dedicatoria
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nuevas emociones como: representaciones teatrales, bailes de disfraces, corridas de<br />
toros, carros alegóricos, casa de juego, etc.<br />
Respecto al tipo de vivienda de este siglo, éstas sin excepción eran de dos pisos, el<br />
superior para las clases acomodadas, y el inferior, para tiendas, o como habitaciones de<br />
los cholos mestizos. Sobre otras edificaciones, la ciudad contaba con: Edificios públicos<br />
como: El palacio de la Real Audiencia (fracción septentrional del actual Palacio de<br />
Gobierno), casa del Cabildo (actual Municipio), Colegio de San Luis (en la calle García<br />
Moreno, frente a la fachada de la Compañía), Colegio de San Fernando (actual Convento<br />
de los Corazones). Y otros edificios notables como: Palacio Episcopal, Hospital del Rey,<br />
más tarde Hospital San Juan de Dios; Cárcel Común, Cárcel de Mujeres y Carnicería,<br />
entre los más importantes. Además, iglesias, capillas y oratorios como: la Iglesia Mayor<br />
(la Catedral), de Santa Bárbara, de San Roque (la antigua), de San Sebastián, de San<br />
Marcos, de San Blas (la más antigua), de Santo Domingo, de San Francisco, de San<br />
Agustín, de La Merced, de La Compañía, de Santa Clara, del Carmen Alto y Carmen<br />
Bajo, de la Concepción y de Santa Catalina. Es de notar que la mayor parte de las<br />
iglesias parroquiales como las de: San Roque, San Sebastián, San Marcos, San Blas y<br />
Santa Prisca, se hallan ubicadas fuera del centro de la urbe, posiblemente porque para<br />
construirlas ya no existían solares disponibles para tal efecto, dentro del núcleo urbano.<br />
En cuanto a las calles de la ciudad, en 1861, el historiador Pedro Fermín Cevallos, se<br />
refiere a ellas como estrechas y onduladas, de piso desigual, con excepción de las<br />
centrales que son rectas y de buen suelo. Para ese tiempo, el pavimento de la ciudad<br />
llegaba apenas hasta La Alameda, y las vías principales a ambos lados del parque, eran<br />
empedradas por la acción municipal, que poco a poco avanzaba hacia el norte.<br />
Para este siglo, la ciudad se expandía, de preferencia hacia el noreste del núcleo urbano<br />
antiguo, y no hacia el occidente ni noroeste, por la fuerte accidentación de las faldas del<br />
Pichincha; tampoco hacia el suroeste, por el enorme obstáculo del Panecillo. La<br />
población iba en aumento, y aunque todavía subsistían algunas fuentes pantanosas<br />
destinadas al pastoreo de ganado menor que luego sirvió para el trazado de modernos<br />
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