As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Rafael Tobío Cendón
bola en la zona inferior unida a la superior con una especie de cinta; sendas aves afrontadas
posadas en una rama, a la que pican con sus respectivos picos 90 ; cabeza de un perro
con una gran lengua 91 ; especie de órgano genital masculino exento que se incrusta en un
alargado rollo; dos finas baquetillas paralelas finalizadas en pequeña bola separadas por
una amplia moldura cóncava, etc.
La fachada del naciente, es decir, el testero de la nave, se nos presenta como una desolada
pared granítica, a modo de muro un diafragma, que solventa y salva el desnivel
existente entre las dos estancias en las que se halla constituido el templo. Hacia el comedio
inferior de ésta se halla emplazada una estrecha y alargada ventana, tipo saetera,
bajo arco semicircular, horadado en un macizo sillar baquetonado, cuyo apeo se realiza
directamente sobre las jambas, de idéntica configuración. Vano cuya misión consiste, al
igual que los dispuestos en los demás paramentos de la nave, en resolver la iluminación
de la misma desde esta zona.
p. 166; QUIÑONES, A. Mª., El simbolismo vegetal en el Arte Medieval, Madrid, 1995, p. 109-148; RÉAU,
L., Iconografía del arte cristiano, Barcelona, 1995, p. 132.
90 Desde el punto de vista formal, la escena de sendas aves afrontadas cogiendo con sus respectivos picos otras
tantas ramitas, nos recuerdan algunas composiciones miniadas mozárabes derivadas de prototipos orientales,
especialmente relacionadas con el tema del árbol de Nabucodonosor del libro de Ezequiel ( Ez. 18, 22-23;
Ez. 31) reproducido en la Biblia Primera de León (f. 319 v.). No en vano, el profeta hebreo contrapone la
humildad ensalzada del Mesías con la majestuosidad del cedro, símbolo emblemático del rey caldeo, con
estas palabras: “Esto dice el Señor Dios: Yo tomaré de lo más escogido del cedro empinado, y lo plantaré:
desgajaré de lo alto de sus ramas un tierno ramito, y lo plantaré sobre un monte alto y descollado...y llegará
a ser un grande cedro, debajo del cual hallarán albergue todas las aves y anidarán a la sombra de sus hojas
todas las especies de volátiles”.
Este motivo iconográfico tallado en esta cara del plinto, se puede interpretar como el sacrificio de Cristo que
acoge en su seno las almas de todos sus fieles, identificando a las ramas con la cruz, fruto del sacrifico y a las
aves como imagen de las almas. OROZ RETA, J., Y MARCOS CASQUERO, M. A., San Isidoro de Sevilla.
Etimologías, Madrid, 1982, VI, 2, 41; GONZÁLEZ ECHEGARAY, J., DEL CAMPO, A., FREEMAN, L.,
Obras Completas de Beato de Liébana. Estudio teológico de San Ildefonso, Madrid, 1995, In Apocalypsin
B. Ioannis Apostoli Commentaria, III, 4, 208 ss.
91 El perro tallado en dicho canecillo, por tener la lengua tan larga, representa iconográficamente la gula. Es un
animal muy voraz, tanto es así que según Eliano: “El hombre y el perro son los únicos seres que eructan después
de haber comido hasta la saciedad”. Por poseer tanta voracidad es capaz de comer su propio vómito,
así nos lo advierten los distintos bestiarios. Debido a dicho motivo se lo relaciona con los pecadores reincidentes.
Así en la II Epístola de San Pedro, 2, 22 “En ellos se realiza aquel proverbio verdadero: “Volvióse
el perro a su vómito, y la cerda lavada, vuelve a revolcarse en el cieno”. De ahí que Los Bestiarios Medievales
tomando como base esta cita, relacionaran al perro, entre otras acepciones simbólicas, con el pecador
reincidente. Así el Bestiario de Oxford dice al respecto del perro: “El perro que vuelve a comer lo que ha
vomitado, simboliza a los que, después de confesarse de sus pecados, vuelven a cometer las mismas faltas”.
Po su lado el Bestiario Toscano: “Así como el can tiene la fea costumbre de volver a comer aquello que ha
vomitado, así lo hace el falso pecador que va a confesar sus pecados, y después vuelve a cometer aquellos
mismos pecados”. Mientras que Pierre de Beauvais comenta: “El perro que vuelve a lo que vomitó es el que
reincide en los pecados confesados anteriormente”. ELIANO, C., Historia de los animales, Madrid, 1989,
IV, 20; FOTHERGILL-PAYNE, L., La alegoría en los autos y farsas anteriores a Calderón, Londres, 1977,
p. 172; MARIÑO FERRO, X. R., El Simbolismo Animal. Creencias y significados en la cultura occidental,
Madrid, 1996, p. 365; PILLARD-VERNEUIL, M., Diccionario de Símbolos, Emblemas y Alegorías, Barcelona,
1998, p. 172.
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NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010