As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Tres voces proletarias coruñesas
de los que quedan; aquel es el continuo movimiento, aquello no tiene nombre ni
comparación; ayes de aquí, maldiciones y blasfemias de allá; la vida y la muerte, lo
útil y lo inútil, la Naturaleza hollada, todo completamente confundido, desordenado;
todo un caos…
¡Cuántos horrores para nada!...
Eso y mucho más pasó y pasará en las batallas; la potente artillería barre cual ráfaga
ciclónica todo lo que delante encuentra; sus proyectiles atraviesan las filas de las
columnas de ejército, cual si estas fuesen átomos de la invisible atmósfera.
Nadie negará, por tanto, que la guerra del presente es colosal.
Y aún hay quien dice que el querer que desaparezca la guerra es intentar lo imposible.
Dice; es una ley natural, y por tanto irremediable la lucha en la Humanidad.
Señores sabios burgueses: la anarquía basa en la madre Naturaleza todos sus actos y
rechaza más que nadie la guerra. El día que tratéis de hacerla os haremos saltar hasta
los dientes revolucionándonos todos los partidos obreros unidos, si así fuese necesario.
Después de todo lo dicho poco queda que añadir. Los hombres del porvenir, cuando
lean esta u otras descripciones, dudarán que hubiera existido tanto envilecimiento,
tanta falta de sentido común.
¡Atrás, pues, hordas monstruosas del pasado y del presente; el porvenir universal es la
paz y el trabajo!
Siendo el hombre verdaderamente libre, no existirán causas que traigan efectos tan
desastrosos.
¿Qué importa que nos tengáis vilmente separados por fronteras, que unos seamos o
hayamos sido visigodos, celtas, íberos, romanos, cartagineses, franceses, ingleses,
españoles, castellanos, aragoneses, gallegos, etcétera, etcétera, si todos, absolutamente
todos, han de llegar a comprender que tales divisiones fueron y son la causa de la
antipatía general de los pueblos?
La Naturaleza nos dio a todos iguales; sin privilegio alguno; el hombre, animal feroz
hasta aquí, falta hace comprenda cual es su bienestar y cual su infortunio.
No tenemos el don de la infalibilidad en materia alguna, pero la guerra está pendiente,
como suele decirse, de un hilo, esa paz armada se turbará al fin por cualquier accidente
imprevisto o inesperado.
NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010 209