18.04.2018 Views

La cartuja de Parma - Stendhal

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

cumplirla.»<br />

El resultado <strong>de</strong> aquella petición <strong>de</strong> una cita fue una ausencia <strong>de</strong> Clelia que duró por lo menos cinco<br />

días; durante ellos no apareció en la pajarera más que en los momentos en que sabía que Fabricio no<br />

podía hacer uso <strong>de</strong>l ventanillo abierto en la mampara. Fabricio estaba <strong>de</strong>sesperado; <strong>de</strong> aquella ausencia<br />

sacó la conclusión <strong>de</strong> que, a pesar <strong>de</strong> ciertas miradas que le habían hecho concebir locas esperanzas,<br />

jamás había inspirado a Clelia otros sentimientos que los <strong>de</strong> simple amistad. «Y en este caso —se <strong>de</strong>cía<br />

—, ¿qué me importa la vida?; si el príncipe me la quita, será bien venido: razón <strong>de</strong> más para no<br />

abandonar la fortaleza.» Y sólo con un profundo sentimiento <strong>de</strong> disgusto respondía cada noche a las<br />

señales <strong>de</strong> la lucecita. <strong>La</strong> duquesa le creyó completamente loco cuando, en el boletín <strong>de</strong> señales que le<br />

llevaba Ludovico todas las mañanas, leyó estas palabras absurdas: ¡No quiero evadirme, quiero morir<br />

aquí!<br />

Durante aquellos cinco días, tan crueles para Fabricio, Clelia sufría más que él. <strong>La</strong> había asaltado<br />

esta i<strong>de</strong>a, tan punzante para un alma generosa: «Mi <strong>de</strong>ber es huir a un convento, lejos <strong>de</strong> la ciuda<strong>de</strong>la:<br />

cuando Fabricio sepa que ya no estoy aquí —y yo haré que se lo digan Grillo y todos los carceleros— se<br />

<strong>de</strong>cidirá a intentar la evasión». Pero irse al convento era renunciar para siempre a ver a Fabricio, ¡y<br />

renunciar a verle cuando le daba una prueba tan evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> que los sentimientos que en otro tiempo<br />

pudieron ligarle a la duquesa no existían ya!… ¿Qué prueba <strong>de</strong> amor más conmovedora podía dar un<br />

hombre? Al cabo <strong>de</strong> siete largos meses <strong>de</strong> prisión, que habían alterado gravemente su salud, se negaba a<br />

recobrar la libertad. Un ser frívolo, tal como los comentarios <strong>de</strong> los cortesanos habían pintado a Fabricio<br />

a los ojos <strong>de</strong> Clelia, hubiera sacrificado veinte amantes por salir un día antes <strong>de</strong> la ciuda<strong>de</strong>la, ¡y qué no<br />

habría hecho por salir <strong>de</strong> una prisión en la que cada día podía el veneno poner fin a su vida!<br />

A Clelia le faltó valor; cometió la falta insigne <strong>de</strong> no buscar refugio en un convento, lo que, al mismo<br />

tiempo, le habría proporcionado un medio muy natural <strong>de</strong> romper con el marqués Crescenzi. Una vez<br />

cometida esta falta, ¿cómo resistir a aquel joven tan seductor, tan espontáneo, tan tierno, que exponía su<br />

vida a peligros horrendos por la simple dicha <strong>de</strong> verla <strong>de</strong> una ventana a otra? Al cabo <strong>de</strong> cinco días <strong>de</strong><br />

combates terribles, mezclados con momentos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio a sí misma, Clelia se <strong>de</strong>cidió a contestar a la<br />

carta en la que Fabricio solicitaba la dicha <strong>de</strong> hablarle en la capilla <strong>de</strong> mármol negro. En verdad se<br />

negaba, y en términos bastante duros; pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquel momento toda tranquilidad <strong>de</strong>sapareció para ella;<br />

a cada instante su imaginación le pintaba a Fabricio sucumbiendo al veneno; acudía seis u ocho veces por<br />

día a la pajarera y sentía la necesidad apasionada <strong>de</strong> asegurarse por sus propios ojos <strong>de</strong> que Fabricio<br />

vivía.<br />

«Si está aún en la fortaleza —se <strong>de</strong>cía—, si permanece expuesto a los horrores que la facción<br />

Raversi trama acaso contra él con el fin <strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> Mosca, es solamente porque yo he<br />

tenido la cobardía <strong>de</strong> no huir al convento. ¿Qué pretexto hubiera tenido para permanecer aquí una vez<br />

seguro <strong>de</strong> que yo me había marchado para siempre?»<br />

Esta muchacha tan tímida y a la vez tan altiva llegó a correr el albur <strong>de</strong> una negativa por parte <strong>de</strong>l<br />

carcelero Grillo; más aún: arrostró todos los comentarios que este hombre pudiera permitirse sobre la<br />

singularidad <strong>de</strong> su conducta. Descendió al grado <strong>de</strong> humillación <strong>de</strong> mandar a buscarle y <strong>de</strong>cirle, con voz<br />

trémula reveladora <strong>de</strong> su secreto, que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos días Fabricio iba a obtener su libertad, que la<br />

duquesa Sanseverina estaba realizando con esta esperanza diligencias muy activas, que muchas veces era<br />

necesario recibir inmediata respuesta <strong>de</strong>l cautivo a ciertas proposiciones, y que ella le invitaba, a Grillo,<br />

a permitir que Fabricio practicara una trampa en la mampara que cubría su ventana a fin <strong>de</strong> que ella

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!