As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

José María Manuel García-Osuna y Rodríguez
65.La hacienda pública en la Corona Leonesa
«La Hacienda pública era propiedad del rey, ya fueran recursos del Estado o ya
de las propiedades personales de los monarcas. Era hacienda mal administrada, con
no fácil recaudación de los recursos. Fuente fundamental la constituían los beneficios
procedentes de las grandes extensiones de tierras del señorío del reino o del señorío
privado del rey. Se arrendaban a los colonos y se administraban como si perteneciesen
a dueños particulares. Otras veces los colonos venían obligados a trabajar ciertos
días o sernas para el rey. Los vecinos del concejo de Fenar debían segar las hierbas
de los prados y las mieses del regio señorío a cambio de comida y bebida durante las
faenas» 98 . Los impuestos eran recaudados por el sayón, por el merino y por el pertinente
magnate propietario del señorío, que utilizaban, para ello, el ancestral sistema
semejante al de los publicanos evangélicos, quedándose con la parte pertinente de lo
cobrado. Los impuestos recibían diversos nombres en función de que fuesen directos o
indirectos: verbigracia, portazgos y peajes (pago por el derecho de paso), caloñas o calumnias
o multas (penas pecuniarias impuestas por ciertos delitos o faltas), fonsadera
o fonsado para evitar acudir a la guerra, anubda o evitar prestar servicios de vigilancia,
y, además, una gran cantidad de impuestos que eran comunes a todos los señoríos,
tales como: mañería o maniñádego (por la que el Señor podía apropiarse de los bienes
de un siervo muerto sin descendencia), nuncio, fumazgo o foguera (tributo o derecho
consistente en dinero, gallinas u otra cosa que los campesinos con casas en señoríos
pagaban al dueño del suelo), etc. La monarquía se quedaba con los bienes confiscados
a rebeldes y traidores, el ejemplo paradigmático fue el caso del conde sedicente Laín
Fernández, el rey distribuía estos bienes entre los fideles regis, existía una recaudación
extraordinaria que era el petitum o pedido (prestación temporaria en beneficio de la
comunidad, cuando había una importante sequía en el caudal de ingresos).
66.Las parias y la moneda-
Los dispendios bélicos ocasionados por un ejército en pie de guerra, casi de continuo,
multiplicaban los gastos, por lo que era necesario exigir tributos cuantiosos a los emires
mahometanos de las taifas, de esta forma pagaban su ayuda y su protección y se
constituían en vasallaje. Por este procedimiento el oro del Islam llegaba a espuertas
hasta la Corona Leonesa y sus territorios satélites, tales como: Castilla, Galicia, las
Asturias de Oviedo y de Santillana y Portugal. No obstante este trasvase de peculio
empobrecía a los andalusíes, y creaba inflación en los reinos cristianos del norte, hasta
tal punto llegó el enconamiento que los reinos de taifas amenazaron al rey leonés, Fernando
I, de que iban a solicitar el auxilio militar de los almorávides, contra su depredación
y su voracidad económicas. Del botín de guerra, el monarca, se llevaba la quinta
parte. Fernando y Sancha no acuñaron moneda, pero sí su hijo Alfonso VI de León ya
en el siglo XI. La moneda circulante eran los sueldos de oro y plata de origen visigodo;
98 Blanco Lozano, op. cit. I, 15.
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NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010