Constituía un suplemento importante en el conjunto de su sistema alimenticio, pues loutilizaba cocido, muti o mote; guisado con otros vegetales, en harina tostada, mulque, y enpan, covque.Les servía asimismo para la preparación de un licor muy generalizado entre ellos, el mudayo muscá.<strong>El</strong> cronista Ovalle dice:«Este maíz ha sido siempre y es el sustento más universal de los indios, porque no sólo lessirve de comida, sino también de bebida, la cual hacen de harina tostada o desatadasimplemente en agua, o cociéndola y haciéndola chicha, que es su vino ordinario».La papa silvestre y algunas de las variedades introducidas por los incas seguían en valoralimenticio, principalmente en el archipiélago de Chiloé.Aunque cultivada en menor escala, se hallaba también muy esparcida otra semilla deimportación peruana, la quinoa o dahue (Chenepodium quinoa). Tan agradable al gustoaraucano debió ser, que su cultivo se perpetuó hasta los últimos tiempos, y aún ahoramismo suelen verse pequeños sembrados de dahues contiguos a las viviendas; la gramíneallamada mangu; otras de cebada, el huegen y la teca, y elmadi o melosa (Madia sativa omellosa), de que extraían un aceite comestible, la linaza araucana, completaban estaagricultura incipiente de origen peruano. <strong>El</strong> mangu araucano, mango, llamado por losnaturalistas chilenos (bromus mango) era una gramínea que utilizaban mucho los indiosantiguos en su alimentación, en particular en harina. La introducción del trigo, que dabauna harina mejor y más blanca, los obligó a abandonar su cultivo. Se fue extinguiendo poresta causa poco a poco. En el viaje que hizo a la Araucanía don Ignacio Domeyko, geólogopolaco al servicio de Chile, a mediados del siglo XIX, la encontró en Castro en las tierrasde un indio.Seguramente que principiaban a cultivar, además, a la llegada de los españoles el ají, trapi;la calabaza, dahua, y los fréjoles llamados dugúll en los grupos del norte y kelhuí en los delsur.Con el cultivo de estas plantas coincidía la recolección de frutos de otras silvestres.La frutilla silvestre (Fragraria chilensis), llahuen en araucano, brotaba en todo el territorio ysuministraba al indio comida para el día, pasas para el invierno y la materia prima de unlicor fermentado o chicha. Raíces y bulbos comestibles cubrían también los campos yaumentaban los productos de su culinaria.Entre los muchos que recogían se contaban los que denominaron ngadu, coltro, liuto(Alstroemeria ligtu) y lauú o lahue (Herbetia coerulea), que extraían a la par el indio y labandurria (Theristicus caudútus).
<strong>El</strong> yuyo (brassica napus), tal vez de procedencia peruana, entraba en la culinaria indígena yes hasta de preferente recolección.Al lado de su morada, tenía el indio otro acopio de comida en el bosque, aunque no muypródigo en plantas de frutos suculentos. Recogía ahí buena cantidad de hongos, como elgalgal, changle, pena o pinatra.Frutos comestibles para el consumo inmediato o para guardar, le ofrecían el avellano(Guevina avellana), el maqui (Aristotelia maqui), la murta (Ugni Molinae), la luma (Myrtusluma) y su fruta llamada cauchau, el queuli (Adenostemon nitidus), el roble (Nothofagusobliqua), el peumo o pegu (Criptocarga peumus), el boldo (Boldoa fragans), el boqui(enredadera), el quilo (Muhlembergia sagittifolia), el coihue (Nothofagus Dombeyi), que daun fruto que llamaron llaullau, el michai (Berberis Dawini), el huigan (Duvana dependens)y muchos otros.<strong>El</strong> pino o pehuen (Araucaria imbricata), que forma selvas en los flancos de los Andes yNahuelbuta, era el árbol bienhechor de los araucanos de esos lugares, pues desempeñaba unpapel esencial en su alimentación vegetal. Su fruto, el piñón, solía proporcionarles comidade reserva para dos o tres años cuando la cosecha había sido abundante.<strong>El</strong> año 1908, excepcionalmente seco en el sur, fue de cosecha abundante para los indios deleste. Abandonaron sus trabajos de siembra para ir en busca de piñones que les sirvieranpara el invierno del año próximo.Los entierran y tapan cuidadosamente para su conservación. De este depósito se surte laolla, que constantemente permanece al fuego para que coma el que lo desee, a cualquierhora del día.Los grupos de esas secciones ejercían derecho de propiedad sobre las comarcas de pinares,que fueron trasmitiéndose de familia en familia hasta hace poco. Había, además, en losvalles de la cordillera innumerables espacios sin dueños, de libre apropiación.En la actualidad los indios andinos pagan la mitad de los piñones que recolectan al dueño oposeedor del fundo. Aún las tribus distantes se proveían de los pinares, para el invierno, depiñones o gnelliu. Hasta hoy mismo viajan de todo el centro a los valles de los Andes en losmeses de marzo y abril en busca de esta pulpa, que traen en cargas y almacenan en susrucas. Suelen vender en los <strong>pueblo</strong>s del sur el sobrante de lo que calculan para su consumo.Desde el siglo XVII formó el manzano español verdaderos bosques en todo el territorioaraucano y aumentó, por consiguiente, los frutos comestibles y los licores.La busca de vegetales comestibles, raíces, animales pequeños, etc., persiste hasta laactualidad como ocupación de la mujer, la que en esto se ha hecho una especialidad.Fuera de las frutas y cereales, tenían a la mano para su alimento diferentes especies de avesy animales de caza.
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