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El pueblo mapuche - Folklore Tradiciones

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incidentes fatales e imprevistos de la vida diaria. Los cronistas hacen referencia a menudo aesta magia maleficiaria; pero, conforme a las ideas de la época, originándola de laintervención del demonio.La existencia de los hombres se destruía, según la representación colectiva de la antigüedadacerca de la muerte, por tres fuerzas poderosas y recónditas, por huecufetun o accióninvisible de un huecufe, agente maléfico de infinitos perjuicios en la vida y en las cosas;por calcutun o daño de un calcu, brujo, y por vuñapúetun o envenenamiento que ejecuta unenemigo en los alimentos y bebidas con materias preparadas por un hechicero. En laactualidad, sin borrarse del todo esta noción de conjunto de las fuerzas destructoras, labrujería, queda íntegra en la credulidad, sin el sentimiento de prueba de la poblaciónindígena sobreviviente.He aquí como se desarrollaba el procedimiento dramático de la pesquisa y del castigo enlos homicidios por brujería.Tan pronto como se notaba la enfermedad o sobrevenía la muerte, los deudos solicitaban elinforme de la machi (curandera), del adivino o del cüpolave, conocedor de la anatomíapatológica primitiva, y que extraía el veneno de la vejiga de la hiel. Designaban todos éstosal autor de la muerte o daban indicios para que los parientes dedujeran lo demás relativo alas circunstancias y las personas. Conocido el dañante por brujería, se solicitaba del caciquede su reducción la entrega inmediata para el castigo tradicional. Si había negativa, lafamilia del extinto preparaba un malón.Por enemistad o malquerencia, los adivinos o la machi señalaban como responsable de lamuerte por brujería a mujeres, con más frecuencia que a hombres, de la misma comunidadconsanguínea, pero de otra familia. Con toda malicia elegían como víctimas del denuncio agente desvalida, allegados a una casa en calidad de huésped emparentado a distancia.Entonces la pesquisa se facilitaba por la entrega hecha a título de obligación ineludible. Sila culpada no huía a tiempo a otra reducción o a los escondites de algún bosque, guiada poralguna amiga compadecida. Tomada por la parentela ofendida y temiendo por la vida de laspersonas si no se eliminaba al embrujador, se le condenaba a la pena capital, aplicada afuego lento.No es difícil hallar referencias en los cronistas acerca de este suplicio cruel. Datos másdetallados consignan el padre Gómez de Vidaurre, escritor del promedio del siglo XVIII, yel abate Molina, del que se toma esta cita:«No se desembarazan tan fácilmente de los pretendidos brujos. La hechicería es en estos<strong>pueblo</strong>s uno de los delitos más abominables. No obstante, son permitidos los machis, quecomo hemos dicho hace poco, son sus médicos, aunque pasan por los más peritos brujos,porque al doctorarse, protestan que su encantamiento no tendrá otro fin que el bien de lanación. Siguiendo, pues, su sistema, cuando no pueden, por su ignorancia o por la fuerzadel mal, sanar al enfermo que les ha sido confiado, atribuyen su muerte a hechicerías, ycomo los indios son sumamente supersticiosos, les obligan a descubrir los autores de aquelmaleficio. Encontrando los machis ocasión oportuna para vengarse de sus enemigosprivados, hacen recaer sobre éstos la acusación. Tal acontece particularmente en la muerte

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