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do y padre de familia, al que persigue con sus avances en Atracción<br />

fatal. Hoy son las jóvenes de dieciséis años quienes se ligan<br />

a los chicos tímidos de Hellphone.<br />

Y no se feminiza sólo el humor, durante mucho tiempo considerado<br />

monopolio de los varones. El cine derriba la vieja tradición<br />

que daba a los varones todo el derecho de burlarse de las<br />

mujeres, desde la literatura moralizante de la Edad Media que<br />

fustigaba sus defectos y pasando por todas las pullas ingeniosas<br />

reservadas a las preciosas llamadas ridiculas y a las fierecillas presuntamente<br />

domadas. En la <strong>pantalla</strong>, lo mismo que en las escenas<br />

de cabaret, las mujeres se apropian del código humorístico,<br />

incluido aquí en el registro sexual más manifiesto: Josiane Balasko<br />

llega a birlarle la esposa a Alain Chabat en Felpudo maldito y<br />

Valérie Lemercier no duda en poner un título muy a propósito a<br />

una película en que ella misma interpreta a un personaje cuyo<br />

padre es homosexual y está liado con un proctólogo: Le Derriére.<br />

En la actualidad, las mujeres se ríen de sí mismas -Bridget Jones<br />

es la primera en fustigarse en su diario- y de los hombres, sin<br />

tener con ellos el detalle de dejar que lo hagan por ellas.<br />

Al contrario, y en una lógica idéntica de injerencias mutuas,<br />

la belleza, dominio tradicionalmente dedicado a la mujer, ya no<br />

se presenta como imperativo categórico de las estrellas de sexo<br />

femenino. A menudo incluso se transforma explícitamente en lo<br />

contrario, en películas en que la actriz principal, famosa por su<br />

belleza, se desfigura de todas las maneras posibles. Agnés Varda<br />

prohibió a Sandrine Bonnaire que se arreglara y se lavara la cabeza<br />

durante el rodaje de Sin techo ni ley, de 1985, para que se<br />

pareciese al máximo a una vagabunda, pero desde entonces se ha<br />

ido mucho más allá. Así, Charlize Theron, top model e icono de<br />

papel satinado, se sometió a un bombardeo de calorías, engordó,<br />

se rellenó las mejillas con prótesis desfiguradoras, se ensució<br />

el pelo, se manchó los dientes y se vistió con ropa andrajosa para<br />

encarnar en Monster a un adefesio con pinta de camionero. El<br />

papel le valió un Osear. Y Monica Bellucci, virgen pulposa, es<br />

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