Versión blanco y negro (11,8 mb) - Ministerio de Educación de la ...
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194<br />
En <strong>la</strong> visita <strong>de</strong> Raúl B. Díaz a Colonia Sarmiento en el año 1902 realiza un <strong>de</strong>tal<strong>la</strong>do re<strong>la</strong>to <strong>de</strong><br />
su llegada y paso por Comodoro, y <strong>de</strong>l inicio <strong>de</strong>l camino.<br />
[…] Son <strong>la</strong>s dos <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong> [está en Comodoro Rivadavia]. Un carrito está frente al<br />
hotel, cargado con cosas <strong>de</strong> viaje. Los caballos atados á <strong>la</strong> vara, tienen más ganas<br />
<strong>de</strong> dormir que <strong>de</strong> piafar. Un indio <strong>de</strong> pura sangre, medio domesticado, ocupa el<br />
asiento <strong>de</strong>l cochero. Subo, me <strong>de</strong>spido <strong>de</strong> los curiosos y parto camino al Collhuapi.<br />
Lo primero en estos casos, es hacerse simpático al cochero ó peón, porque es el<br />
guía, cocinero, camarero, médico, <strong>de</strong>fensor en el peligro, casi todo.<br />
Le dirigí, pues, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra á Marcelo, que así se l<strong>la</strong>maba el cochero:<br />
— ¿Está lejos Collhuapi?<br />
— Lejos, señor.<br />
— Dicen que á 35 leguas.<br />
— Así será, señor.<br />
— ¿Cuántos caminos van á Collhuapi?<br />
— Dos, el viejo y el nuevo abierto por los peones <strong>de</strong>l telégrafo.<br />
— ¿En qué punto vamos a pasar <strong>la</strong> noche?<br />
— En Los Menucos.<br />
— ¿Cuántas leguas dista ese paraje?<br />
— Siete ú ocho. Quién sabe, señor.<br />
Marcelo hab<strong>la</strong>ba poco y sin ganas. Corté <strong>la</strong> conversación y al kaleidoscopio.<br />
El carrito rueda por <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya, como por avenida <strong>de</strong> Mayo. Las o<strong>la</strong>s vienen empujadas,<br />
encrespadas y echando espuma como á darnos <strong>la</strong> broma <strong>de</strong> asustar á los<br />
caballos ó á corrernos. La brisa salina y el magnífico espectáculo <strong>de</strong>l mar causan<br />
encanto e invitan a vivir allí enfrentando al pensamiento.<br />
Sale el camino <strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya y se prolonga por cerros y cañadones. Cuesta arriba y<br />
cuesta abajo va el carrito, en partes al trote <strong>de</strong> los caballos, en otras al tranco; aquí<br />
se manean <strong>la</strong>s ruedas, allá se hace contrapeso para no volcar. Cerros y cañadones;<br />
arbustos raquíticos entre los cuales sobresalen el incienso; manto herbáceo color<br />
amarillento; buen pasto en parte <strong>de</strong> los vallecitos; avestruces, guanacos, zorros,<br />
zorrinos, perdices y ca<strong>la</strong>ndrias que nos observan ó se asustan y disparan: todo eso<br />
pasa y se renueva con abrumadora monotonía.<br />
El sol va á entrarse y el carrito se <strong>de</strong>tiene á una gran altura al extremo <strong>de</strong> <strong>la</strong> cuesta.<br />
A <strong>la</strong> izquierda, se ve un rancho en el p<strong>la</strong>no <strong>de</strong> una quebrada y, a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, un cañadón<br />
como colgado <strong>de</strong>l cerro: <strong>la</strong> estancia <strong>de</strong> Los Menucos y el para<strong>de</strong>ro.<br />
Ya <strong>de</strong> noche, el carrito llega á <strong>la</strong> posada. Ni un ser viviente: solo vestigios <strong>de</strong> otros<br />
caminantes. Marcelo <strong>de</strong>sata y acomoda los caballos, les da agua, ata o manea<br />
don<strong>de</strong> el pasto está mejor. Ar<strong>de</strong> el fogón al pie <strong>de</strong> unas matas ó arbustos espinosos.<br />
Y, á su luz, Marcelo prepara <strong>la</strong> cena y tien<strong>de</strong> mi cama ó sean tres cueros <strong>de</strong> oveja,<br />
en el duro suelo.<br />
El espíritu se abisma en <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> inmensidad, soledad y silencio <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto. Sobreviene<br />
una calma nerviosa que brinda <strong>la</strong> naturaleza cósmica, siempre más buena<br />
que <strong>la</strong> pasión humana. Luego, todo lo extingue <strong>la</strong> “muerte <strong>de</strong>l sueño”. —¿Para<br />
qué seguir?—<br />
- R.B.D. 21<br />
En <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong> su recorrido, para reforzar el nudo dramático, interrumpe el re<strong>la</strong>to y lo <strong>de</strong>ja a<br />
<strong>la</strong> imaginación <strong>de</strong>l lector. Otro texto completa <strong>la</strong> información acerca <strong>de</strong> Sarmiento, a los ojos<br />
<strong>de</strong>l inspector Raúl B. Díaz en el año 1902 según <strong>de</strong> los archivos <strong>de</strong>l ministerio <strong>de</strong>l Interior.<br />
La Colonia Pastoril “Sarmiento”, está situada a 35 leguas <strong>de</strong> Rada Tilly<br />
Treinta y siete casas <strong>de</strong> zinc y adobes, sin comodidad ni belleza, a gran distancia una<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> otra; dos pequeños almacenes, una comisaría, 18 familias, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales <strong>11</strong> son<br />
21 Díaz, 1910: 193-194<br />
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