As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Tres voces proletarias coruñesas
Mirando alternativamente al suelo y a mí escuchándome meditabundo, de pronto
dióme las buenas noches y se alejó rápidamente.
Yo no pude conciliar el sueño durante largo rato pensando en la angustiosa situación
de aquel hijo del trabajo, y de haber sabido donde hallarlo iría a su encuentro con algo
que mitigara su hambre y la de sus hijos por un momento siquiera, ya que otra cosa
mayor no podía hacer yo por él, arrepentido de no haberle hecho acompañarme a casa
donde siempre encontraría algo con que atenderle en vez de sermonearle, aunque fuera
menos digno para ambos.
Al siguiente día, y al hojear el diario local mientras me desayunaba, tropecé con una
noticia que bajo el alarmante título de “Un atraco”, se daba cuenta de que anoche
anterior un individuo de tales y cuales señas había arrebatado la cartera en que llevaba
unos centenares de pesetas don Fulano de tal, y lamentándose de la falta de vigilancia,
advertía que el “ratero” no fuera habido.
Respiré a plenos pulmones satisfecho de la noticia; un hambriento menos, me dije,
pues por las señas era el desdichado de anoche, que había tenido un rasgo de dignidad.
No volví a verlo. En cuanto le eche la vista encima le daré un fuerte apretón de manos.
J.S. (Germinal, 7-1-1905. Ano II, nº 12).
6. CUENTOS SUBVERSIVOS. EL SUICIDA
Na liña do anterior relato, Sanjurjo recomenda a presión sobre os poderosos para
restablecer unha certa xustiza social.
Tres años llevaba Enrique desempeñando inmodesto destino en Hacienda con entera
satisfacción de sus superiores y de cuantas personas tenían asuntos que ventilar en la
dependencia en que prestaba sus servicios. Hombre probo, atento con todo el mundo
y escrupuloso en el desempeño de su cometido, nadie tenía de él la más pequeña
queja; pero las influencias que todo lo pueden notificaron su cesantía, y viose un día
suplantado por un paleto servidor [falta texto] en el arte de muñidor electoral. En las
últimas elecciones habíase distinguido tanto que el diputado electo, reconocido a sus
méritos, prometió darle un empleo en la ciudad, por él tan suspirado, porque, como
decía a sus íntimos, estos trabajos del campo son demasiado duros para mí, que no me
da miedo de desempeñar cualquier empleo de portero, ordenanza, o de escribiente sin
escribir.
Tal impresión causó al hombre su destitución que cayó enfermo. Fiado en su intachable
conducta y en el buen comportamiento, ni remotamente sospechaba que le echarían a
NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 171