Será necesario insistir aquí que el amor de nuestros indios, cargado hacia lo fisiológico,dista mucho del sentimental, poético, artístico, que Ercilla asigna a sus personajes en elpoema La Araucana, y el de otras tantas creaciones en las que la pasión no sale de loscontornos puramente ideales.Los adornos tenían, asimismo, fines diferentes. En las dos razas usaban como fin el adornopersonal, para agradar y dar realce a la persona, pero en las colectividades indígenasconsultaba antes que la comodidad, lo agradable; entre los indios no cambiaba y entre losespañoles variaba por épocas; en una y otra era la estética de esta clase un medio deselección sexual.Los sentimientos estéticos que provenían de la intelectualidad, propios de los <strong>pueblo</strong>scultos, no existieron en ningún tiempo entre los araucanos. No se han conocido hombres dela raza dedicados a los trabajos mentales elevados; ni el mestizo, que por ser un injertoétnico debe descartarse de lo normal, se ha dedicado a ellos. Una que otra excepción entreestos últimos hay que tomar en cuenta actualmente, formados en colegios fiscales yhabituados al roce social de la raza superior. En estos tipos la educación neutraliza a laherencia.No menos resaltantes son los caracteres diferenciales de la mentalidad española y de laaraucana en lo que concierne a las operaciones intelectivas. En sentido general se puedecalificar en activa la inteligencia del español y en reposo la del indígena de todas lasépocas, aunque ambos estén dotados de una conformación cerebral que acaso no tendrándiferencias bien marcadas. Nada se sabe todavía acerca de las condiciones anatómicas delcerebro del araucano, por no haberse hecho estudios sobre el particular que permitanefectuar una comparación entre las dos razas.Se trata, pues, de conocer cómo está organizada la vida mental de una y otra; por cuanto, enlo que consiste la diferencia es en la manera como se desenvuelven en cada cual lasfunciones intelectuales y no en las particularidades anatómicas.Las facultades intelectivas del araucano antiguo, si bien es cierto que admitenrepresentaciones abstractas rudimentarias y generalizaciones restringidas, funcionaban conelementos especiales, o sea, en relación a lo misterioso y falto del control de la experienciay de la causalidad, sin noción del orden físico o del origen de los fenómenos naturales. Sumente se hallaba llena de voluntades ocultas, ya temibles, ya benefactoras, de seresfantásticos, espíritus y aparecidos. Todo este mundo invisible tenía forzosamente queorientar su pensamiento hacia un campo exclusivo. En cambio de la deficiencia de loselementos de la lógica civilizada, la memoria visual motora ocupaba una parte considerablede sus facultades y se desenvolvía en relación con un vocabulario en extremo rico.Otra característica de los hábitos mentales de los araucanos de la conquista y generacionessiguientes en tres siglos, por lo menos, era que sus imágenes o representaciones tenían unatrabazón errónea. Así, una epidemia, la muerte de una persona de la familia se atribuía a lapresencia de un extranjero, peligroso como todo lo desconocido, o a cualquier otroaccidente fortuito.
Un ejemplo hará más comprensible este encadenamiento sin la lógica nuestra. Un caciquede Collimallín, un poco al noroeste de Temuco, tomó la piel del lado del corazón de unmuchacho, la estiró hacia afuera y enseguida le hizo una pequeña incisión con unsangrador. La sangre se recibió en un plato de madera y una mujer corrió al esteroinmediato y la arrojó al agua. Interrogó el autor de este libro a un <strong>mapuche</strong> sobre elsignificado de esta operación y le contestó que por ser el muchacho torpe y rebelde, se lesacaba lo malo del corazón y se le daba al río para que se lo comiese. Las imágenes malunidas, la abstracción de la maldad que pasa a la sangre y el río que se traga con ésta elprincipio nocivo.En este agregado de hábitos mentales consistía la lógica propia y congénita de losaraucanos y de todas las sociedades americanas.<strong>El</strong> mecanismo intelectual del español se movía al revés, a impulsos de una potencialidadlógica, evolucionada, fruto de la experiencia adquirida. Todas sus funciones mentalesrevestían hasta cierto punto caracteres superiores, que se realizaban en la ciencia y en lafilosofía. Había nacido en un medio cuya actividad mental influía en sus disposicionescongénitas, es decir, bajo el combinado influjo de la herencia y de la educación.Un análisis somero de las funciones mentales del araucano que no ha modificado sus ideaspor la influencia de la civilización:Atención.- <strong>El</strong> indio veía con mucha prolijidad en los detalles, como queda expuesto alhablar de la memoria, pero los hechos internos o complejos estimulaban muy poco suatención, que se despertaba de preferencia por las impresiones fuertes, como la de loscolores vivos, los sonidos retumbantes y los múltiples movimientos de sus danzas, juegos ydestrezas. Un interrogatorio sobre su lengua, sus costumbres, sus antepasados y tradicioneslo fatigaba bien pronto.Eran aptos, sin duda, y lo son todavía para proseguir por largo tiempo un trabajo dedestreza, tal como la confección de canastos de junco, trenzados de correas, tejidos de lana,adornos de plata; pero en ese caso entraba el hábito. Por otra parte, una vez que se apaga laatención, es difícil despertarla fuera de la excitación de uno de los sentidos.Abstracción.- No carecía de ideas abstractas, bien que circunscritas a un estado embrionarioy al estrecho marco de su mentalidad particular. Así como en la percepción, entrabantambién en la abstracción y demás operaciones intelectuales los dos principios matrices queregían todas las representaciones colectivas, lo misterioso y sagrado con su lógica trunca ymal trabada.He aquí un ejemplo de esta abstracción mágica y de la lógica especial de las colectividadesaraucanas antiguas y modernas.Un joven indígena que estudia tercer año de humanidades en Santiago entró una vez almuseo del que esto escribe; le mostró éste una piedra muy bien alisada, que había sidoesférica y partida como a cuchillo en la mitad. La tomó con cierto respeto y sin fijarse en su
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