As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

La iglesia románica de San Mamed de Moldes
mórfico o geométrico, entre los que cabe destacar: hoja de helecho; dos vástagos paralelos
unidos por otro, de menores dimensiones hacia su mitad, formando una especie de
hache; vástago vertical, con dos pequeñas bolas en la zona superior y un alargado rollo
en la inferior; ancha hoja lisa culminada en voluta; dos rollos ubicados en los extremos;
cabeza de lobo 78 ; dos tallos paralelos dispuestos verticalmente; hoja de palmera; cabeza
de carnero 79 ; alargado vástago con sendas protuberancias en su inicio y remate; tonel de
vino ubicado en la zona central con un aro en los extremos.
78 El lobo entra en la cultura occidental con la misma carga demoníaca que se le había atribuido en la oriental,
asociada a otras fieras, como el león, el tigre o la hiena. Representa el salvajismo, el desenfreno y la avaricia.
La cultura medieval adoptó este animal como símbolo del Diablo. Como devorador de cuerpos y almas,
aparece representado, de una manera reiterada, en los capiteles y canecillos de las iglesias románicas, para
advertirnos de los enemigos de la fe.
En la Galicia medieval, donde eran abundantes los rebaños de ovejas, el lobo era combatido ferozmente,
tanto es así que en el apartado 15 del Concilio Compostelano de 1113, presidido por Diego Gelmírez, se hace
referencia a las Batidas de lobos con el siguiente texto: “Todos los sábados, salvo las vísperas de Pascua y
Pentecostés, los clérigos, caballeros y labradores que no tengan trabajo, cazarán lobos y pondrán trampas,
llamadas de ordinario fogii, para atraparlos. Cada iglesia tendrá que proporcionar siete picos de hierro.
Todos lo clérigos que no obedezcan este mandato, exceptuando los que tengan que visitar enfermos, lo
mismo que los caballeros tendrán que pagar cinco sueldos, en tanto que el labriego pagará un sueldo o una
oveja”.
Por otro lado, el lobo, como comedor de carroña representa la peste, y por su gran voracidad se convirtió en
el atributo de la gula.
Aristóteles lo pone entre los animales salvajes que no aceptan la domesticación. San Isidoro sentencia que:
“Es una bestia rapaz y sedienta de sangre”.
En el Gén. 49, 27, se utiliza como símbolo del hombre feroz. Anunciando Jacob a Benjamín el carácter belicoso
y feroz que tendrá su tribu con estas palabras: “Benjamin, lobo rapaz; de mañana devora su presa, y a
la tarde reparte el despojo”. En Ez. 22, 27 simboliza el tirano: “Sus jefes son como lobos que desgarran su
presa, que derraman sangre, matando a las personas para robar sus bienes”. CIRLOT, J. E., Diccionario de
símbolos, Madrid, 1997, p. 286; HERRERO MARCOS, J., Bestiario románico en España, Palencia, 2010, p.
147-149; LÓPEZ FERREIRO, A., Historia de la Santa A. M. Iglesia de Santiago de Compostela, Santiago,
1900, Apéndice, XXX, p. 90; MARIÑO FERRO, X. R., El simbolismo animal. Creencias y significados en
la cultura occidental, Madrid, 1996, p. 291-294; PÉREZ RIOJA, J. A., Diccionario de Símbolos y Mitos,
Madrid, 1971, p. 274; PILLARD-VERNEUIL, M., Diccionario de Símbolos, Emblemas y Alegorías, Barcelona,
1998, p. 131.
79 El modillón tallado con la cabeza de un carnero está vinculado simbólicamente con la fuerza genésica, de
ahí que Amón, dios egipcio de la fecundidad, posea cabeza de carnero. Según Ripa, C., “Acostumbraban los
antiguos pintar a Venus subida encima de un carnero para mostrar la lujuria indicando con ello la sujeción
de la razón a los sentidos y a las ilícitas concupiscencias”.
Al igual que la oveja y el cordero, admite si rechistar el sacrificio, ofreciéndolo los judíos a Yahvé y los
romanos a sus dioses. Así en Ge. 22, 13 “Alzó Abraham los ojos, y vio tras si un carnero enredado por los
cuernos en la espesura, y tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en vez de a su hijo”. En Lev 5, 25
“y ofrecerá a Yahvé en sacrificio por el delito sin defecto de la grey, según su estimación, y la llevará al
sacerdote”. En Núm 7, 17 “y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos
y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Nasón, hijo de Aminadab”. CORTÉS Y GÓNGORA, L.
Y MONTERO DÍAZ S., San Isidoro de Sevilla, Etimologías, BAC, Madrid, 1951, XII, I, 11, p. 287; HE-
RRERO MARCOS, J., Bestiario románico en España, Palencia, 2010, p. 97-99; MARIÑO FERRO, X. R.,
El Simbolismo Animal. Creencias y significados en la cultura occidental, Madrid, 1996, p. 85-86; PÉREZ
RIOJA, J. A., Diccionario de Símbolos y Mitos, Madrid, 1971, p. 114-115; PILLARD-VERNEUIL, M.,
Diccionario de Símbolos, Emblemas y Alegorías, Barcelona, 1998 p. 50; RIPA, C., Iconología, “Lujuria”,
Madrid, 1987.
NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 393