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Lipovetsky_La_pantalla_global

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más que lo que son, vedettes aficionadas y efímeras. <strong>La</strong> prensa<br />

no tarda en responder, aparecen en la portada de las revistas, la<br />

gente habla de ellas: el star-system juega y gana una vez más. Por<br />

detrás de los signos que subrayan lo real y la autenticidad, la televisión<br />

no rompe con el espíritu de cine: contribuye, no sin éxito,<br />

a su irresistible expansión.<br />

<strong>La</strong> televisión se parece cada vez más a una rampa de lanzamiento,<br />

a un motor primordial de estelarización y ampliación<br />

del dominio de los VIP. <strong>La</strong> televisión se ha convertido en una<br />

máquina de lanzar o reforzar toda una serie de ídolos. Del deporte<br />

a la canción, de la cocina a la filosofía, de la información a<br />

la literatura, de la arquitectura a las modelos, de las modas a las<br />

casas reales, ya no hay esfera que escape al trabajo de estelarización.<br />

Mediante la televisión, el star-system inaugurado por Hollywood<br />

se generaliza, reinventando sin cesar famosoides y muchos<br />

otros nuevos bienes de consumo de masas. Por este camino se relanza<br />

el hechizo mágico del universo del cine. «¿No es también<br />

un sueño como el cine?», decía Valéry. A pesar de las imágenes<br />

que mimetizan lo real, la televisión no ha roto del todo con el<br />

onirismo y lo maravilloso del alma cinematográfica, 1 y esto a<br />

causa sobre todo de la presencia de estrellas en todos los géneros<br />

y en todas las alturas. De ahí el doble proceso de desencanto y<br />

reencantamiento que late en la pequeña <strong>pantalla</strong>. 2 Aquí, la tele<strong>pantalla</strong><br />

destruye la magia del cine; allí reconstruye su sueño y<br />

sus mitos a través de un desfile permanente de «caras conocidas».<br />

Pero el sueño se reactiva igualmente gracias a otros programas<br />

de juegos. Francois Jost hace bien en señalar que es problemático<br />

utilizar la etiqueta «telerrealidad» para esos programas<br />

cuyos participantes deben portarse con sinceridad y ensayan an-<br />

1. Sobre este punto, véase Edgar Morin, Le Cinema ou l'homme imaginaire,<br />

Minuit, París, 1958 [trad. esp.: El cine o el hombre imaginario, Seix Barral,<br />

Barcelona, 1961].<br />

2. Jean-Louis Missika y Dominique Wolton, <strong>La</strong> Folie du logis. <strong>La</strong> televisión<br />

dans les sociétés démocratiques, Gallimard, París, 1983, pp. 166-168.<br />

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