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El pueblo mapuche - Folklore Tradiciones

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Se reputaban lugares execrables aquellos en que se suponía residir algunos de los seresmíticos de la raza, personificaciones terribles que causaban espanto al indio: el huallepeñ(animal deforme) habitaba en el agua y transmitía su deformidad a los hijos de las mujeresy animales que lo miraban; ngürüvilu (zorro-culebra) elegía los remansos de los ríos; elhuitranalhue (mito antropomorfo) vagaba por las casas de los que lo tenían a su serviciopara hacerse ricos. <strong>El</strong> que lo veía enfermaba o moría. Se alimentaba de carne humana,especialmente de niños. Era un residuo, un símbolo, de la antropofagia antigua, que preferíala carne más tierna.Los indios atribuían muchas enfermedades y muertes repentinas a estos encuentros fatales.Para curar el espanto de los sobrevivientes, los machi recurrían a las prácticas mágicasdestinadas a este fin.Antiguamente respetaban como objetos tabuados los alimentos, fragmentos de vestuarios,tabaco y sangre que se depositaban como ofrendas en las horadaciones de las rocassagradas. Al andar de los tiempos, decayó esta costumbre y los viajeros podían tomarlos encaso de necesidad.Se consideraba un acto vedado jugar a la chueca durante la noche, ni aún a la luz de la luna;pues solamente los brujos apostaban a este juego la existencia de los vivos en el misteriososilencio de la obscuridad.Cuando moría un indio, permanecía su cadáver por algún tiempo dentro de la casa, frente alfuego primero y después encerrado en su ataúd: el espíritu seguía viviendo cerca de sucuerpo hasta que se verificaba la sepultación final y emigraba a la mansión de ultratumba.<strong>El</strong> cadáver era en ese período tabú que se respetaba. Se reputaban actos impíos murmurardel muerto, negarle parte de la comida y tocar irrespetuosamente el aparato de troncos deárboles que contenía el cadáver o sentarse en él por manifestar indiferencia a las ideascomunes.Pertenecían al número de personas en condiciones de tabú las que padecían de algunapsicosis funcional, acompañada de conceptos delirantes alucinatorios. Se las creía poseídasde un espíritu y nadie podía perseguirlas, ni maltratarlas; otro tanto sucedía con losepilépticos, las histéricas, los alucinados por delirium tremens. Los trastornos morbososcorrespondientes a diversas demencias, se atribuían a daños causados por brujería o magiamaleficiaria (magia negra). Inspiraban un temor supersticioso los enfermos que, atacadosde una paranoia especial (zoantropía), se suponían transformados en perros, leones, toros,etc., y ejecutaban actos propios de la especie que se creían ser, como ladrar y rugir. Todosestaban seguros de que en ellos se albergaba el espíritu de algunos de esos animales. Estabestialización, que se avenía muy bien a la mentalidad del araucano, era una de tantascristalizaciones del totemismo, cuando estaba más arraigada que en épocas posteriores lacreencia de que el alma de los muertos pasaba a los animales.Las danzas ceremoniales, especies de pantomimas sagradas para agradar a los espíritusprotectores, no podían imitarse por broma o por otro motivo en las de caza, destinadas areproducir la imagen de un animal imitando su manera de ser; ni en las de reunionessociales, ni menos en las eróticas, que tenían por objeto hacer reír por la exageración de

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