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ece de vínculos con la estética del videojuego y el videoclip,<br />

puede llegar a ser frenética, ya que la acentúa toda una serie de<br />

medios: montaje nervioso, diálogos breves, multiplicación de las<br />

escenas de persecuciones, subrayados sonoros. Es total la influencia<br />

del cine de Hong Kong, en el que los planos desfilan a<br />

una velocidad que parece un chisporroteo: Hollywood, siempre<br />

al acecho, encontró allí a John Woo, que no tardó en transmitir<br />

a la <strong>pantalla</strong> hollywoodense este frenesí del que se le considera<br />

especialista indiscutido.<br />

En la lógica comercial de los grandes éxitos de taquilla hay<br />

formas que se definen prácticamente por esta búsqueda permanente<br />

de la aceleración: películas de acción, de artes marciales,<br />

de ciencia ficción. Pero la velocidad en sí se vuelve igualmente<br />

una estética de conjunto, dando lugar a la aparición de clones,<br />

como Taxi 1, 2, 3, 4 o Yamakasi, producidas por Luc Besson, o<br />

a búsquedas más originales que toman la velocidad por principio<br />

mismo de la película, como en Corre, Lola, corre, del alemán<br />

Tom Tykwer. Muchos cineastas nuevos proceden además del videoclip,<br />

la publicidad, la televisión, el videojuego: formas de expresión<br />

en las que está prohibida la lentitud.<br />

Aunque el fenómeno refleja sobre todo la estética dominante<br />

en la producción hollywoodense, se manifiesta también<br />

en una aceleración generalizada del relato y del montaje que<br />

afecta al conjunto de las películas actuales. Actualmente, la velocidad<br />

se ha colado en todos los géneros y en todas las películas,<br />

hasta el punto de que ha desfasado irremediablemente las<br />

películas clásicas a ojos de quienes, como los espectadores jóvenes,<br />

se han acostumbrado sólo a este cine del movimiento por<br />

el movimiento. <strong>La</strong> dialéctica de los tiempos vivos y los tiempos<br />

muertos, que establecía un contrapunto con unos y otros y hacía<br />

sentir lo rápido por contraste con lo lento, como elaboración<br />

progresiva de una aceleración de valor dramático que se construye<br />

a ritmo creciente, ya no está en circulación: ahora es velocidad<br />

ininterrumpida y sin pisar el freno.<br />

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