cuando es mínima la distancia de interacción y tiene un límite superior<br />
asociado a la máxima energía de los electrones, esto es, al potencial establecido<br />
entre ánodo y cátodo.<br />
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