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La cartuja de Parma - Stendhal

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

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presos.<br />

Lo único que la duquesa pudo conseguir, y esto con gran trabajo, <strong>de</strong> la pusilanimidad <strong>de</strong> uno <strong>de</strong><br />

aquellos hombres fue que se encargara <strong>de</strong> una carta para el gobernador. <strong>La</strong> carta iba dirigida a Fabricio;<br />

en ella se lamentaba <strong>de</strong> que la fatalidad no hubiera permitido que, en cinco meses <strong>de</strong> prisión, pudieran<br />

sus amigos <strong>de</strong> fuera establecer la menor comunicación con él.<br />

Al entrar en la ciuda<strong>de</strong>la, el músico se arrojó a los pies <strong>de</strong>l general Fabio Conti y le confesó que un<br />

sacerdote <strong>de</strong>sconocido había insistido <strong>de</strong> tal modo en encomendarle una carta dirigida al señor Del<br />

Dongo, que no se había atrevido a negarse; mas, fiel a su <strong>de</strong>ber, se apresuraba a ponerla en manos <strong>de</strong> Su<br />

Excelencia.<br />

Para la Excelencia fue gran satisfacción; conocía los recursos <strong>de</strong> que la duquesa disponía y tenía<br />

miedo <strong>de</strong> que le burlara. En su alegría, el general se apresuró a llevar aquella carta al príncipe, que la<br />

recibió encantado.<br />

—¡Conque la firmeza <strong>de</strong> mi administración ha logrado vengarme! ¡Esa mujer altanera lleva sufriendo<br />

cinco meses! Pero un día <strong>de</strong> estos mandaremos preparar un cadalso, y su imaginación <strong>de</strong>satinada no<br />

<strong>de</strong>jará <strong>de</strong> creer que está <strong>de</strong>stinado al pequeño Del Dongo.

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