As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

José María Manuel García-Osuna y Rodríguez
28. El Concilio de Coyanza (Valencia de Don Juan)-
En el año 1055 los reyes Fernando y Sancha van a acometer su gran obra legislativa
y reformadora en el concilio de Coyanza, que se va a convocar dentro de un clima
europeo de reforma. Coyanza, hoy Valencia de Don Juan, pertenecía a la diócesis de
Oviedo y Fernando y Sancha acompañados de todos los obispos del reino y de las zonas
limítrofes de Pamplona, abades y magnates acudieron a esa ciudad leonesa, para
tratar sobre trece decretos. En el preámbulo se cita a los obispos participantes: Pedro
de Lugo, Froilán de Oviedo, Cresconio de Iria, Cipriano de León, Diego de Astorga,
Mirón de Palencia, Gómez de Calahorra, Juan de Pamplona, Gómez de Oca y Sisnando
de Portugal; se pretendía corregir y ordenar los cánones y las costumbres de la
iglesia, y promulgar nuevos decretos. Sus preceptos deben ser obedecidos sin rechistar
por todos sus súbditos, comenzando por los conciliares, para evitar que se repitan las
miserias y grandes desgracias padecidas por la Corona de León (León, Castilla, Portugal,
Galicia y Asturias) en los años anteriores, a causa de los pecados de sus habitantes.
«Crónicas y diplomas, a partir de la invasión de los árabes, atribuyen a los pecados del
pueblo las desgracias de los hispanos. Reyes, obispos, nobles y los cristianos en general
se sentían pecadores y acudían a la intercesión de los santos buscando el alcance
del perdón» 40 .
En el inicio del reinado de Fernando y Sancha, los nuevos monarcas leoneses mantuvieron
una línea de relación con la iglesia católica, muy poco innovadora. En Coyanza
se pretendía restaurar la cristiandad, corrigiendo los abusos e implantando las antiguas
costumbres, la reunión fue eminentemente canónica. Los cánones son 13:
I “Con la aprobación de los reyes, Fernando y Sancha, acuerdan los prelados vivir
la vida común, cada uno en su sede, y dedicarse al santo ministerio eclesial en
cuanto les sea posible”, en este artículo se compromete a los obispos para que sus
clérigos tengan una vida en común canónica o regular con el obispo o en otros
presbiterios; la vida en común se va a intensificar, a partir de los siglos XI y XII
con la aparición de los canónigos regulares bajo la regla de San Agustín.
II Se refiere a que las canónicas o presbiterios de vida en común deben adoptar la
regla de San Isidoro o de San Benito y no pueden poseer bienes sin permiso del
obispo o del abad.
III Se refiere al régimen jurídico y litúrgico de las iglesias regidas por el clero diocesano.
La dependencia absoluta será del obispo, y en su ministerio gozarán de
la independencia de los laicos y cada iglesia no podrá ser entregada más que a un
solo presbítero; se prohíben los cálices de madera o de materia frágil. Se determina
cómo deben ser las vestiduras sacras: sobrepelliz, amito, alba, cíngulo, estola,
manípulo y casulla para los presbíteros; amito, alba y estola para los diáconos.
40 A. Viñayo, op. cit.
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NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010