MANUAL-DOCENTE
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Unidad Formativa<br />
268<br />
4. EDUCACIÓN EN VALORES<br />
No se precisa mucha formación para observar la gran brecha que existe<br />
entre los valores (sentimientos, comportamientos y acciones estimados como<br />
ideales por una persona o comunidad) de un centro educativo y los que defienden<br />
y proclaman colectivos extraescolares. El desencuentro entre ambas propuestas<br />
es tan brutal que se hace patente en el día a día en el aula mermando la<br />
convivencia, porque nuestro alumnado no es inmune a las influencias de los<br />
entornos sociales, por mucho que deseemos mantenerlo aislado o protegido de<br />
la realidad social. Los términos utilizados para nombrar a estos valores sociales<br />
son los mismos que en la escuela (paz, libertad, sinceridad, afecto, bienestar,<br />
respeto...) pero cuando concretamos su consistencia notamos tales diferencias<br />
que, más bien podríamos llamarlos desvalores. Por ejemplo, se entiende<br />
por sinceridad decir todo lo que se nos apetezca, siempre que lo digamos a la<br />
cara. O libertad, hacer lo que a uno le dé la gana. Esta realidad debemos modificarla<br />
sustancialmente durante nuestro ejercicio de la docencia si deseamos<br />
obtener un alumnado competente en los valores sobre los que descansa una<br />
convivencia ideal. Resulta imposible, como ya dijimos, no «contaminarnos» de<br />
la desvalorización de nuestra sociedad, pero, podemos dejar que entren en el<br />
aula propuestas, a dosis adecuadas a las edades en las que trabajamos, y realizar<br />
un buen trabajo de descubrimiento, denuncia y asentamiento de los verdaderos<br />
valores educativos. Esta educación tipo «vacuna» puede ayudarnos en<br />
nuestra meta de generar alumnado competente en la convivencia.<br />
Recordemos aquí, además, lo que llamamos paradoja de los valores: «los<br />
valores, por su naturaleza competencial, no pueden ser aprendidos y adquiridos<br />
si no es en presencia de conflictos, lo más reales que nos sea posible, en los que<br />
puedan exhibirse y escenificarse en sus tres dimensiones: comprendiéndolos<br />
(conocimientos), defendiéndolos (habilidades) y haciéndolos visibles con actos<br />
(actitudes).<br />
5. COMPETENCIAS <strong>DOCENTE</strong> PARA LA CONVIVENCIA<br />
Gran parte de las competencias para la convivencia se aprenden por modelado<br />
donde el profesorado se presenta como un modelo sobre el que reflexionar<br />
e imitar. No hay arma más benigna o más maligna para generar líneas de<br />
conducta de convivencia que la presencia de un modelo de persona adulta<br />
amiga, que en la escuela es por primera vez, un modelo externo a la familia. El<br />
profesorado debe saber manifestar, en todo momento, todo el acervo de competencias<br />
en relación a la convivencia, que si bien puede presentar diferentes