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As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

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43.Al-Mu’tadid y su corte hispalense-<br />

El emperador leonés Fernando I<br />

El régulo <strong>de</strong> la taifa era un hombre <strong>de</strong> psicología complicada, tortuosa y críptica, taimado<br />

y cruel sin ambages, lujurioso sin freno y gran mecenas <strong>de</strong> escritores y artistas.<br />

Era colérico y peligrosísimo en ese momento, hasta tal punto que estranguló, con sus<br />

propias manos, a su primogénito Ismael; se refiere que se paseaba por el jardín <strong>de</strong> su<br />

palacio, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> claveles que crecían en los cráneos <strong>de</strong> sus enemigos. Ibn Hayan<br />

(apud Historia Abbadidarum <strong>de</strong> Dozy, 268-269), es un historiador contemporáneo que<br />

lo <strong>de</strong>scribe fehacientemente, con mucho rigor, también era un aceptable poeta y padre<br />

<strong>de</strong>l mejor poeta árabe <strong>de</strong> su siglo, su eximio hijo Al-Mu’tamid. «Era Abbad <strong>de</strong> bella<br />

presencia, <strong>de</strong> estatura prócer, bien proporcionado <strong>de</strong> miembros. Eminente por su liberalidad,<br />

<strong>de</strong> ingenio penetrante, <strong>de</strong> gran presencia <strong>de</strong> ánimo y sagacidad. Antes <strong>de</strong> que<br />

la ambición le llevase hacia las intrigas <strong>de</strong>l gobierno, se había entregado al estudio <strong>de</strong><br />

las bellas letras, que llegó a dominar merced a su penetrante y feliz ingenio. Su manera<br />

<strong>de</strong> ser le ayudaba en sus cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> gran orador y recitador… Su aguda penetración<br />

le favorecía en la composición <strong>de</strong> sus poemas, en los que siempre encontraba la forma<br />

elegante <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir cuánto se proponía. Estos poemas, por su valor y belleza, fueron<br />

recogidos y publicados por escritores <strong>de</strong> gran fama… Aunque se empeñó con valor<br />

en consolidar su imperio, tenía en contra suya la <strong>de</strong>smedida entrega a los placeres<br />

sensuales, como lo <strong>de</strong>muestra el gran número, pertenecientes a todas las clases <strong>de</strong> la<br />

sociedad; y llegó en esto a tales extremos que ninguno <strong>de</strong> sus contemporáneos se le<br />

pue<strong>de</strong> comparar. A su muerte, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la sultana, <strong>de</strong>jó, según dicen, solamente <strong>de</strong><br />

entre la gran variedad <strong>de</strong> concubinas, cerca <strong>de</strong> setenta esclavas».<br />

Al-Mu’tadid se pasaba las noches ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> poetas, a quienes pagaba espléndidamente<br />

y ellos le ro<strong>de</strong>aban <strong>de</strong> halagos, adulaciones y requiebros. Un ejemplo <strong>de</strong> ello es<br />

el <strong>de</strong> Al-Saqundi, que escribe sobre el notorio mecenazgo <strong>de</strong>l régulo sevillano. «Cuando<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> fragmentado el imperio se alzaron los reyes <strong>de</strong> taifas y se dividieron<br />

el territorio, los más ilustres súbditos estuvieron unánimes en reputar favorable tal<br />

división, pues ellos animaron el mercado <strong>de</strong> las ciencias y rivalizaron en recompensar<br />

a poetas y prosistas. No había para ellos vanagloria mayor que el que se dijese, “El<br />

sabio Fulano vive en la corte <strong>de</strong>l rey Zutano” o “el poeta Tal está al servicio <strong>de</strong>l rey<br />

Cual”… Y habrás oído hablar <strong>de</strong> los reyes árabes banu Abbad… En honor <strong>de</strong> cada uno<br />

<strong>de</strong> ellos se han eternizado tantas alabanzas que, si se alabase con ellas a la noche, sería<br />

más clara que la aurora. Los poetas no cesaron <strong>de</strong> balancearse entre ellos como se balancean<br />

los céfiros en los jardines al-Barrad, hasta el punto <strong>de</strong> que uno <strong>de</strong> sus poetas,<br />

al ver que los reyes rivalizaban en atraerse sus alabanzas, llegó a jurar que no alabaría<br />

a ninguno <strong>de</strong> ellos en una qasida por menos <strong>de</strong> cien dinares. El propio al-Mu’tadid Ibn<br />

Abbad quiso obligarle a que alabase su qasida (género poético extenso <strong>de</strong> más <strong>de</strong> 50<br />

versos) y él, a pesar <strong>de</strong> la célebre impetuosidad <strong>de</strong>l rey y <strong>de</strong> su severidad extremada,<br />

se negó a ello, hasta que le diese lo que había estipulado en su juramento» 61 . El jefe <strong>de</strong><br />

los poetas cortesanos hispalenses era Ibn Gah.<br />

61 Elogio <strong>de</strong>l Islam, 48-49.<br />

NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 117

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