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El pueblo mapuche - Folklore Tradiciones

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Para estos despojos no existían la intervención de los caciques ni los resarcimientosaplicados al robo; se esperaba la oportunidad de «dar la vuelta», según el decir de losindios, y nada más.Las raterías domésticas o las que se ejecutaban en una misma casa, eran muyexcepcionales, por la comunidad de bienes que existía en la familia patriarcal. Cuando sehacían en objetos de propiedad individual, como armas, arreos de montar, adornos, etc.,indagaba el padre quien había sido el ratero y descubierto, ordenaba lo azotaran. Si algúnmiembro de la casa se fugaba con un animal perteneciente a la familia para venderlo, se leexcluía del hogar hasta que pudiera volver en condiciones de reparar el menoscabo quehabía causado en lo que pertenecía a todos.Los procedimientos expuestos se aplicaban en los robos descubiertos; para aquellas en queel autor escapaba a la rebusca de los perjudicados, se ponían en juego mediosextraordinarios, o sea, las inquisiciones mágicas. Fuera de los rastreadores videntes, habíaun gremio numeroso de personas de los dos sexos que se encargaban de comunicar a susconsultores los antecedentes del robo, es decir, el nombre del ladrón, el lugar de suresidencia y el sitio en que se hallaban ocultos los animales.Con la astucia que les daba una larga práctica, antes de proceder a sus operacionesadivinatorias, inquirían todas las noticias posibles de los mismos interesados y de susacompañantes acerca de las circunstancias del robo, enemigos de la familia que loconsultaba, personas que habían estado en la casa y otros detalles de la vida domésticaaraucana, sutiles y comprensibles al pensamiento propio de los indígenas. Con los datos asírecogidos, acomodaban con relativa facilidad sus fórmulas de preguntas al objeto mágicoque les servía de intermediario y de respuestas que éste daba.Desde la llegada de los españoles al territorio hasta su total pacificación, los araucanospracticaron el arte adivinatorio, con variante únicamente en algunas prácticas y en losnombres de los manipuladores, como queda expuesto en un capítulo precedente.Cancelaban los consultores la pesquisa mágica del adivino con animales y objetos de plata;en la actualidad pagan en moneda corriente. Hace pocos años que le robaron a un indígenade Perquenco, al norte de Temuco, dos caballos de los mejores que tenía. Recurrió a unadivino por sueño, llevando una cincha y una lama (sobresilla) que habían estado encontacto con los caballos; hallados éstos, el honorario se avaluó en diez pesos.Aunque las prácticas adivinatorias tuvieron en la Araucanía una amplitud desmedida, no entodas las reducciones había adivinos afamados. Cuando la fama de alguno se extendía a ladistancia, de todas partes iban a consultarlo. Se alojaban los interesados en la casa deloperador, circunstancia que le permitía imponerse previamente de los pormenores.Las autoridades españolas y los misioneros castigaban con rigor a estos adivinos,comprendidos en la designación general de hechiceros. Estaban persuadidos de que eldemonio intervenía en sus funciones de adivinación.

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