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Lipovetsky_La_pantalla_global

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se muestra ya no es la gordura, función argumentar, sino la obesidad,<br />

fenómeno patológico e hipertélico de la sociedad de hiperconsumo<br />

(véase Super Size Me). A diferencia de la imagen del<br />

seboso, la rolliza y el potentado, la obesidad se ha convertido en<br />

una nueva figura de la desregulación, de lo obsceno, de la desposesión<br />

de sí. Obscenidad posmoralista con fondo de higiene y<br />

de voluntad de autodominio individual. En El fin de la inocencia<br />

(Twelve and holding), un joven metido en carnes, educado en<br />

una familia de obesos para la que comer mucho y sobre todo<br />

carne es la conducta alimentaria normal y constituye toda una<br />

cultura, prueba a escapar de este esquema familiar y social y, radicalizando<br />

su toma de conciencia, encierra a su madre en el sótano,<br />

para que no coma. En Palíndromos, Todd Solondz pone en<br />

escena un personaje protagonista encarnado por intérpretes de<br />

sexo y edad diferentes y entre sus diversos aspectos está la doble<br />

figura antitética de un negro muy gordo y corpulento y una<br />

blanca filiforme y anoréxica. Pues la anorexia, polo opuesto de<br />

la obesidad, es el extremo de la dieta de adelgazamiento. Los<br />

amigos de Elephant, cuando acaban de comer, corren al lavabo a<br />

vomitar. <strong>La</strong> preocupación por la delgadez se vuelve obsesión:<br />

Bridget Jones lleva el Diario de sus esforzadas privaciones cotidianas<br />

y la heroína de ¡Tengo hambre! decide someterse a un régimen<br />

de adelgazamiento draconiano para recuperar a su novio.<br />

No sólo ilustra el cine el fenómeno social, sino que los mismos<br />

intérpretes modifican su aspecto físico para adaptarse a los<br />

personajes. Aunque Renée Zellweger apenas tuvo que esforzarse<br />

para interpretar a la gorda Bridget Jones, Robert de Niro, que<br />

fue el primero, no dudó en engordar treinta kilos en Toro salvaje<br />

para interpretar al boxeador Jake <strong>La</strong> Motta, víctima de la decadencia<br />

física. Y la alta, delgada y longilínea Charlize Theron,<br />

top model de referencia, engordó quince para ser la repelente<br />

asesina de Monster. <strong>La</strong>s estrellas ya no son exclusivamente exhibición:<br />

pagan, por así decirlo, con su persona, incluso en su carne,<br />

los desafíos de lo extremo.<br />

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