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De acuerdo con esta misma lógica, las conductas excesivas<br />

más diversas se expresan en películas que las ponen en escena<br />

por medio de personajes, pero también, a menudo, con intérpretes<br />

que llevan la identificación a los últimos extremos. Así,<br />

por ejemplo, la cultura adolescente femenina que Catherine<br />

Hardwicke muestra en Thirteen 13, recurriendo a una muchacha<br />

real, Nikki Reed, que es coguionista e intérprete de su propio<br />

personaje «extremo». Drogas, alcohol, robos, escarificaciones,<br />

piercing, tatuajes, ropa sexy: todo está aquí, casi en directo.<br />

En cuanto al sida, a sus estragos físicos y a la muerte que anuncian,<br />

no habría que olvidar que la primera película que los expuso<br />

realmente fue, en 1992, <strong>La</strong>s noches salvajes, obra de un realizador<br />

seropositivo que murió a los pocos meses del estreno. <strong>La</strong> faceta<br />

destructora de las conductas de riesgo da lugar a películas en que<br />

las adicciones -a las drogas, a la violencia- son objeto de una exposición<br />

sin concesiones que subraya y acentúa su lado excesivo.<br />

Sean el joven yonqui de Réquiem por un sueño, colgado en la espiral<br />

de la dependencia, o los adinerados yuppies que, en El club de<br />

la lucha, bajan para escapar a la rutina a los desolados sótanos donde<br />

se practican peleas clandestinas con las manos desnudas, los<br />

descensos a los infiernos generan películas de violencia y brutalidad,<br />

siguiendo una estética también agresiva y alucinante.<br />

LA ULTRAVIOLENCIA<br />

En esta dinámica hipertrófica, el espectáculo de la violencia<br />

ocupa una parte considerable. No es que el cine no la hubiera<br />

descubierto enseguida. 1 Pero la Semilla de maldad de los años<br />

1. Véase Olivier Mongin, <strong>La</strong> Violence des images, ou comments'en débarrasser?,<br />

Seuil, París, 1997 [trad. esp.: Violencia y cine contemporáneo: ensayo<br />

sobre ética e imagen, Paidós, Barcelona, 1998]. Véase sobre todo el capítulo<br />

sobre «Les deux ages de la violence», pp. 9-28.<br />

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