As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Tres voces proletarias coruñesas
- Me huelgo de ello, y créeme que no lo esperaba menos de ti, que sé cómo piensas
y cómo sientes. Te daré mañana mismo la nota, y te recomiendo no dejes de mano
el estudio de estas doctrinas, que si habrá de ocasionarte algunos disgustos el
propagarlas –porque ya te estoy viendo un entusiasmo propagandista-, también te
proporcionarán la dicha, la inmensa satisfacción de cumplir con el deber de contribuir
en la medida de tus fuerzas a la redención de los oprimidos, a la liberación de los
esclavos, a desterrar el embrutecedor sofisma y hacer brillar un día para siempre la
Verdad, la Justicia y la Razón.
Y tras breves frases de despedida y un fraternal apretón de manos, separáronse los
dos amigos de la infancia, y desde aquella noche, a no dudarlo, compañeros de ideas.
Y yo, lleno de satisfacción y contento, también me dirigí a mi casa, admirando el
hermoso panorama de la aurora, que aquella mañana (ya el sol comenzaba a alborear)
me pareció más bello, y haciendo promesas de arreglar las notas recogidas de aquella
polémica y publicarlas.
Cumplido este deseo, muy buenas noches, lectores.
J. SANJURJO
La Coruña (Germinal, 7-1-1905. Ano II, nº 12).
5. CUENTOS SUBVERSIVOS. ENSEÑANZAS
Sanjurjo escribiu para Germinal, en 1905, unha serie de relatos breves a modo de
conto con contido social nos que, con fina ironía, satiriza e critica vicios do sistema
socioeconómico que dá a fortuna a uns e a miseria a outros. Na sentenza ou proverbio
final dá a entender que unha certa dose de violencia contra os poderosos pode
solucionar máis dun problema dos menos favorecidos.
En una fría y tempestuosa noche de invierno que me dirigía a mi casa tras el mullido
lecho y la grata compañía, un hombre salióme al encuentro en un cruce de calles que
la sombras envolvían completamente. Mi primera impresión fue de prevención, casi de
temor, al verlo decidido dirigirse a mí; mas, tranquiliceme enseguida que le oí hablar.
Era un resignado y nada había que temer.
- Caballero -me dijo- no tengo que comer ni que dar de comer a cuatro hijos que
me piden pan. Hace tres meses quedé sin trabajo, y en todo ese tiempo no volví a
encontrarlo a pesar de mis afanes. No he pedido limosna en mi vida; soy obrero, vea
usted mis manos llenas de callos; una limosna por favor…
NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 169