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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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tachuelas a la pared y utilizándola como palmatoria.

Incluso los cambios más ligeros de estado de ánimo pueden llegar a

modificar nuestros pensamientos. La capacidad de planificar y tomar decisiones

de las personas de buen humor presenta una predisposición perceptiva que les

lleva a pensar de una manera más abierta y positiva. Esto se explica, en parte,

porque la memoria es un fenómeno específico de estado, es decir que, por

ejemplo, en un estado positivo, solemos recordar acontecimientos positivos. De

este modo, en la medida en que nos sentimos a gusto mientras estamos pensando

en los pros y los contras de un determinado curso de acción, nuestra memoria

busca datos en una dirección positiva, inclinándonos, por ejemplo, a emprender

acciones más aventuradas y arriesgadas.

De la misma manera, los estados de ánimo negativos sesgan también nuestros

recuerdos en una dirección negativa, haciendo más probable que nos

contraigamos en decisiones más temerosas y suspicaces. Así pues, el descontrol

emocional obstaculiza la labor del intelecto pero, como y a hemos visto en el

capitulo 5, podemos volver a hacernos cargo de las emociones descontroladas, la

verdadera aptitud maestra que facilita otros tipos de inteligencia. Veamos ahora

algunos casos pertinentes a este respecto, las ventajas de la esperanza y el

optimismo y aquellos momentos difíciles en los que la gente se supera a si

misma.

POLLYANNA [1] Y LA CAJA DE PANDORA: EL PODER DEL PENSAMIENTO

POSITIVO

¿Qué es lo que harías en el caso de que acabaras de saber que has suspendido

un examen parcial en el que esperabas sacar un notable?

La respuesta a esta situación hipotética depende casi exclusivamente del nivel

de expectativas. Los estudiantes universitarios con un alto nivel de expectativas

contestaron que trabajarían duro y pensaron en las muchas cosas que podían

hacer para aprobar el examen final; aquéllos otros cuy o nivel de expectativas era

moderado también pensaron en varias alternativas posibles, pero parecían menos

dispuestos a lograrlo y, comprensiblemente, los estudiantes con bajo nivel de

expectativas, se desalentaron y dijeron que renunciarían a presentarse al examen

final.

Pero no estamos hablando de algo puramente teórico porque cuando C. R.

Sny der, el psicólogo de la Universidad de Kansas que llevó a cabo este estudio,

comparó el rendimiento académico real de universitarios con alto y bajo nivel de

expectativas, descubrió que éste nivel era un mejor predictor de los resultados de

los exámenes del primer semestre que sus puntuaciones en el SAT, un test (que

tiene, por cierto, una elevada correlación con el CI) supuestamente capaz de

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