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dedicatoria

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Santa Clara, pero hallándose incómodo en dicho sitio, por el nuevo número de religiosas<br />

y la humedad, se trasladó en 1613 al sitio actual, cuando Lorenzo de Cepeda Ahumada,<br />

conquistador de Quito y hermano de Santa Teresa de Jesús, donó una de sus casas a las<br />

religiosas del claustro, quienes “ampliaron el Monasterio con la mitad de las casas que<br />

fueron de Lorenzo de Cepeda, concedidas por orden de Hernando de Santillán, el 11 de<br />

agosto de 1567” 131 . Curiosamente, “la casa de Cepeda se asentaba en el sitio mismo<br />

donde los incas tuvieron el famoso Agllahuasi, o Palacio de las Vírgenes, conformado<br />

por jóvenes indias, escogidas como esposas del Inca para mantener su sangre real, y<br />

dedicadas al culto divino” 132 . Tanto Cepeda, como las religiosas del claustro<br />

conservaron su valor sustancial. Sin embargo, en una visita de Vicente Rocafuerte,<br />

segundo Presidente del Ecuador, se descubre que sobre una vieja portada de la casa de<br />

las monjas, se ostentaba dos excelentes figuras, una del sol y otra de la luna, que<br />

precisamente eran los decorados significativos del prehistórico Palacio del Agllahuasi de<br />

los incas. Por lo que el presidente hizo desprender esas figuras de la puerta y las mandó,<br />

como preciosos monumentos de la antigüedad aborigen, a depositarlas en el seminario<br />

de San Luis, como destino a un museo que Rocafuerte se proponía organizar.<br />

Actualmente no se conoce sobre la existencia de estos objetos.<br />

El traslado definitivo de las religiosas, desde su casa primitiva al sitio en que<br />

actualmente se halla establecido el Monasterio tuvo dos etapas, en 1608 con la compra<br />

de una parte del local y luego en 1613. Entre una y otra fecha había que superar una<br />

serie de dificultades y privaciones, por lo que primero se edificó el templo durante los<br />

primeros años del siglo XVII, para luego construir el convento de tiempo en tiempo, por<br />

la suma pobreza de las religiosas. En el Archivo del Monasterio aún se conservan las<br />

cartas que dan testimonio de los hechos realizados ante el escribano Alfonso Dorado de<br />

Vergara, sobre la adquisición de los inmuebles.<br />

131 DESCALZI, Ricardo, La Real Audiencia de Quito, Claustro en Los Andes. Serie 1ª Historia de Quito<br />

Colonial, Volumen 2º Siglo XVII 1600 – 1644, 1ª Edición, Quito, 1981, Pág. 217<br />

132 ANDRADE M, Luciano, La lagartija que abrió la calle Mejía. Historietas de Quito, Quito, 2003, Pág.<br />

227.<br />

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