As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Manuel-Gonzalo Prado González
por las ambiciones y rivalidades que les dominaban, y en especial las comarcas fronterizas
que padecían frecuentes sitios y guerras por parte de portugueses, leoneses y
castellanos, en su afán de dominar Galicia y someter este antiguo reino, dando albergue
y generoso auxilio a todo noble rebelde que se desnaturalizaba de su Monarca y
pasaba al bando contrario.
Lo que sucedía en Galicia durante el período que hemos recorrido, que comprende desde
la Baja hasta la Alta Edad Media, son las luchas de los inquietos Señores feudales
entre sí para robarse territorios y vasallos. Imperaba el derecho del más fuerte.
Se encontraba verdaderamente alarmado el pueblo gallego por padecer las vejaciones
y brutalidades que las luchas señoriales les causaban, haciéndelos la vida insoportable,
llegando al límite de la anarquía durante los reinados de Juan II y Enrique IV. Ni los
caballeros ni los vasallos cumplían las órdenes del Rey, ni observaban justicia, apropiándose
de los bienes de otros nobles, de la Corona, la iglesia y monasterios.
Se sucedían con frecuencia las luchas de unos Señores contra otros, y la sublevación
de vasallos contra sus tiranos en aquel triste período de nuestra historia en que se había
perdido toda noción de justicia y de respeto, teniendo cada cual que tomar venganza
por su mano o hacerse temer para evitar la impunidad con que se cometían toda clase
de delitos.
Por otra parte, la guerra sucesoria emprendida en la Corona de Castilla entre la reina
Isabel y Juana de Trastamara divide a la nobleza gallega en dos bandos, capitaneados
por Fonseca, el arzobispo de Compostela, isabelino, y por Pedro Madruga, el Conde de
Camiña, de parte de la Beltraneja. Ganadora la causa dinástica isabelina, solamente la
resistencia de Madruga en Portugal y sur de Galicia, o la de Pardo de Cela en Galicia
norte detienen la política de la reina Isabel en Galicia.
La muerte de Pardo de Cela, decapitado en la plaza de la catedral de Mondoñedo,
mientras dos taimados canónigos detenían a su mujer en el puente del Pasatempo,
portadora del indulto regio, dejó expedito el camino para que los Reyes Católicos pudiesen
implantar en Galicia su política centralizadora y proceder a la pacificación del
territorio, salvo en los dominios de Pedro Madruga en el sur de Galicia.
Da comienzo el “absolutismo”: se detrae todo el poder de la nobleza y la eclesiástica,
que pasan a detentar exclusivamente los reyes sin ningún tipo de contrapoder.
La última esperanza de conservar Galicia algún tipo de autonomía era Pedro Madruga,
pero después de 1486 en que muere, la nobleza se ve forzada a abandonar sus fortalezas
y exiliarse, con lo que los Reyes Católicos completan así el trabajo antes iniciado
por los irmandiños.
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NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010