As “Maletas” - Asociación Cultural de Estudios Históricos de Galicia

Carlos Pereira Martínez y Ana Romero Masiá
repugnante bajo aquel aspecto, que le diera vástagos condenados previamente a tantas
desdichas.
Cabizbaja y pensativa dirigiose a su casa tan pronto terminó el mitin. Estaba satisfecha
por conocer un daño tan grave que le amenazaba e iba a evitar, aunque la realidad
le abrumaba de momento. Quería a su esposo y daría la mitad de su vida por que se
corrigiera del vicio de beber, que otro no tenía; mas casi tenía descontado llegar a la
separación, juzgando imposible el que dejase de ir a la taberna. Y llegaría a ella sin
desmayar, ¡vaya si llegaría! Su dignidad así lo demandaba y el amor de los hijos que
hubiera de tener lo exigía. Por ahora no tenía más que uno, que amamantaba y era a
tiempo todavía para evitar otro si no conseguía su propósito.
Dispúsose, pues, a plantear el problema a su marido al día siguiente. (Continuará)
(Conclusión)
- Y bien, Antonio, dijo Elisa tan pronto acabaron de cenar- dos años hace que nos
hemos casado, durante los cuales he podido observar que, paso a paso, vas cayendo
en el precipicio, en vez de ir poco a poco, ya que no súbitamente apartándote de
él. Te hice varias veces reflexiones, y tú nada has hecho, a pesar de las buenas
palabras.
Pues mira, esto tiene que terminar. No estoy dispuesta a vivir en tu compañía más
tiempo. Piénsalo y decide lo que mejor te convenga. O yo y tu hija y tu hogar, o la
taberna.
- Pero chica, ¿qué estas diciendo?
- Lo que has oído. Es mi firme e inflexible resolución. No quiero hacer más tiempo
vida con un alcohólico, con un degenerado que después de amargarme la vida por el
maldito vicio de beber y gastar buena parte del jornal, me traiga hijos enclenques o
idiotas destinados por tu culpa a padecer moral y físicamente.
- Pero desde cuándo te has metido a socióloga o a moralista? Yo me quedo con un
palmo de boca abierta oyéndote, muchacha. ¿O no eres tú, Elisa López, mi mujer?
Debo estar soñando sin duda…
- No te pongas con bromas, que ya pasé de niña y de tonta también. Te quedarás sin
mujer como yo me quedé sin madre, si desde mañana mismo no te enmiendas.
- Ah, ¿pero pretendes imponerte? Ahora hablo yo también en serio.
- No me impongo, recabo mi libertad de vivir o no vivir contigo, como dueña que soy
de ello, y te propongo condiciones terminantes y precisas, cansada de tolerancias
e incumplidas promesas. Si las aceptas, muy bien, dareme por satisfecha y seré
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NALGURES · TOMO VI · AÑO 2010