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Lipovetsky_La_pantalla_global

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públicos. ¿Tan lejos estamos del Big Brother, de la emisión de<br />

telerrealidad bajo el ojo permanente de la cámara y del «te vigilamos»<br />

de la sociedad policíaca? Esto es lo que piensan ciertas<br />

corrientes que denuncian la imposición de un universo orwe-<br />

Uiano en que las tele<strong>pantalla</strong>s captan los menores movimientos<br />

y gestos de los ciudadanos. Porque el nuevo software permite no<br />

sólo frenar los comportamientos aparentemente «sospechosos»,<br />

sino también, más allá de la vertiente de la seguridad, interpretar<br />

con fines comerciales las vacilaciones de los consumidores<br />

delante de un expositor e interpretar, partiendo de aquí, elementos<br />

complementarios de información capaces de generar el<br />

acto de compra. ¿Aberraciones liberticidas? ¿Atentados contra la<br />

vida privada? Sin un marco legislativo y sin límites concretos no<br />

hay duda de que se trata de riesgos reales. Otra cosa es que estas<br />

medidas estén condenadas a rechazarse en una democracia<br />

que debe garantizar la seguridad pública, buscando el acuerdo<br />

siempre difícil entre libertad y seguridad. Y es que algunos de estos<br />

dispositivos de tecnoseguridad ya han puesto a prueba su eficacia.<br />

<strong>La</strong>s imágenes tomadas por las cámaras de videovigilancia<br />

permitieron a la policía británica identificar rápidamente a los<br />

autores de los atentados contra los transportes públicos de Londres.<br />

En funcionamiento en Estados Unidos desde 1996 y en<br />

Canadá desde 2003, el plan «Alerta secuestro» fue utilizado por<br />

primera vez en Francia en 2007, y su eficacia, en este primer<br />

caso, pasa por la conjunción de dos <strong>pantalla</strong>s: primero la de televisión,<br />

en la que se difunde un mensaje de alerta y una foto de<br />

la presunta secuestradora, e inmediatamente después la de videovigilancia<br />

del autobús donde se ha localizado a la persona y<br />

cuyas imágenes son enviadas a la policía para que las difunda<br />

por televisión.<br />

<strong>La</strong> misma ambivalencia se manifiesta en las imágenes filmadas<br />

con videocámara y, con creciente frecuencia, con teléfono<br />

móvil. Aspecto positivo cuando un videoaficionado consigue<br />

filmar una barbaridad policíaca, como aquella de Los Ángeles<br />

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