As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Rafael Tobío Cendón
círculos consecutivos, los exteriores tangentes entre sí, el interior secante con respecto a
los anteriores, mientras una línea incisa une, a modo de diámetro, sus centros.
Sobre el tejaroz y en el comedio del lienzo pétreo que remata la fachada, se abre una
simple saetera bajo arco de medio punto, horadado en un sillar granítico, cuyo volteo
se efectúa directamente sobre las jambas, molduradas, al igual que aquél, en arista viva.
Ventana que tiene por misión la de solucionar la iluminación natural de la nave desde
este lado.
Corona el hastial una no muy esbelta espadaña de un solo cuerpo y dos vanos semicirculares,
en arista viva, finalizados en una chambrana, de la misma directriz y configuración,
en donde se alojan las campanas. Realizándose el apeo tanto de aquéllos como de
la chambrana que los culmina, en tres pilastras, situadas una en la zona central y las dos
restantes en los extremos, por medio de una imposta en chaflán y listel lisos, que ciñe
perimetralmente los citados soportes, la cual se interrumpe en su confluencia con la parte
interior de los respectivos vanos.
Se cubre la espadaña con un tejado pétreo a doble vertiente, sobre cuyo piñón se eleva
una cruz patada, de brazos iguales, a la que se le superpone un círculo calado y una cruz
de entrelazos, de similar estructuración 83 .
El costado septentrional se nos presenta como un paramento liso totalmente desnudo, ostentando
aproximadamente a un tercio de su intersección con el del testero un codillo, a
partir de donde experimenta un destacado estrechamiento, con respecto a la sección que
exhibe el resto, ello es debido a una anómala construcción de los muros de cierre laterales
de la nave, motivada probablemente por la deficiente configuración de la cabecera y
hastial de la misma. Pues bien, dicho lo que antecede, la fachada de poniente posee una
longitud mayor que la de levante, lo que condujo al unir aquélla con ésta, en el caso del
de símbolos, Madrid, 1997, p. 336; FRANKFORT, H., Arte y Arquitectura del Oriente Antiguo, Madrid,
1982, pp. 28, 39, 145, 153; GHIRSHMAN, R., Persia, Protoiranios, Medos, Aqueménidas, Madrid, 1964,
p. 139; GRABAR, A., Recherches sur les sources juives de l’art Paléochrétien, Cahiers Archeologiques
XI, p., 48; JALABERT, D., La Flore Sculpteé des monuments du Moyen Age en France, París, 1965, p. 14;
LÓPEZ GÓMEZ, F. S., A rosacea: Arqueoloxía e ximboloxía dunha figura geométrica, La Coruña, 1981, p.
83-104; MIRABELLA ROBERTI, M., La Symbologie Paléochrétienne prélude a la symbologie medievale,
Les Cahiers de Saint Michel de Cuxa, Julio, 1981, p. 186; PINEDO, E., El Simbolismo en la Escultura Medieval
Española, Madrid, 1930, p. 28 y 156; QUIÑONES, A. Mª, El simbolismo vegetal en el Arte Medieval,
Madrid, 1995, p. 177-204.
83 Este modelo de cruz, se halla muy extendido por toda la comarca del Ribeiro y limítrofes, sirvan a modo de
ejemplo las que ostentan entre otras las iglesias de: santo Tomé de Maside (Maside-Orense), santa Comba de Treboedo
(Maside-Orense), san Verísimo de Beran (Leiro-Orense), san Fiz del Varón (Carballino-Orense), Santiago
y san Juan de Ribadavia (Ribadavia-Orense), santa María de Feá (Toén-Orense) etc.
Su composición se caracteriza por la superposición de tres signos religiosos: el cristiano, por cierto el más reciente
en darse a conocer, representado por la cruz, el círculo calado como distintivo de la adoración al sol, que es el más
primitivo de todos ellos, vinculado al paganismo, y por último la cruz de entrelazos de origen Celta.
Para un mayor conocimiento sobre el tema, así como sus connotaciones evolutivas e iconográficas, les remitimos
a la obra de: RODRÍGUEZ CASTELAO, A., As cruces de pedra na Galiza, Akal, Madrid, 1975, p.
43-67.
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NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010