As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Crónicas de las Guerras Galicia-Portugal
Para defender los derechos de doña Beatriz y del infante D. Miguel, D. Juan I de Castilla
invadió Portugal, pero fue derrotado en la Batalla de Aljubarrota el 14 de agosto
de 1385.
VICTORIA ARMESTO, Galicia Feudal: los gallegos y la batalla de Aljubarrota
Lancaster encargó a su hombre de confianza, Xoán de Andeiro, que regresara
secretamente a Portugal, que se entrevistara con el rey Fernando y le
convenciera para que, repudiando sus acuerdos con Castilla y Francia, se
uniera a Inglaterra.
Así lo hizo Xoán de Andeiro y a las gestiones de este oscuro hidalgo gallego
debe Portugal su alianza con Inglaterra y, de rechazo, su independencia.
Andeiro se entrevistó con Fernando I en el castillo de Estremoz (fines de
1377 o 1388). Xoán era hombre de confianza de la reina, y en ocasiones
discutían cuestiones políticas.
Los amores de Andeiro con Leonor de Téllez le habían convertido en un
personaje altamente impopular.
Al enterarse de la muerte de su suegro, Juan I de Castilla dio en presentarse
como si ya fuera rey de Portugal.
El maestre de la Orden de Avis era un joven de unos veinticinco años que,
hasta entonces había vivido en un monasterio desinteresado de la política.
Se dice que la reina Leonor intentó matarle y que se salvo por intervención
de los ingleses.
El día 6 de diciembre de 1383 el maestre de Avis entró en el palacio real de
Lisboa con una escolta de veinte hombres armados.
La reina estaba sentada en el estrado con sus damas y a sus pies se hallaban
Alvar de Castro y el conde de Andeiro. (Alvar de Castro, primer condestable
de Portugal, hermano de Inés de Castro)
Con el pretexto de que le tenía algo reservado que comunicarle el maestre
llevó a Xoán de Andeiro a otra habitación contigua donde, delante de una
ventana, le asestó una puñalada. Desangrándose, aun Andeiro pretendió
volver a la cámara real, pero Rui Pereira, tío de Nuno, sacó la espada y allí
mismo lo remató.
Alvar de Castro, del que no se sabe con certeza si estaba o no estaba en el
secreto, no pudo o no quiso intervenir. La reina esperó su propia muerte
con admirable estoicismo, pero el infante Juan, que según determinadas
versiones estaba algo enamorado de ella, la respetó.
Sobre 1392 se despierta en todo el reino de Portugal un vivo sentimiento
anti galaico del que son principales víctimas los exiliados políticos.
NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 341