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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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para jugar con otros niños y disfrutan haciéndolo. Estos niños tienden a ser muy

buenos leyendo las emociones de las expresiones faciales y también son muy

queridos por sus compañeros.

Análisis social. Esta habilidad consiste en ser capaces de detectar e intuir los

sentimientos, los motivos y los intereses de las personas, un conocimiento que

suele fomentar el establecimiento de relaciones con los demás y su

profundización. En el mejor de los casos, esta capacidad les convierte en

competentes terapeutas o consejeros psicológicos y, en el caso de combinarse

con el talento literario, produce novelistas y dramaturgos muy dotados.

El conjunto de todas estas habilidades constituy e la materia prima de la

inteligencia interpersonal, el ingrediente fundamental del encanto, del éxito social

e incluso del carisma. Las personas socialmente inteligentes pueden conectar

fácilmente con los demás, son diestros en leer sus reacciones y sus sentimientos

y también pueden conducir, organizar y resolver los conflictos que aparecen en

cualquier interacción humana. Ellos son los líderes naturales, las personas que

saben expresar los sentimientos colectivos latentes y articularlos para guiar al

grupo hacia sus objetivos. Son el tipo de personas con quienes a los demás les

gusta estar porque son emocionalmente nutricios, dejan a los demás de buen

humor y despiertan el comentario de que « es un placer estar con alguien así» .

Estas habilidades interpersonales propician el desarrollo de otras facetas de la

inteligencia emocional. Las personas que causan una excelente impresión social,

por ejemplo, son expertas en controlar la expresión de sus emociones, son

especialmente diestras en captar la forma en que reaccionan los demás y son

capaces de mantenerse continuamente en contacto con su actividad social y de

ajustarla para conseguir el efecto deseado. En este sentido, son actores

especialmente habilidosos.

No obstante, si estas habilidades interpersonales no tienen el adecuado

contrapeso de una clara sensación de los propios sentimientos y necesidades y

del modo de satisfacerlas, pueden terminar abocando a un éxito social hueco, a

una popularidad, en fin, conseguida pasando por encima de uno mismo. Esta es,

al menos, la hipótesis sostenida por Mark Sny der, un psicólogo de la Universidad

de Minnesota que ha estudiado a las personas cuy as habilidades sociales las

convierten en verdaderos camaleones sociales, campeones en causar buena

impresión, el tipo de persona cuy o credo psicológico podría resumirse en aquella

cita de W. H. Auden, en la que decía que la imagen que tenía de si mismo « es

muy distinta de la imagen que trato de crear en la mente de los demás para que

puedan quererme» . Esta especie de mercantilismo emocional suele ocurrir

cuando las habilidades sociales sobrepasan a la capacidad de conocer y admitir

los propios sentimientos ya que, para ser querido —o, por lo menos, para gustar

—, el camaleón social parece transformarse en lo que quieren aquéllos con

quienes está. En opinión de Snyder, el rasgo distintivo de quienes caen en esta

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