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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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6. LA APTITUD MAESTRA

Una sola vez en la vida me he visto paralizado por el miedo.

Fue con ocasión del examen de cálculo del primer curso de universidad, un

examen para el que no me había preparado lo suficiente. Todavía recuerdo el

momento en que entré en el aula con una intensa sensación de fatalidad y culpa.

Había estado en aquella sala muchas veces pero aquella mañana no vi nada más

allá de las ventanas y tampoco puedo decir que prestara la menor atención al

aula. Mientras caminaba hacia una silla situada junto a la puerta, mi vista

permanecía clavada en el suelo, y cuando abrí las tapas azules del libro de

examen, la ansiedad atenazaba el fondo de mi estómago y escuché con toda

nitidez el sonido de los latidos de mi corazón.

Bastó con echar un rápido vistazo a las preguntas del examen para darme

cuenta de que no tenía la menor alternativa. Durante una hora permanecí con la

vista clavada en aquella página mientras mi mente no dejaba de dar vueltas a las

consecuencias de mi negligencia. Los mismos pensamientos se repetían una y

otra vez, como si se tratara de un interminable tiovivo de miedo y temblor. Yo

estaba completamente inmóvil, como un animal paralizado por el curare. Lo que

más me sorprendió de aquel angustioso lapso fue lo encogida que se hallaba mi

mente. Durante aquella hora no hice el menor intento de pergeñar algo que se

asemejara a una respuesta, ni siquiera ensoñaba, simplemente me hallaba

atenazado por el miedo, esperando que mi tormento llegara a su fin. [1]

El protagonista de este relato de terror soy y o mismo y ésta ha sido la prueba

más palpable que he tenido hasta el momento del impacto devastador que causa

la tensión emocional sobre la lucidez mental. Hoy en día sigo considerando aquel

suplicio como el testimonio más rotundo del poder del cerebro emocional para

sofocar, e incluso llegar a paralizar, al cerebro pensante.

Los maestros saben perfectamente que los problemas emocionales de sus

discípulos entorpecen el funcionamiento de la mente. En este sentido, los

estudiantes que se hallan atrapados por el enojo, la ansiedad o la depresión tienen

dificultades para aprender porque no perciben adecuadamente la información y,

en consecuencia, no pueden procesarla correctamente. Como ya hemos visto en

el capítulo las emociones negativas intensas absorben toda la atención del

individuo, obstaculizando cualquier intento de atender a otra cosa. De hecho, uno

de los signos de que los sentimientos han derivado hacia el campo de lo

patológico es que son tan obsesivos que sabotean todo intento de prestar atención

a la tarea que se esté llevando a cabo. Cualquier persona que hay a atravesado

por un doloroso divorcio (y cualquier niño cuyos padres se hallen en este

proceso) sabe lo difícil que resulta mantener la atención en las rutinas

relativamente triviales del trabajo y la escuela, y cualquier persona que haya

padecido una depresión clínica sabe también que, en tal caso, los pensamientos

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