As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Tres voces proletarias coruñesas
No me domina el fatalismo por nada ni por nadie; mi criterio está con arreglo a mi
albedrío y jamás me he puesto al lado de alguna idea interesadamente. Si alguien me
probase lógicamente que la Anarquía era un absurdo o un imposible, como muchos la
tachan, dispuesto estoy siempre a ponerme al lado de la verdad.
Por encima de todo y hasta de mí mismo está el bien de la Humanidad entera, cosa que
comprendo pocos harán, aunque en esto puedo andar equivocado, pues nadie puede
penetrar en el interior del individuo.
Motivan estas líneas, como indico en mi epígrafe, varios compañeros, republicanos
federales sinceros que juzgan superficialmente todo y no ven más allá de lo que su
ídolo, como el de otros, les dice.
Decís que será siempre una buena idea, pero imposible en la práctica.
Vamos a cuentas.
Por cada cien proletarios, puede asegurarse sin temor a equivocarse, habrá veinte
burgueses; de aquí que los trabajadores seamos un núcleo importantísimo, pues nuestra
fuerza moral y material es invencible. ¿Creéis acaso que serían capaces los burgueses
de desear tan siquiera aún cuando pudiesen, nuestro exterminio? … ¿Creéis también
que pueden vivir ellos sin nosotros?... ¿Creéis, repito, que nosotros no podemos vivir
sin esos poderosos, sin esos industriales, sin el comercio y toda clase de empresa
expendedora?...
Preguntas son esas que no requieren mucho raciocinio, porque es natural que todo lo
que el rico tiene y goza, es producido por nuestro trabajo a fuerza de debilitar nuestros
pulmones y sudar gotas gordas; por tanto, ellos sin nosotros se morirían; el trabajo que
hacemos todos los productores no debe pasar de nuestras manos a las de unos vagos
como son ellos y entonces excusado es repetir lo que sucedería.
La unión nuestra formaría una fuerza tan grande que lo arrollaría todo.
Si se permanece aletargado, indiferente al bien de todos y sólo se busca el interés
personal, nunca llegaremos a la meta de nuestras aspiraciones.
Vosotros, queridos compañeros, hacéis como un hombre que deseando subir a un árbol
cuya base es muy débil, y por tanto no resiste su peso, se encuentra imposibilitado de
hacerlo, pero que teniendo dos compañeros más que le ayudasen en la tarea, subiría de
cualquier modo. Así pasa a la Anarquía; si todos la ayudamos, su triunfo es indiscutible;
si la abandonamos, nuestros ínfimos adelantos nos los derribarían sin consideración y
la explosión adquiriría mayores fuerzas a costa de más esclavitud de nosotros y para
tener menos número de obreros ocupados.
NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 203