As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

El emperador leonés Fernando I
arrebató de manos sacrílegas. Destinaba buena parte de los prisioneros a la edificación
de iglesias y a ellas y a los pobres iba a parar lo mejor del botín para el culto del Creador
Supremo, que le concedía la victoria» 58 .
En un texto incontrovertible, la Historia Silense (doc. 104) descubre las costumbres
y aficiones del rey Fernando I de León. «Cuidaba la religión cristiana, que practicó
desde la infancia, con la máxima devoción y ello le llevó a decorar la iglesia que había
construido en honor de san Isidoro con extraordinaria belleza y gran cantidad de oro
y plata, piedras preciosas y cortinajes de seda. Frecuentaba la iglesia mañana y tarde
y aun durante las horas nocturnas y al tiempo del sacrificio y, a veces, acompañaba a
los clérigos en sus cánticos con recia voz en honor de la divinidad. Distinguía, entre
los demás lugares sacros, la iglesia de San Salvador de Oviedo. Tampoco se olvidó
del templo del apóstol Santiago, que procuró enriquecer con extraordinarias riquezas.
¿Qué más podremos ponderar? El excelentísimo y pío príncipe don Fernando de ninguna
otra cosa se ocupó con más asiduidad y cariño que de engrandecer las principales
iglesias de su reino, restituyéndoles la antigua autoridad y esplendor, tratando que, por
lo que a él concernía, no sólo disfrutasen de quietud y paz, sino que también fueran
embellecidas y ampliadas. Amaba a los pobres peregrinos y cuidaba diligentemente
de acogerles. Siempre que se enteraba de la pobreza en que se encontraban los monjes
cristianos, los clérigos o las mujeres consagradas a Dios, angustiado por su pobreza, él
en persona ser acercaba a consolarlos o frecuentemente ordenaba que se les enviasen
ayudas económicas». La generosidad del rey de León inclusive traspasó los Pirineos
y llegó hasta la abadía de Cluny, a la que concedió de su propio peculio mil áureos
monacales.
41. Cementerio e iglesia regia de San Juan Bautista de León-
San Juan Bautista fue el templo cabecera o buque insignia del rey Fernando I de León,
y su atrio destinado a cementerio regio. Alfonso V de León había edificado el templo
primigenio con tapiales y ladrillo, ex luto et latere, en él se inhumaron los restos mortuorios
de varios obispos, incluso enterró a reyes leoneses antecesores en dicho panteón,
incluyendo a sus padres los reyes leoneses Vermudo II y Elvira, ahí descansarían
sus restos y los de su esforzado hijo, Vermudo III de León. En un principio Fernando
I refuerza su promesa de ser enterrado en el monasterio de Arlanza, 31 de marzo de
1039 y reiterada el 1 de octubre de 1046. La reina Sancha no estaba por la labor y
siempre tuvo la certidumbre de que San Juan Bautista de León era lo más apropiado,
el rey va a acceder y traerá canteros para dar carta de naturaleza a los anhelos de su
esposa. Así lo indica Lucas de Tuy en su Crónica (LIV): «Vino a él la reyna Sancha con
blanda fabla que aparejase sepoltura conueniblemente para [él] y para los que después
viniesen, en la çibdad de león, y estudiase de afermosar con reliquias de sanctos para
guarda de la su presente vida y de los suyos e de la venidera; y amonestándole esto la
58 Historia Silense apud A. Viñayo, op. cit.
NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 113