No sólo en estos puntos esenciales difería la mentalidad araucana del pensamiento lógico.También sus modos de obrar, en concordancia con su manera de pensar, revelan que esatendencia a lo sagrado y mágico alcanzaba a todas las instituciones que ocupaba laactividad del indígena.A la guerra en primer lugar. Las muchas noticias precedentes acerca de la modalidadguerrera de los araucanos, dejan establecida la existencia de prácticas que precedían yseguían a una campaña. Los individuos que iban a combatir se sometían a purificacionespor el baño especial, a la abstinencia de la mujer y de ciertos elementos. Danzasdeterminadas, consultas de sueños, medicinas y precauciones para hacerse invulnerables,eran otros tantos recursos de la magia guerrera, que se extendía a la manera de hacermortíferas las armas y diestros los caballos. Los adivinos permanecían en los lugares de losmovilizados ejecutando diversas operaciones que al través del espacio ejercían acciónmágica en favor de sus convecinos. Tanto como el valor, el número, la astucia y la pericia,influían estas fuerzas misteriosas en la obtención de la victoria. Para los araucanos antiguoslas armas de fuego, en especial la artillería, poseían también propiedades mágicas.Conexa a las operaciones que proporcionaban su alimentación a la comunidad, como lacaza y la pesca, la recolección de frutos y las faenas agrícolas, se desarrollaban una serie deprácticas mágicas que valían tanto como la acción material de los hombres; eran una ayudaindispensable que prestaban las potencias invisibles.La danza de la caza atraía mayor cantidad de reses. <strong>El</strong> cazador, como el guerrero, seabstenía de toda comunicación sexual. Las armas se sometían a manipulaciones mágicas ollevaban signos que le daban una eficacia evidente. Las tribus pescadoras de la costaposeían un ritual mágico más complejo aún para atraer los peces y apoderarse de ellos, porla danza, la invocación y los sacrificios a los poderes recónditos del mar. Los instrumentosde pesca y las canoas recibían una preparación mágica que les aseguraba su virtudproductora.La agricultura contaba asimismo con procedimientos mágicos que han persistido en partehasta la época actual. Multitud de operaciones mágicas se ejecutaban con la intervención delos operadores profesionales para reproducir el ganado, extirpar las plagas de las siembras,precautelarlas de los maleficios de enemigos, asegurar y guardar las cosechas.Como se comprenderá, en todas las sociedades de tipo primitivo, las ocupaciones esencialesa la existencia de la comunidad aparecen mezcladas de esa ayuda mágica que los araucanospedían para las suyas.La representación colectiva de la enfermedad, estuvo en todas las sociedades bárbaras deAmérica íntimamente penetrada de elementos místicos, es decir, que implicaban misterio oprodigio.La enfermedad se atribuía a la acción de agentes invisibles, que introducían en el cuerpohumano insectos, venenos, huesos, piedras, carbones y otros objetos y animales. Se hallaba
excluida de la mentalidad indígena la noción de causas naturales que interrumpían lasfunciones del organismo.Como era lógico, deducían que los dolores se originaban de los objetos introducidos en elcuerpo, que obraban negativamente sobre los músculos y las vísceras.Por lo común, no se aprovechaban de otros medios de curación sino de los místicos o supernaturales. Intervenía el hechicero en la expulsión de los objetos o seres ingeridos. En todaslas colectividades habían estos chupadores de la enfermedad, que ejecutaban la succióndespués de una serie de pormenores mágicos. De los indios peruanos dice el cronista Polode Ondegardo:«Común cosa es acudir a los hechiceros, para que les curen en sus enfermedadesllamándoles a su casa, o yendo ellos, y suelen curar los hechiceros, chupando el vientre, oen otras partes del cuerpo, o untándoles con sebo, o con la carne, o grosura del cui, o sapo,o de otras inmundicias, o con yerbas. Lo cual le pagan con plata, ropa, comida, etc.».Desde la época precedente a la conquista española hasta hoy mismo, los araucanos hanconcebido la enfermedad no como debida a causas físicas, sino a maleficios exteriores uobjetos extraños que se introducían en el cuerpo a fin de perturbar las leyes biológicas.Podían manejar esos medios destructivos cualquiera persona contra sus enemigos yparticularmente los brujos, destructores infatigables de la vida humana. Pero el agente másactivo era la fuerza o influencia maligna, tan esparcida en el territorio araucano, que losindios del norte llamaron huecuve y los del sur huecufe. Se exteriorizaba esta fuerzadestructora, a menudo, en flechas diminutas que herían el corazón u otro órgano de lavíctima, según la creencia secular.La representación misteriosa de la enfermedad de los araucanos guarda tanta concordanciacon la de los peruanos, que puede creerse que los primeros tomaron de los segundosmuchas particularidades del ceremonial de curación.La serie de operaciones mágicas que se emplean entre los araucanos para curar lasenfermedad, se llama en la lengua machitun o machitukan.Intervenía el expulsor de la materia dañosa, hombre o mujer, el mago y curandero, que losindios han llamado machi en los últimos tiempos.Como la enfermedad, la muerte se hallaba intensificada del espíritu de misterio queimpregnaba la vida entera del indio. La concepción que el americano se había formado deella, se diferenciaba enormemente de la nuestra; pues, según su manera de percibir, ningúnser ni objeto podían pasar al estado de inertes, de muertos; la vida se caracterizaba por serinterminable. En consecuencia, jamás se consideraba la muerte como extinción natural delas funciones vitales, sino proveniente de causas recónditas, misteriosas, como la acción del
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