As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Crónicas de las Guerras Galicia-Portugal
La victoria correspondió esta vez a los portugueses, en colaboración con nobles gallegos,
retirándose el ejército galaico-leonés con los condes Fernando Pérez de Traba, y
Rodrigo Vélez.
Con esta victoria, el porvenir parecía sonreír a Afonso Henríques con los aliados condes
gallegos de Turonia y de La Limia. Sin embargo, este equilibrio se puso en peligro
debido a un grave acontecimiento: La Orden de los Templarios había recibido de doña
Teresa el señorío del castillo de Soure, en Portugal.
Componían La Orden monjes caballeros valerosos que luchaban denodadamente contra
los musulmanes: con la espada en una mano y el arado en la otra, contuvieron y
castigaron las correrías de los sarracenos, a la vez que trabajaban y poblaban el territorio
de Soure, Coimbra, lugar donde se ubicaba el castillo de Leiria.
Tropas musulmanas en gran número atacaron los territorios de Afonso Henríques, que
venía de ganar la batalla de Cernesa en Galicia. Afonso hubo de dirigir sus tropas contra
los sarracenos, y Alfonso VII formó rápidamente un ejército que dirigió a Galicia,
y cayó sobre Tui que se entregó sin combate. Llamó a los nobles gallegos sus aliados
para constituir un gran ejército e invadir Portugal aprovechando la delicada situación
del Conde de Portugal. Pero, a pesar de que éste se veía entre dos fuegos, por una parte
los sarracenos, y por otra el Emperador Alfonso VII, los condes caballeros gallegos
que convocara no mostraron mucho entusiasmo y dilataban el envío de las tropas, por
lo que finalmente Alfonso VII aceptó la oferta de paz propuesta por Afonso Henríques.
Para firmar el tratado de paz, don Afonso se dirigió a Tui acompañado del Arzobispo
de Braga, D. Pelayo, y D. Juan, Obispo de Oporto. Con el Emperador se trasladaron a
Tui los Obispos de Segovia, Ourense, y de Tui, y todos mediaron para el buen fin del
acuerdo. Allí aplacó Afonso Henríques sus intenciones de independencia, y le juró al
Emperador lealtad, firmado por el Conde de Portugal en presencia ciento cincuenta y
dos de sus hombres-buenos y fechado en Tui a cuatro de julio de 1137, conocido como
El Tratado de Tui.
Tan ceremoniosa avenencia aparentaba la idea de una larga duración, pero tanto uno
como otro íntimamente no lo consideraban más que otra tregua más o menos dilatada,
susceptible de romper en cuanto las circunstancias de cualquiera de ellos lo aconsejase.
Además, las condiciones eran en exceso desventajosas para Afonso Henríques, al que
la resignación no era de sus principales virtudes.
NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 317