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La cartuja de Parma - Stendhal

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

HENRI BEYLE, STENDHAL (Grenoble, 1783 - París, 1842), fue uno de los escritores franceses más influyentes del siglo XIX. Abandonó su casa natal a los dieciséis años y poco después se alistó en el ejército de Napoleón, con el que recorrió Alemania, Austria y Rusia. Su actividad literaria más influyente comenzó tras la caída del imperio napoleónico: en 1830 publicó Rojo y negro, y en 1839 La Cartuja de Parma. Entre sus obras también destacan sus escritos autobiográficos, Vida de Henry Brulard y Recuerdos de egotismo. Tras ser cónsul en Trieste y Civitavecchia, en 1841 regresó a París, donde murió un año más tarde.

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ocúpate únicamente en enten<strong>de</strong>r mi carta.<br />

Fabricio se apresuró a obe<strong>de</strong>cer e hizo las señales convenidas, a las que siguieron las respuestas<br />

anunciadas; luego continuó la lectura <strong>de</strong> la carta.<br />

Pue<strong>de</strong> esperarse lo peor; así me lo han dicho los tres hombres en quienes tengo más confianza,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberles hecho jurar sobre el Evangelio que me dirían la verdad, por dura que pudiera ser<br />

para mí. El primero <strong>de</strong> estos hombres amenazó al cirujano <strong>de</strong>lator <strong>de</strong> Ferrara con caer sobre él con<br />

una navaja abierta en la mano; el segundo te dijo, cuando volviste <strong>de</strong> Belgirate, que hubiera sido más<br />

pru<strong>de</strong>nte disparar un tiro al criado que llegaba cantando al bosque y llevando <strong>de</strong> la brida un caballo<br />

un poco flaco; al tercero no le conoces, es un ladrón <strong>de</strong> caminos amigo mío, hombre ejecutivo si los<br />

hay y tan valiente como tú; por esto sobre todo le he pedido que me dijera lo que <strong>de</strong>bías hacer. Los<br />

tres me han dicho, sin conocer cada uno <strong>de</strong> ellos mi consulta a los otros dos, que vale más exponerse a<br />

estrellarse que pasar once años y cuatro meses más en el temor constante <strong>de</strong> un veneno muy probable.<br />

Durante un mes <strong>de</strong>bes ejercitarte en tu celda en subir y bajar por una cuerda <strong>de</strong> nudos. Luego, un<br />

día <strong>de</strong> fiesta en que la guarnición <strong>de</strong> la ciuda<strong>de</strong>la habrá recibido una gratificación <strong>de</strong> vino, intentarás<br />

la gran proeza. Recibirás tres cuerdas <strong>de</strong> seda y cáñamo, <strong>de</strong>l grueso <strong>de</strong> una pluma <strong>de</strong> cisne, la primera<br />

<strong>de</strong> ochenta pies para bajar los treinta y cinco que hay <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ventana al patio <strong>de</strong> los naranjos; la<br />

segunda, <strong>de</strong> trescientos pies, y ésta es la dificultad por causa <strong>de</strong>l peso, para bajar los ciento ochenta<br />

pies que tiene <strong>de</strong> altura el muro <strong>de</strong> la torre gran<strong>de</strong>; una tercera <strong>de</strong> treinta pies te servirá para bajar la<br />

muralla exterior. Me paso la vida estudiando el gran muro <strong>de</strong> Oriente, o sea por la parte <strong>de</strong> Ferrara;<br />

en él, una hendidura causada por un temblor <strong>de</strong> tierra está tapada con un contrafuerte que forma<br />

plano inclinado. Mi ladrón <strong>de</strong> caminos me asegura que está seguro <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r bajar por esa parte sin<br />

<strong>de</strong>masiada dificultad con sólo algunas <strong>de</strong>solladuras <strong>de</strong>slizándose por el plano inclinado que forma el<br />

contrafuerte. El espacio vertical es sólo <strong>de</strong> veintiocho pies en la parte inferior, y esa parte es la menos<br />

vigilada.<br />

No obstante, mi ladrón <strong>de</strong> caminos, que se ha escapado tres veces <strong>de</strong> presidio, y que te gustaría si<br />

lo conocieras, aunque las gentes <strong>de</strong> tu casta le execran; mi ladrón <strong>de</strong> caminos, repito, ágil y dispuesto<br />

como tú, opina que él preferiría bajar por el lado <strong>de</strong> Poniente, exactamente frente al palacete<br />

habitado en otro tiempo por la Fausta, que tú conoces bien. Lo que le <strong>de</strong>cidiría por este lado es que la<br />

muralla, aunque muy poco inclinada, está allí casi constantemente guarnecida <strong>de</strong> malezas; hay<br />

algunas ramas, <strong>de</strong>l grosor <strong>de</strong>l <strong>de</strong>do meñique, que pue<strong>de</strong>n muy bien causar <strong>de</strong>solladuras si no se tiene<br />

cuidado, pero que también pue<strong>de</strong>n servir para agarrarse. Esta mañana volvía mirar bien ese lado <strong>de</strong><br />

Poniente con un excelente catalejo; el lugar que se <strong>de</strong>be elegir cae precisamene <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una piedra<br />

nueva que pusieron en la balaustrada hace dos o tres años. Verticalmente <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> esa piedra<br />

encontrarás primero un espacio liso <strong>de</strong> una veintena <strong>de</strong> pies; aquí hay que ir muy <strong>de</strong>spacio (ya te<br />

figuras cómo me tiembla el corazón al darte estas terribles instrucciones, pero el valor consiste en<br />

saber elegir el mal menor, por horrible que sea también); <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l espacio liso hallarás ochenta o<br />

noventa pies <strong>de</strong> matorrales muy gran<strong>de</strong>s en los que se ven volar los pájaros. Luego, un espacio <strong>de</strong><br />

treinta pies que no tiene más que yerbajos, alelíes y parietarias. A continuación, ya cerca <strong>de</strong>l suelo,<br />

veinte pies <strong>de</strong> malezas, y, por último, veinticinco o treinta pies recientemente revocados.

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