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La Inteligencia Emocional - Daniel Goleman

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se refiere a los niños— es mediante juegos como el de Purdy. En ellos, la

repetición permite que los niños revivan el trauma sin peligro y abre dos posibles

vías de curación. Por un lado, el recuerdo se actualiza en un contexto de baja

ansiedad, desensibilizándolo y permitiendo el afloramiento de otro tipo de

respuestas no traumáticas, mientras que, por el otro, permite el logro de un

desenlace imaginario más positivo. El juego de Purdy solía terminar con la

muerte de éste, un hecho que contrarresta la sensación de impotencia

experimentada durante el acontecimiento traumático.

Este tipo de juegos es previsible en niños pequeños que han sido testigos de

una violencia desmedida. La primera persona que advirtió la presencia de estos

juegos macabros en los niños traumatizados fue la doctora Lenore Terr,

psiquiatra infantil de San Francisco. Terr descubrió este tipo de juegos entre los

niños de Chowchilla, California —una población de Central Valley, a una hora

aproximada de distancia de Stockton, la ciudad en la que tuvo lugar la masacre de

Purdy —, quienes, en el verano de 1973, fueron objeto de un secuestro cuando

regresaban a casa en autobús después de pasar un día en el campo. En este caso,

los secuestradores llegaron a enterrar el autobús, y con él a los niños,

sometiéndoles a un suplicio que se prolongó durante veintisiete horas.

Cinco años después del incidente, Terr descubrió que los recuerdos del

secuestro todavía perduraban en los juegos de sus víctimas. Las niñas, por

ejemplo, simulaban secuestros simbólicos cuando jugaban con sus muñecas. Una

niña que había desarrollado una extrema repugnancia al contacto con los

excrementos durante el incidente, se pasaba el tiempo lavando a su muñeca. Una

segunda jugaba con su muñeca a un juego que consistía en realizar un viaje —sin

importar adónde— y regresar a salvo; el juego favorito de otra niña, por último,

consistía en meter a la muñeca en un agujero en el que se suponía que terminaba

asfixiándose.

Los adultos que han sufrido un trauma de estas características suelen

experimentar una insensibilidad psicológica que bloquea todo recuerdo o

sentimiento relativo al hecho, pero la mente de los niños tiende a reaccionar de

manera diferente En opinión de Terr, esto ocurre porque los niños utilizan la

fantasía, el juego y la ensoñación cotidiana para rememorar y reconstruir el

acontecimiento. Esta evocación deliberada del trauma parece impedir el bloqueo

de los recuerdos intensos que luego irrumpen violentamente en forma de

flashbacks. En el caso de que el trauma no sea demasiado grave —como ocurre,

por ejemplo, en una visita al dentista— tal vez baste con una o dos veces, pero si,

por el contrario, se trata de un trauma grave, el niño necesitará reproducir la

situación traumática una y otra vez en una suerte de ceremonial monótono y

macabro hasta que pueda desembarazarse de él.

El arte —uno de los vehículos a través de los que se expresa el inconsciente—

constituy e una forma de movilizar los recuerdos estancados en la amígdala. El

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