La magia primitiva que se mantuvo entre los araucanos por tradición desde las primerasépocas de la raza, no ha desaparecido aún, ni a influjo de la superior; sigue aplicándose amuchos actos públicos y privados, con variantes únicamente en los detalles delprocedimiento.Algunos tratadistas que disertan sobre motivos religiosos de los araucanos, han querido veruna casta sacerdotal en los curanderos y adivinos de la raza. Tal apreciación carece de valorpositivo.La institución del sacerdocio trae aparejados los componentes que siguen: templos en quese verifica el programa ritual, dogmas que interpretan los sacerdotes y los sacramentos o lasformas múltiples del culto.Nada de estos caracteres instituidos en las religiones monoteístas había entre los araucanos:ni templos ni sitios al aire libre para reuniones en fechas indeterminadas del año, ni dogmassino mitos, ni actos de comunicación con la divinidad, como la adoración, la oración yotros, sino fórmulas mágicas o de encantamiento. En las religiones con sacerdocio se evocala presencia de la divinidad mentalmente; entre los indígenas lo hace materialmente eladivino.<strong>El</strong> sacerdocio implica un culto hacia una divinidad, y los araucanos sólo tuvieron elespecial de los antepasados, que generó con el tiempo el de un poder supremo: de pillan ongenechen o ngenemapu, señor del mundo y de los hombres.Hubo, pues, hechiceros, adivinos y curanderos, todos agentes mágicos que tenían nombresy funciones diferentes, pero no con las que se reconcentran en los sacerdotes de religionessuperiores y definitivamente constituidas.No es efectivo tampoco que los jefes de las comunidades y en menor escala los de lafamilias, al menos en los últimos tiempos, hayan ejercido las funciones de sacerdotes, nique hayan delegado el papel de tales en otros individuos, como en los que intervienensecundariamente en las ceremonias clásicas de la curación de enfermedades y en lasrogativas. Estos interrogadores de las machis, cuando éstas caen en éxtasis, son sujetos dellugar o deudos de las videntes, que no han recibido mandato de ningún cacique paraintervenir en esos espectáculos ceremoniales.Capítulo VLa moral y el carácter de los araucanos
La moral indígena.- Diversas clases de tabúes o prohibiciones de la moral negativa de losaraucanos.- Los del ritualismo mágico.- Los sexuales.- Los del orden social, agrícola ydoméstico.- Consejos de los padres a los hijos, según las abstenciones.- La moral ordinariao propiamente dicha.- Profundas diferencias de los sistemas morales de los indígenas yespañoles.- La moral social o el derecho.- Algunos caracteres psicológicos: amistad,hospitalidad, compasión, pudor, virginidad, venganza, orgullo.- La moral en la literaturaoral.- <strong>El</strong> carácter araucano.- La evolución a tipos superiores de mentalidad.Todo el mecanismo de la moral indígena se movía a influjo de los dos principiosfundamentales que determinan la mentalidad incivilizada, que son, como ya se ha repetidotantas veces, la fuerza oculta, mágica, misteriosa de los seres, objetos, actos y fenómenosnaturales, por una parte, y por otra, la lógica especial, sin relación de causa a efecto, sin elcontrol inteligente de la experiencia.Dentro de este círculo forzado, la moral de las sociedades familiares de América tenía queser esencialmente prohibitiva. Así era, en efecto, la de los araucanos: negativa o deabstenciones, consistía antes que todo, en cumplir puntualmente los mandatos de losantepasados y abstenerse de los que contrariaban a los espíritus protectores; la mayor partede lo que ordenaba y prohibía, tenía relación inmediata con el ritualismo mágico paraentenderse con los espíritus auxiliares, para neutralizar los poderes terribles, dominar lasfuerzas ocultas, penetrar, en una palabra, en el misterio que rodeaba el ambiente peligrosodel bárbaro.Al lado de este sistema de prohibiciones existía el que trazaba las reglas de conducta delindígena en su vida ordinaria, semejante al anterior, porque consistía en la estrictaejecución de lo que habían hecho los antepasados: era la moral propiamente dicha, que sebasa en la distinción entre el bien y el mal en sí, dividida en práctica y teórica, según lostérminos de nuestra filosofía.Se hallaba esta moral en un estado incoativo o en principios, y se originaba de lascostumbres, como el derecho; no salía, por lo tanto, del límite de un hábito mecánico. Semodificaba lentamente y aparecía variable, en conformidad al grado de adelanto quealcanzaban las zonas familiares en las épocas diversas. A las variaciones de la sociabilidadcorrespondían perfectamente las de moralidad.Se ha generalizado en etnografía el término tabú, originario de Polinesia, para expresarestas abstenciones de la moral negativa. En el araucano es equivalente de expresión wedánei, ser malo, vedado.Es un sistema de prohibiciones y restricciones que se remonta a los lejanos tiempos deltotemismo. Se refiere a personas, animales y objetos. La violación de un tabú afecta a todala colectividad, sobre la cual recaen las consecuencias del crimen, consistentes enenfermedades, muertes, epidemias, sequías, miserias, etc.
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