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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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cambio, lo que muestra es enojo, descubrirá que los demás están enojados y no

comprenderá el motivo.

« Estos niños terminan careciendo de toda sensación de control sobre la

forma en que les tratan los demás y sobre la forma en que sus acciones afectan a

quienes les rodean, una situación que les hace sentirse incapaces, deprimidos y

apáticos» .

Pero además de convertirse en individuos socialmente aislados, estos niños

también suelen tener problemas académicos. El aula es simultáneamente una

situación social y una situación académica, de modo que es muy probable que el

niño socialmente incompetente comprenda y responda tan inadecuadamente a

un maestro como a otro niño. Y la ansiedad y confusión resultantes pueden, a su

vez, entorpecer la capacidad de aprendizaje. De hecho, los tests de sensibilidad

no verbal infantil han demostrado que el rendimiento académico de los niños que

no tienen en cuenta los indicadores emocionales es inferior al que seria de

esperar en función de su Cl.

«TE ODIAMOS»: EL MOMENTO CRÍTICO

Uno de los momentos en los que la ineptitud social resulta más dolorosa y

explícita es cuando el niño trata de acercarse a un grupo de niños para jugar. Y se

trata de un momento especialmente crítico porque entonces es cuando se hace

patente públicamente el hecho de ser querido o de no serlo, de ser aceptado o no.

Es por este motivo por lo que los estudiosos del desarrollo infantil se han ocupado

de investigar estos momentos cruciales y han llegado a la conclusión de que

existe un marcado contraste entre las estrategias de aproximación utilizadas por

los niños populares y las que usan quienes podríamos llamar proscritos sociales.

Los descubrimientos realizados en este sentido destacan la importancia

extraordinaria de las habilidades sociales para registrar, interpretar y responder a

los datos emocional e interpersonalmente relevantes. Es conmovedor ver a un

niño dar vueltas en torno a un grupo de niños que están jugando y descubrir que

no se lo permiten. Como demostró un estudio realizado con niños de segundo y

tercer grado, el 26% de las veces, hasta los niños más populares y queridos son

rechazados cuando tratan de aproximarse a jugar con otros niños.

Los niños pequeños son cruelmente sinceros en los juicios emocionales

implícitos en tales rechazos. Veamos, por ejemplo, el siguiente diálogo que tuvo

lugar en una guardería entre niños de cuatro años de edad.

Linda queda jugar con Barbara, Nancy y Bill que estaban jugando con

animales de juguete y bloques de construcción. Durante un minuto estuvo

observando lo que ocurría y luego se aproximó a Barbara y comenzó a jugar con

los animales.

Barbara entonces se dirigió a ella diciéndole.

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