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El pueblo mapuche - Folklore Tradiciones

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facial indicaba antiguamente la realidad misma; no se requería otro antecedente para laacción inmediata del ofendido.<strong>El</strong> propietario de la mujer perdonaba su inconstancia cuando no tenía padres ni parientesabonados que se hicieran solidarios, o cuando lo adhería a ella alguna particularidad queexcitara su instinto genésico, que desempeñaba una función primordial en las unionessexuales de los indios. Faltaba a la inclinación indígena por el otro sexo el sentimientoelevado de simpatía que inspiran la inteligencia, la bondad, la virtud y la belleza, cualidadesque entran primariamente en el amor psicológico del civilizado. Estas entidades abstractasno estaban formadas en su mentalidad especial: la mujer lo seducía, antes que todo, porqueera mujer. Este predominio del sentido material en las funciones generativas del indio,explica su celo, el excesivo cuidado por su consorte. Si esta mujer ya perdonada y castigadacon palos o azotes, reincidía en su inconstancia, era de nuevo castigada y arrojada fuera delhogar.La infidelidad de la mujer primera en antigüedad (onen domuche) se estimaba como unescándalo grave que en raras ocasiones sucedía.<strong>El</strong> hombre gozaba de completa libertad para darse a aventuras de amoríos. La mujer notenía ni la libertad de censurar su conducta. Lo único que solía hacer era llevar a una machi(curandera) las ropas del marido inconsecuente o de la rival para que ejecutara con ellasalguna operación mágica que produjera la enmienda del primero o un daño a la segunda.Una que otra, exasperada por los celos y las burlas, solía suicidarse colgándose de un árbolatada al cuello con el cinturón (trarihue).No se conocían los dramas pasionales por engaño conyugal, en los que el hombre hace deprotagonista, matando a la mujer y suicidándose enseguida.Sin que faltasen del todo, tampoco eran frecuentes los actos de chantaje en la repudiaciónde mujeres infieles. Descubierta la simulación, el dueño corría el peligro de quedar burladoo de recibir los golpes de una cuadrilla de parientes de la repudiada.En la actualidad, el marido burlado no disfruta de los derechos arcaicos, por temor a lasautoridades judiciales; sólo se conforma con golpear a la desleal o con enviarla a su padre.Si por acaso se encuentra en despoblado con el seductor, lo acomete y se traba una lucha, acaballo de ordinario, en la cual, si es más fuerte, queda vengado y si es menos vigoroso,queda doblemente ofendido para vengarse cuando y cómo pueda.La brujería se calificaba en el concepto indígena como perjuicio y maldad infame, valedecir, como crimen nefasto, que no admitía el paliativo de la composición pecuniaria. Larepresentación colectiva de la muerte entre los araucanos, análoga a la de muchassociedades atrasadas, consistía en atribuir la causa próxima de todo fallecimiento no a unaextinción de las funciones biológicas, sino a un maleficio ingerido directamente por unbrujo (calcu) o por un malhechor que recibía de manos de éste la materia maligna. Secomprenderá la enorme dilatación que tomaría en esta colectividad la acción de los brujos ylas pesquisas para descubrirlos, aumentadas con las enfermedades y los innumerables

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